Quedan pocas dudas de que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump aspira a volver a la Casa Blanca. Lo ha estado sugiriendo una y otra vez de diferentes maneras. Este jueves lo ha hecho quizá de la manera más clara hasta la fecha. Un anuncio oficial, sin embargo, no espera en ningún caso antes de las elecciones legislativas del próximo martes 8 de noviembre, en las que los republicanos aspiran a recuperar el control del Congreso.
Trump intervenía este jueves en uno de los mítines de la recta final de la campaña electoral, esta vez en Sioux City (Iowa). “Me presenté dos veces, gané dos veces”, ha dicho, instalado en su mentira, “y lo hice mucho mejor la segunda vez que la primera, obteniendo millones de votos más en 2020 que los que obtuve en 2016; y del mismo modo, obteniendo más votos que cualquier presidente en ejercicio en la historia de nuestro país con diferencia. Y ahora, para que nuestro país sea exitoso y seguro y glorioso, muy, muy, muy, probablemente lo haré de nuevo, ¿de acuerdo?”, ha dicho Trump. “Muy, muy, muy probablemente”, ha repetido. “Preparaos. Es todo lo que os digo. Muy pronto”.
La legislación electoral estadounidense somete a una serie de restricciones sobre financiación a quienes oficialmente se proclaman candidatos. Eso explica en parte que ni él ni el propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hayan dado el paso definitivo. Biden se ha limitado a reiterar una y otra vez que tiene “la intención” de presentarse a la reelección.
Recta final
Inicialmente, buena parte del Partido Republicano no quería que Trump tuviese mucho protagonismo en la campaña de unas elecciones que veían ganadas y preferían que retrasase cualquier anuncio que distrajese la atención de los votantes. El protagonismo le llegó por el registro de Mar-a-Lago, su mansión de Florida, donde retenía un centenar de documentos oficiales con marcas de clasificación como secretos. Desde comienzos de septiembre, Trump ha estado dando mítines a un ritmo de uno por semana y en la recta final ha acelerado. Tras el mitin de este jueves, aún tiene previstos otros en Pensilvania, el sábado; en Florida, el domingo y en Ohio, el lunes, víspera electoral.
Muchos de los candidatos que se presentan el 8 de noviembre están avalados por él y se juega mucho en la campaña. “Si algunos de los candidatos que ha respaldado el presidente Trump, como Mehmet Oz, en Pennsylvania; Herschel Walker, en Georgia, o Blake Masters, en Arizona, tienen buenos resultados, Trump lo puede ver como un referéndum positivo sobre él, que parece interesado en presentarse de nuevo”, señala Libby Cantrill, directora general responsable de políticas públicas de Pimco.
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Trump intervenía en Iowa al día siguiente de que Biden alertase del “riesgo para la democracia” que supone que el expresidente no acepte el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 y se aferre a “la gran mentira” de que se las robaron. En sus mítines, Trump denigra al actual presidente con ataques políticos y personales. Este jueves ha vuelto a las críticas en Iowa, un Estado de marcado color republicano. No es un Estado en disputa, así que la presencia de Trump allí puede interpretarse como una forma de hacer campaña por sí mismo de cara a las primarias republicanas de 2024.
“El modo de vida de Iowa está bajo asedio y es una gran forma de vida, una hermosa forma de vida. Biden y los lunáticos de la extrema izquierda están haciendo la guerra a nuestros agricultores, aplastando la energía americana, atacando a Iowa, el etanol, y estrangulando a las familias de Iowa con los precios al alza. Y nunca ha habido un presidente mejor, realmente, creo que puedo decir a cualquiera (…) que nunca ha habido un presidente que haya sido mejor para los agricultores, que haya sido mejor para Iowa que Trump”, ha dicho el expresidente hablando de sí mismo en tercera persona.
En Iowa, intervenía junto al actual senador, el republicano Chuck Grassley, de 89 años, tiene casi garantizada la reelección para el que sería su octavo mandato de seis años. Lleva ganando elecciones sin parar desde los 26 años. Fue elegido por primera vez senador en 1980, en las mismas elecciones en que Ronald Reagan logró la presidencia, y para entonces ya llevaba seis años como miembro de la Cámara de Representantes y otros 16 como congresista estatal.
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