Trump cede y da luz verde al inicio de la transición de poder en Estados Unidos

Antony Blinken, en una imagen de 2015, en París.
Antony Blinken, en una imagen de 2015, en París.STEPHANE DE SAKUTIN / AFP

De los nombramientos confirmados este lunes por el equipo de transición del presidente electo Joe Biden, acaso ninguno simboliza mejor el profundo cambio que se dispone a experimentar Estados Unidos que el de Antony Blinken como secretario de Estado. Hace cuatro años, llegaba a la Casa Blanca el primer presidente de la historia del país sin experiencia alguna de Gobierno o militar. Al llegar, Donald Trump puso al frente de la diplomacia a Rex Tillerson (duró en el cargo menos de un año), un empresario petrolero a quien había conocido solo una vez y que, igual que el presidente, carecía de cualquier experiencia política o militar previa. Cuatro años después, llega a la Casa Blanca un presidente con más de cuatro décadas de experiencia en la política, y coloca como jefe de la diplomacia a un experimentado político, que ha trabajado en el Departamento de Estado bajo las dos últimas presidencias demócratas y a quien conoce profundamente después de más de 20 años de colaboración.

La sintonía entre el presidente y el secretario de Estado, y la experiencia de ambos, son solo parte de la diferencia entre la forma de contemplar la política exterior en las dos Administraciones. Biden ha prometido reconstruir las alianzas globales rotas por la Administración Trump, y devolver a Estados Unidos al lugar prominente en el tablero global que, a su juicio, ha perdido tras cuatro años de una presidencia que hizo gala de un rechazo al multilateralismo. Esas serán las prioridades marcadas en la agenda del próximo secretario de Estado, y coinciden con la visión multilateralista que el elegido por Biden ha exhibido durante su carrera en la política exterior.

Blinken, de 58 años, estuvo en el Departamento de Estado de Bill Clinton. Después, cuando en 2001 el senador Joe Biden fue nombrado presidente del Comité de Relaciones Extranjeras de la Cámara alta, Blinken se convirtió en su asesor. Cuando Obama eligió a Biden como vicepresidente, Blinken regresó a la Casa Blanca como su consejero de Seguridad Nacional. A continuación fue viceconsejero de Seguridad Nacional de Obama, en cuya Administración acabaría siendo subsecretario de Estado con John Kerry.

De su peso en la cúpula de la política exterior durante la Administración Obama da fe la famosa fotografía en la que Obama y Biden siguen por pantallas la operación en la que se mató a Osama Bin Laden, donde se puede ver a Blinken entre la docena de personas congregadas en la habitación.

Su trayectoria indica que imprimirá un tono y una filosofía diametralmente opuestos a los que han marcado la política exterior de Trump. Se educó en París, donde se convirtió en bilingüe. Allí también desarrolló una afición por el fútbol y coqueteó con convertirse en director de cine. Aprendió también a tocar la guitarra, y compuso canciones, algunas de las cuales pueden escucharse en Spotify, como Ablinken.

Licenciado en Harvard y en Columbia, Blinken es conocido por sus formas educadas y su sentido del humor. Hijastro de un superviviente de Auschwitz que se convirtió en consejero del presidente Kennedy, quienes han trabajado con él consideran que su compromiso con los derechos humanos es genuino.

En estos años, ha reconocido errores y ha expresado su arrepentimiento por determinadas políticas de la Administración Obama. Lamenta no haber intervenido de manera significativa en Siria, y también haber apoyado inicialmente a la guerra saudí en Yemen. Blinken es firme en su apoyo a la seguridad de Israel, algo que ya ha provocado alguna tensión en las filas demócratas antes incluso de su nombramiento. “Solo asegurémonos de que no trata de silenciarme y suprimir mi derecho a criticar las políticas racistas e inhumanas de Netanyahu”, ha dicho la congresista Rashida Tlaib.

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