NUEVA YORK – El último testigo de la Fiscalía dejó sin habla al juez Brian Cogan y al jurado al detallar la crueldad de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera para proteger los dominios del cartel de Sinaloa.
Al presunto capo no le bastó con torturar y acribillar a sus rivales, también ordenó la incineración de sus cadáveres, según la declaración de Isaías Valdez, alias Memín, ex guardaespaldas de Guzmán Loera.
Valdez describió cómo su ex jefe torturó y asesinó a un miembro de los Arellano Félix y a dos miembros del cartel rival de los Zetas.
Entre 2006 y 2007, el incapturable Ismael El Mayo Zambada habría enviado en una aeronave al municipio de Bastantitas, Durango a un miembro de los Arellano Félix.
Valdez dijo que el hombre “venía ya bastante torturado”.
“Tenía el cuerpo quemado con una plancha y con marcas de encendedor de coche”, dijo el testigo.
El hombre habría sido golpeado de forma tan brutal que tenía la camisa pegada a las heridas en carne viva, declaró.
Pasaron tres días antes de que Guzmán Loera interrogara a su adversario acerca de las operaciones del cartel rival. Después ordenó que los metieran a una especie de corral para animales.
“Apestaba a podrido”, dijo Valdez.
“El Chapo” ordenó a sus hombres que cavaran una fosa y desenfundó una pistola, que colocó detrás de la cabeza de su víctima y volvió a cuestionarlo.
Según Valdez, Guzmán Loera disparó mientras el hombre respondía “con miedo”.
“Seguía tratando de respirar”, dijo Valdez acerca del aterrador momento en el que la víctima cayó a la que sería su tumba.
El capo le habría disparado con un arma calibre 25, por lo que el hombre no murió al instante.
También entre 2006 y 2007 pero en Coluta, Durango, “El Chapo” recibió lo que Valdez describió como “un regalo”. Se trataba de dos presuntos miembros de los Zetas.
El testigo, un ex militar y desertor de las fuerzas especiales de México, dijo que su ex jefe les quebró los huesos a golpes con un tronco.
El capo ordenó que cavaran una fosa y que prendieran una hoguera, en donde colocaron a los dos hombres en la parrilla de dos motos de cuatro ruedas.
El chapo ejecutó a los hombres disparándoles en la cabeza con un rifle y ordenó que los cuerpos fueron arrojados al fuego.
“Que no quede ni un hueso”, habría exclamado antes de marcharse.
Según Valdez, que trabajó para el capo por una década, la hoguera estuvo encendida hasta el anochecer.
Valdés identificó al capo como el líder del cártel de Sinaloa y detalló que comenzó a trabajar para él en 2004, primero como sicario y luego como guardaespaldas.
El testigo se habría ocultado con su ex jefe en la localidad sinaloense de la Tuna, un lugar que llamaban “el cielo”.
Según el testigo, Guzmán Loera vivía rodeado de guardaespaldas, unos 30 hombres armados con chalecos tácticos, armas cortas y largas, ar-15, ak-47, lanzacohetes y lanzagranadas.
Además, declaró que “El Chapo” cargaba una pistola con el mango cubierto de diamantes.
Valdez trabajó para el capo hasta el 2014, cuando fue arrestado por tráfico de drogas en el aeropuerto El Dorado en Bogotá, Colombia.
Está previsto que la defensa comience a llamar a sus testigos el lunes, pero se desconoce si “El Chapo” testificará.