“Si quieres tomar tequila, prepara sal y limón…”. El ritual de desenfundar el salero, cortar en rodajas el cítrico y empinar el codo hasta ver el fondo del chupito parece que es una cosa sacada de las películas y series de televisión, pero tiene su razón de ser. Hace varias décadas, cuando la bebida sacada del agave no era tan popular, había que echarse a la boca algo que distrajera a las papilas gustativas antes de ingerirlo. “Era una muy fuerte, con paso difícil por la boca”, comenta Víctor Martínez, experto de Casa Sauza, una de las grandes productoras en México. Con los años, el elixir ha ganado versatilidad, calidad y fama internacional (principalmente en Estados Unidos). Hoy está de plácemes.
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“La industria vive un momento histórico”, afirma Ramón González, director general del Consejo Regulador del Tequila (CRT). La producción alcanzó los 374 millones de litros en 2020 (un 6,3% más respecto a 2019). Mientras que las exportaciones acumularon su undécimo año consecutivo al alza con 286 millones de litros, con un valor de 2.000 millones de dólares (unos 1.700 millones de euros) que entraron por las fronteras mexicanas durante el año pasado, en plena crisis sanitaria. El elixir, que en su país de origen suele tomarse solo, a pequeños sorbos y a veces acompañado con una sangrita (un aperitivo hecho con tomate, algunos cítricos y especias), se vende a más de 120 países del mundo. Pero es en la primera economía del mundo donde ha hecho mella.
Estados Unidos absorbe nueve litros de cada 10 que se exportan, 61 veces más que Alemania, el segundo destino más importante en el exterior, y 90 veces más que España, el tercer mercado con mayor peso. Se ha convertido en una de las bebidas alcohólicas más populares en EE UU en los últimos 20 años, destaca un análisis del banco inglés Barclays. “El país es un gran consumidor y continúa experimentando un crecimiento acelerado”, indica Luis Félix Fernández, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera (CNIT). “Existe una gran dependencia hacia la economía americana y es un gran reto por resolver…, hay que diversificar”, resalta González. Actualmente, los productores de tequila (cuya denominación de origen data de 1974 y abarca a todo el Estado de Jalisco y 56 municipios repartidos en Michoacán, Nayarit, Tamaulipas y Guanajuato) exploran países como Rusia, China, Japón o Turquía, donde se abren paso de forma incipiente.
“El boom parece imparable”, subraya con cierta preocupación Salvador Rosales, gerente de producción de Tequila Cascahuin. Este pequeño fabricante hace hincapié en el precio de la materia prima: el agave Tequila Weber Azul, cuyo coste se ha multiplicado por cinco desde 2015, según las cifras del Grupo Consultor de Mercados Agrícola (GCMA). La alta demanda en la última década —que llevó en 2017 al mayor productor del mundo, José Cuervo, al mercado de valores— se ha entremezclado con un descenso en la superficie sembrada, causado por el acelerado proceso de jima (cortar y asar las hojas de la planta para crear el destilado). Actualmente, el kilo de la planta (que necesita entre seis y ocho años de maduración) oscila entre los 24 y 26 pesos (menos de un céntimo de euro). Incluso llegó a estar por encima de los 31 pesos, una cifra nunca antes vista.
El descenso de la superficie plantada, sin embargo, durará poco tiempo. Muchos campesinos, atraídos por el éxito en la demanda de la bebida, ya han dejado de lado las plantaciones de maíz y otros cultivos para dedicarse al agave, explica Juan Carlos Anaya, director de GCMA. El número de agricultores ha saltado de 5.500 a 19.000 en tan solo cuatro años, afirma el Consejo Estatal del Agave de Jalisco. Lejos de ser un aliciente, este hecho podría generar una sobreproducción cuando sus plantas logren la madurez, lo que en el futuro desencadenaría una caída en los precios y una crisis para el campo mexicano. “No vemos ese escenario”, arguye el representante del CRT. “La industria tiene la capacidad y la necesidad de sacar al mercado todo el producto”. El pronóstico es que el ritmo de crecimiento del sector (con una tasa media anual de 6,5%) se mantenga en la próxima década. Las esperanzas de los tequileros están puestas en que los consumidores demanden más productos 100% agave (cuyo ingrediente único es el jugo extraído de la piña del agave caramelizada que pasa por un proceso de fermentación y destilación), frente a otros que requieren un porcentaje menor y están mezclados con otros azúcares.
También creen que la recuperación económica mundial les dará un nuevo impulso. “Debido al escenario de crisis sanitaria, muchos mercados importantes fueron afectados”, señala Fernández, del CNIT. “Restaurantes y bares se cerraron, y estos son centros de consumo donde las marcas tienen más presencia y, por ende, registran mayores ventas”, añade. A ello se suma a una buena fama que ha forjado la industria. “El tequila es cada vez más percibido como una bebida glamurosa con una creciente exposición a personas con grandes patrimonios”, resalta el análisis de Barclays. No es baladí que muchos famosos hayan apostado por su propia marca. Desde el exbaloncestista Michael Jordan (con Cincoro) hasta George Clooney (con Casamigos, que después vendería a la multinacional Diageo por 1.000 millones de dólares) han probado las mieles del elixir mexicano.
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