Todo vuelve a su lugar

La Real necesitaba ganar para que no cundiera el pánico. Estar en boca de todos por todo lo bueno que se ha hecho en una determinada fase del campeonato es muy bonito pero haber pasado la Nochevieja con otra derrota habría encendido alguna luz de alarma que otra. Incluso con un empate, viendo la diferencia de potencial y herramientas entre Real y Athletic.

En San
Mamés, todo volvió a su lugar. La Real a situarse por encima del Athletic en un derbi. Esto ha dejado de ser noticia. El conjunto txuri urdin sólo ha perdido tres encuentros frente al rojiblanco desde que cayó en San
Mamés en marzo de 2012. De los 17 encuentros que ambos equipos han protagonizado desde entonces, la Real ha ganado nueve, cuatro en San

Mamés, y ha empatado cinco. El conjunto txuri urdin protagoniza una de las mejores secuencias de resultados en los derbis de su historia. Esto no es una coyuntura, es una tendencia. Dura casi una década.

El derbi de la Nochevieja de 2020 será recordado por muchas cosas. Especialmente, porque fue el primero que se jugó sin espectadores en la centenaria trayectoria de ambos clubs. Pero también porque se escenificó de manera fiel, en base los patrones futbolísticos que manejan unos y otros, la superioridad que maneja la Real sobre el Athletic en el siglo XXI.

Todo el partido bajo control

La variedad de recursos que expuso la Real sobre el césped en contraposición con cierta rudimentaria pobreza en la propuesta del equipo local devolvió las cosas a su sitio. No fue la Real exuberante que vimos en Sevilla ante el Betis o frente al Getafe o la Real que dominó con mano de hierro en Cádiz. Pero sí una Real que exhibió la riqueza futbolística suficiente para ganar el partido con una placidez desconocida en los derbis. La que le dio la superioridad en todos los registros del juego. La que ha mostrado ante otros rivales esta temporada.

Desde la voraz puesta en escena, que le permitió adelantarse rápido con una acción que incluyó agresividad en el robo, velocidad y precisión en la transición y perfecta definición, hasta los minutos finales en los que, replegada, contuvo las tímidas acometidas locales, la Real fue transitando por el derbi con ese conocimiento que da el sabor que uno tiene las cosas bajo control. Un balón al larguero de Isak, un parada in extremis de Simón a Oyarzabal o un cabezazo del sueco en un córner podrían haber permitido tener un desenlace de encuentro aún más desahogado. No se recuerda, en cambio, una intervención de mérito de Remiro, un dato inédito en la historia de los derbis.

La Real regresó a casa a disfrutar de la cena de Nochevieja con la satisfacción del deber cumplido. Con su octava victoria de la temporada y 11 puntos de ventaja sobre el Athletic. Una distancia que concreta en cifras de manera suficientemente fiel la distancia que hay entre unos y otros. Y en San
Mamés, todo volvió a su lugar.


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