El presidente estadounidense, Donald Trump, volvió este miércoles al Despacho Oval a pesar de no haber superado la cuarentena por padecer COVID-19 y de que esa oficina se encuentra en la estrecha Ala Oeste, donde trabajan decenas de personas.
Trump se desplazó al Despacho Oval la tarde del miércoles para que sus asesores le pusieran al día sobre la economía y el huracán Delta, que se dirige a la costa sur de Estados Unidos, informó a la prensa un portavoz de la Casa Blanca, Brian Morgenstern.
“Me acaban de informar sobre el huracán Delta, y he hablado con los gobernadores de Texas (Greg Abbott) y de Louisiana, John Bel Edwards. Por favor, sigan las indicaciones de sus líderes estatales y locales”, tuiteó Trump poco después.
El presidente, además, publicó un video en Twitter en el que celebró su regreso al Despacho Oval y dio una actualización sobre su estado de salud. El mandatario atribuyó su mejoría al medicamento Regeneron.
Desde que volvió del hospital el lunes, el presidente ha estado trabajando desde la residencia presidencial, ubicada en el segundo piso de la mansión situada en el corazón de Washington.
Sin embargo, desde este martes había presionado a sus asesores para volver al Ala Oeste, aledaña al edificio principal y donde se encuentra el Despacho Oval, reconoció este miércoles el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows.
“Ayer él quería ir al Despacho Oval. Si decide ir (el miércoles) al Oval, tenemos allí protocolos de seguridad, no solo equipos de protección personal, sino en cuanto a la ventilación”, dijo Meadows a los periodistas en la Casa Blanca.
Los asesores de Trump le convencieron este martes de quedarse en la residencia porque no veían claro que pudiera volver de forma segura al Despacho Oval, situada en el extremo de un Ala Oeste constreñida, donde decenas de sus asesores y de periodistas trabajan en un espacio muy pequeño.
Según su médico, Trump lleva más de 24 horas sin síntomas de COVID-19, pero todavía no está fuera de peligro, puesto que los pacientes de la enfermedad están en especial riesgo durante entre siete y 10 días desde que se registran los primeros síntomas, algo que en el caso del presidente ocurrió supuestamente el pasado jueves.
Además, Trump ha regresado a una Ala Oeste golpeada también por el COVID-19, ya que al menos nueve empleados de la Casa Blanca han dado positivo en los últimos días, el más reciente de ellos el asesor del presidente en temas de inmigración, Stephen Miller.
El lunes, cuando Trump volvió del hospital militar después de tres días ingresado, la oficina de gestión de la Casa Blanca envió un correo electrónico al personal de mayor rango con instrucciones sobre cómo protegerse.
El mensaje, obtenido por el Washington Post, instruía a esos asesores a “limitar cualquier tránsito por el primer piso del Ala Oeste y por la residencia”, y si visitan el segundo piso de la mansión, donde se encuentra Trump, deben ponerse equipos de protección que incluyen una bata amarilla, mascarilla quirúrgica, anteojos y guantes.
Sin embargo, la Casa Blanca no ha cambiado su directriz sobre el uso de mascarillas y no obliga a llevarlas, pero fuentes consultadas por el Post afirman que casi todos los empleados las han llevado puestas en los últimos días, incluido el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner, quien normalmente no la lleva.