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TikTok ofrecerá más información a sus usuarios adolescentes para frenar los retos peligrosos


La última prueba del reto de la ballena azul es el suicidio. Antes, el participante ha tenido que superar 49 desafíos que un tercero le ha ordenado que cumpla. En 2016, cundió el pánico en varios países por esta prueba viral, que, según información de la BBC, provocó al menos 130 muertes de jóvenes en Rusia y decenas de suicidios en otros países, una de ellas en España. La ballena azul incita a las autolesiones y a la propia muerte y llegó a propagarse por todo el mundo a través de las redes sociales. Con el crecimiento exponencial de TikTok desde que comenzó la pandemia también ha aumentado la preocupación por la viralidad de estos retos peligrosos y desafíos falsos, que, según explican en la compañía de origen chino, ‘‘son historias elaboradas para perpetuar el miedo y la ansiedad’’. Para frenarlos, la plataforma va a incorporar más información sobre estos asuntos en su Centro de Ayuda. Cuando un usuario haga una búsqueda sobre retos o bulos peligrosos, aparte de no mostrarle resultados ―como ya ocurría―, aparecerá una opción para acceder a más información y el número del Teléfono de la Esperanza, que ofrece ayuda en caso de pensamientos de suicidio o soledad.

TikTok ha presentado esta semana la nueva estrategia que ha resultado de conversaciones con expertos de varios países y de un estudio que ha encargado a la consultora The Value Engineers, para el que se encuestó a unos 10.000 adolescentes, padres y profesores de Argentina, Australia, Brasil, Alemania, Italia, Indonesia, México, Reino Unido, Estados Unidos y Vietnam. España no fue incluida en el informe, pero resulta lógico si se tiene en cuenta que la incidencia de problemas relacionados con retos de carácter peligroso es prácticamente nula, según explica el teniente Daniel Moreno, del Equipo de Mujer-Menor de la Unidad Técnica de la Policía Judicial de la Guardia Civil.

La británica Alexandra Evans, responsable de Políticas Públicas de Seguridad de TikTok en Europa, asegura a EL PAÍS que la plataforma rastrea los contenidos peligrosos de manera automática, aunque su objetivo es detectarlos más rápido todavía. Según explica, los bulos ‘‘tienden a seguir determinadas tendencias y estructuras, por lo que son más fáciles de identificar, pero, en el caso de los retos, resulta más complicado anticipar lo que va a venir después’’. Solo el 0,3% de los usuarios encuestados para el informe reconoce haber participado en algún reto ‘‘muy peligroso’’, aunque no deja de resultar algo preocupante, sobre todo en determinados países, como Estados Unidos o Reino Unido, donde ha habido bastantes más participantes que, por ejemplo, en España.

TikTok considera que, tanto la empresa como los padres y profesores, deben dar un paso al frente para ayudar a los menores que sí caen en las trampas o que podrían llegar a hacerlo. Para ello, la principal recomendación que hace a los centros educativos y a los progenitores o tutores es que no eludan los temas incómodos, como el suicidio. Evans se refiere a esta práctica como ‘‘la cuestión de Voldemort’’, esto es, que, al igual que los personajes de la saga de Harry Potter evita mentar al malvado Lord Voldemort por miedo a que aparezca u ocurra algo terrible, los padres muchas veces evitan mencionar ciertos asuntos por temor a que, de esa forma, le den ideas a los menores que antes no tenían, resultando la buena intención en algo peor que la inacción total.

Según el estudio, ‘‘el 56% de los padres y tutores encuestados no mencionaría un bulo relacionado con la autolesión a menos que un adolescente lo hubiera mencionado primero, y el 37% de los padres considera que es difícil hablar sobre los bulos sin provocar un cierto interés por ellos’’.

Para el especialista en Psicología Clínica Luis de la Herrán, ‘‘la clave no es mencionarlo o dejar de mencionarlo, sino cómo mencionarlo’’. Si los padres sacan el tema diciendo que es muy peligroso y le advierte a su hijo adolescente que no se le ocurra hacer eso, sí que podrían estar dándole ideas o que el niño quisiera reaccionar en contra, pero, si lo hablan con normalidad, la cosa cambia. ‘‘No es bueno que existan temas tabú en las familias. El miedo se afronta hablando’’, insiste. Además, en muchos casos, el menor ya conoce el asunto o incluso algunos de sus amigos han podido estar involucrados en algo parecido. De la Herrán lo compara con el problema del alcohol: ‘’Aunque yo no quiera hablar del alcohol porque una niña del colegio de mi hijo ha tenido un coma etílico, él ya lo está viendo. Cuando los hijos ya lo están viendo, hay que hablar de ello’’.

Si las dificultades a las que puede estar enfrentándose el adolescente se refieren al suicidio o a las autolesiones, el panorama cambia si los padres sospechan que su hijo tiene pensamientos relacionados con ello o creen que es algo que le ha afectado de forma continuada. En tal caso, el psicólogo recomienda no sacar el tema y acudir directamente a un especialista (psicólogo o psicoterapeuta).

En el caso de los retos peligrosos o falsos, Evans explica: ‘‘Pretendemos cubrir esa laguna entre la necesidad de proporcionar buenos consejos y ayudar a los jóvenes a comprender el riesgo y la cuestión de Voldemort o el hecho de que los padres y educadores no sientan la seguridad de saber qué decir y cómo decirlo’’. De la Herrán propone, como manera natural de sacar el tema, comentar una noticia que los padres hayan leído sobre eso y preguntar a su hijo su opinión al respecto: ‘‘¿A ti que te parece?’’. Los expertos consultados por TikTok insisten en lo mismo: es necesario preguntar al adolescente, razonar con él, saber qué piensa, no recurrir directamente a la advertencia o la amenaza.

Según explica el teniente Moreno, ‘‘los retos han existido siempre, pero con las redes sociales es más fácil que se popularicen’’. Además, TikTok se nutre mucho de ellos, aunque la inmensa mayoría son inofensivos. Un buen ejemplo es el ice bucket challenge, que invitó a los usuarios a tirarse un cubo de agua fría por la cabeza y, gracias a él, se recaudó una gran cantidad de dinero destinado a la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Moreno insiste en que, ‘‘aunque nunca se puede saber’’ si de pronto va a popularizarse un reto peligroso como la ballena azul (puesto que las redes favorecen la globalización de una manera extraordinaria), en España nunca ha llegado a constituir un problema alarmante y, de hecho, si se le diera demasiada importancia o visibilidad, el teniente cree que sí podría producirse cierto efecto llamada.

En los últimos años, las consecuencias más graves que han causado los retos virales de carácter peligroso han sido, por ejemplo, los desencadenados por el desafío de la asfixia. Algunas personas han llegado a perder el conocimiento al contener la respiración y tratar de comprobar cuánto era capaz de aguantar. Al participar en ese tipo de retos, los usuarios buscan ‘’la adrenalina que provoca el riesgo’’, explica Moreno.

Aunque en España no se trate de algo preocupante, el teniente insiste en que hay que tratar de prevenir para que no se den ese tipo de situaciones y ‘‘acompañar a los menores en su uso de internet, que tengan apoyo, supervisión, conocimiento e información’’.

En pleno pico de viralidad de la ballena azul, en 2016 se estrenó la película Nerve, protagonizada por Emma Roberts y James Franco y probablemente basada en la dicho reto. En el filme, una joven introvertida (Roberts) comienza a participar en las diferentes pruebas de un desafío viral en el que su mejor amiga ha obtenido una inmensa popularidad gracias al coraje que muestra cuando se enfrenta a cada fase. Al intentar demostrar que ella también puede ser atrevida, la protagonista se ve envuelta en una serie de retos cada vez más peligrosos, mientras unos centenares de usuarios compiten con ella y otros miles se dedican a observar y proponer nuevos desafíos. Todo se retransmite en directo y los participantes obtienen una compensación económica si superan el reto. Como en la vida real, en Nerve algunos de los participantes fallecen al tratar de completar algunos de los desafíos y, como en la ballena azul, la mayor parte de los usuarios observaba a los participantes sin la menor intención de frenar el sinsentido.

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