Tras el rastro de la larga e invisible mano del Mosad


Nadie se atrevió en Israel al anochecer del sábado, tras el fin del sabbat, a romper en Israel la ley del silencio sobre el atentado del viernes en Irán. Ni siquiera Tzachi Hanegbi, el habitualmente locuaz ministro ante la prensa y considerado cercano confidente del primer ministro, Benjamín Netanyahu. “No es que mis labios estén sellados, pero no tengo ni idea de quién lo hizo”, se limitó declarar al canal 12 de televisión el único miembro del Gobierno que osó hablar en público sobre el asesinato del padre del programa atómico iraní. La misma cadena privada, había adelantado pocas horas antes que Israel ha elevado la alerta de seguridad en todas sus representaciones diplomáticas en el mundo, que ya cuentan generalmente con un alto nivel de protección, después de que desde Teherán se hayan redoblado las amenazas de represalias armadas contra el “enemigo sionista”.

Oficialmente, las Fuerzas Armadas de Israel no han declarado el estado de alerta, aunque la prensa hebrea ha informado en los últimos días de que sus unidades han recibido desde hace dos semanas instrucciones para estar preparadas ante una acción armada iraní en suelo israelí en respuesta a un eventual ataque estadounidense contra Irán.

El silencio oficial en el Estado judío —de rigor en casi todos los asuntos de seguridad— tampoco ha ido acompañado de los habituales desmentidos oficiosos a las acusaciones sobre la implicación del Mosad, el espionaje exterior israelí, en la muerte del científico nuclear iraní. Para los servicios de inteligencia estadounidenses existen pocas dudas sobre la implicación de Israel, según fuentes citadas por The New York Times. La operación contra Mohsen Fakhrizadeh lleva el sello característico de los asesinatos selectivos perpetrados con efectividad por agentes del Mosad, presumiblemente con la complicidad de grupos de oposición al régimen de la República Islámica.

Netanyahu ha mostrado a lo largo de más de una década en el poder fidelidad a toda prueba a una obsesión por impedir el rearme nuclear del país que considera principal amenaza existencial para el Estado judío. Hace una semana ya lo advirtió en un acto público. “No permitiremos que los iraníes se doten de armas atómicas y no debemos volver al acuerdo nuclear anterior. Tenemos que mantener la política de máxima presión para impedirlo”, remachó el jefe del Gobierno israelí en un nada velado mensaje al presidente electo de EE UU, Joe Biden, partidario de restaurar el acuerdo nuclear suscrito con Teherán en 2015 y dejado en suspenso por el republicano Donald Trump tres años más tarde.

La UE, en un comunicado del Alto Representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, citado por Efe calificó el atentado de “acto delictivo contrario al principio de respeto a los derechos humanos” y llamó a “todas las partes”, a mantener la calma y evitar una escalada.


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