Viajar en tren tiene un añadido especial. Pocos medios de locomoción siguen envueltos en esa aureola de nostálgica elegancia como el ferrocarril, que permite disfrutar de los paisajes a una velocidad humana. Aunque los más modernos ya son capaces de circular a más de 350 kilómetros por hora, la recuperación de viejos vagones y locomotoras y la desempolvadura de recorridos míticos ha dado alas al turismo ferroviario. Estos son diez viajes en tren que emocionan.
Excursión en una de las paradas del tren de las Barrancas del Cobre (México).
2. El Chepe
México
Pocas aventuras hay tan plenas en México como viajar desde Los Mochis, en la costa del Pacífico, hasta Chihuahua, en los desiertos fronterizos con Estados Unidos, a bordo del tren de las Barrancas del Cobre, también llamado el Chepe. Es una maravilla de la ingeniería civil mexicana, sobre todo teniendo en cuenta que empezó a construirse en 1897 y que atraviesa de lado a lado la sierra Tarahumara, la gran cadena montañosa que parte el país en dos, salvando de manera ingeniosa —y a veces casi milagrosa— algunas de las barrancas más espectaculares y profundas del continente americano, como la del Cobre y la de Urique. Cuenta con 86 túneles (el más largo, el del Descanso, tiene 1.823 metros) y 37 puentes (el más alto, el de Chinipas, alcanza 105 metros de altura).
La línea férrea que une Oslo con Bergen atraviesa paisajes de ríos, glaciares, montañas y fiordos
Aunque se puede hacer del tirón en unas 16 horas, lo más recomendable es parar en estaciones intermedias para explorar un México rural. Las dos paradas más recomendables son Bahuichivo, y desde allí bajar a la barranca de Urique, y Creel, un pueblo grande y de ambiente mochilero, acceso natural a la barranca de Batopilas. Hay dos tipos de trenes: el Chepe Express está pensado para turistas, tiene vagones de lujo y salidas diarias, solo cubre el trayecto Los Mochis-Creel y cuesta desde 154 euros. El Chepe Regional es de segunda clase, hace el recorrido completo entre Los Mochis y Chihuahua, pero solo tiene tres salidas semanales; el billete más económico cuesta 80 euros.
El tren Belmond Andean Explorer, en Perú. Richard James Taylor
3. Belmond Andean Explorer
Perú
De Cuzco a Puno (o viceversa), las dos grandes capitales del altiplano peruano, se puede ir por carretera en los confortables y económicos autobuses o de una manera más cara, pero también más romántica, a bordo del Andean Explorer, el tren de lujo de la puna. Es una unidad dotada con vagones estilo belle époque y cálida decoración operado por la misma compañía que regenta el que va a Machu Picchu. Hace años el tren se limitaba a unir a diario Puno y Cuzco. Ahora tiene un sentido más turístico y solo se vende en paquetes organizados de tres días (dos noches) con el itinerario Cuzco-Puno-Arequipa, que incluye excursiones organizadas con guía; entre ellas, una visita a las islas de Taquile y los Uros, en el lago Titicaca. El Andean Explorer atraviesa los paisajes más espectaculares de la puna, el desolado altiplano andino. Para ello el ferrocarril se ve obligado a remontar el río Vilcanota, superar un collado de 4.321 metros de altitud y desfilar entre grandes picos de nieves perpetuas. El momento culminante es la estación de La Raya, el punto más alto del recorrido, donde se detiene para que los viajeros bajen a respirar el aire puro de los Andes, justo en la división administrativa entre Cuzco y Puno. Desde 2.420 euros.
El Andean Explorer remonta el río Vilcanota, supera un collado de 4.321 metros y desfila entre grandes picos
Estación de Oruro, en Bolivia. Luis Davilla age fotostock
7. Wara Wara del Sur
Bolivia
Bolivia es otro país de parajes agrestes y desmedidos que se pueden atravesar en tren. La compañía Ferroviaria Andina tiene en servicio el Wara Wara del Sur y el Estrella del Sur, que unen Oruro con Villazón, en la frontera con Argentina, pasando por Uyuni y su famoso salar. Una manera diferente y más cómoda que el autobús de visitar el altiplano andino, sus desiertos, sus ríos y montañas nevadas. Entre Oruro y Uyuni, el tramo más demandado, hay cuatro salidas semanales en ambos sentidos. Cuesta unos 23 euros en clase Ejecutivo y 15,50 euros en Salón. No es lujo, pero tiene un confort suficiente para hacer el viaje agradable; en la clase Ejecutivo los asientos se reclinan hasta quedar casi como una cama, hay aire acondicionado, refrigerio y luz individual. Aunque lo que más ameniza el recorrido es el cinemascope de soberbios paisajes que se ven por la ventanilla.
El complejo Shah-i-Zinda de Samarcanda (Uzbekistán).
8. Orient Silk Road Express
Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán
La Ruta de la Seda en tren. El plan no puede sonar más sugerente. Lo ofrece un turoperador alemán que fleta este tren turístico entre Ashjabad, la capital de Turkmenistán, y Almaty, en Kazajistán, siguiendo la estela de la Ruta de la Seda. Dos palabras que conjugadas traen a la imaginación caravanas de dromedarios cargados de mercancías preciosas por lugares de nombres tan evocadores como Samarcanda, Taklamakán, Uzbekistán y Pamir. No es el típico tren de hiperlujo donde hay que cenar con chaqueta y corbata como figurantes de una película de Agatha Christie. Es un tren normal, con cabinas dobles y cuádruples —algunas con baño privado; otras, compartido en el pasillo—, pero con un servicio esmerado y visitas a los lugares más emblemáticos. Se atraviesa el rojizo desierto del Karakum; se para en ruinas de ciudades arrasadas por Gengis Jan, como las de Merv, y en lugares extraños, como la irreal capital turkmena Ashjabad. Y especialmente en las tres joyas de la Ruta de la Seda, las ciudades-oasis de Khiva, Bukhara y Samarcanda, todas en Uzbekistán. Próximas salidas, el 3 y 16 de octubre. Desde 3.600 euros.
9. El tren cremallera de Núria
España
Menos glamuroso que esos trenes de lujo y largo recorrido y mucho más humilde, pero no menos atractivo, es el tren cremallera de Núria. Parte a diario desde la estación de Ribes de Freser, en el Pirineo de Girona. Su destino es el valle de Núria, uno de los más bellos del Pirineo catalán y el único al que no sube ninguna carretera. La única forma de acceder al corazón de Núria es a pie o en este curioso tren, inaugurado en 1928 y completamente reformado y renovado hace un par de décadas. En total, salva 12,5 kilómetros y un desnivel de 1.000 metros. Un trayecto cuesta 15,50 euros (idea y vuelta, desde 22 euros). El valle de Núria es un circo glaciar rodeado de montañas que superan los 2.500 metros de altitud. Entre ellas destaca el Puigmal, que con sus 2.913 metros es una de las cimas señeras de Cataluña.
10. African Explorer
Sudáfrica y Namibia
Hay muchas formas de recorrer África. Una de ellas es en este tren privado y de lujo que recorre seis veces al año el trayecto entre Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y Windhoek, la capital de Namibia (en ambos sentidos). Todo a través de los parajes más fascinantes del África austral. El viaje del African Explorer dura 15 días: 8 se pernocta en las cabinas de lujo, y los otros 6, en hoteles o exclusivos lodges de la sabana. Se atraviesa la zona vinícola cercana a Ciudad del Cabo y el Fish River Canyon, el mayor cañón del continente. Y en las paradas se hacen excursiones guiadas a lugares emblemáticos: el desierto del Namib y sus famosas dunas rojas o la costa de los Esqueletos, un desierto costero y salino a lo largo de 500 kilómetros del litoral namibio, considerado una de las zonas más extremas del sur de África. Además, el viaje —que cuesta 6.300 euros, un presupuesto al alcance de pocos— incluye un par de días de safari en todoterrenos por el parque nacional de Etosha, una de las grandes reservas de fauna africana.
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