Otro verano extraño. Con menos restricciones que el pasado, pero extraño. Corrían las reservas de viajes como si no hubiera un mañana desde el momento en que se abrió el semáforo para aterrizar en España a principios de mes; hoteleros y restauradores se frotaban las manos pensando que el ánimo de salir de la gente les permitiría recuperar en esta temporada alta parte de lo que han perdido tras 15 meses cerrados o casi; pero llegó Boris Johnson y apagó esas esperanzas. La decisión del Reino Unido de cerrar el grifo a las vacaciones en España de sus ciudadanos, los primeros visitantes internacionales del país desde hace 65 años, con un 21,5% del mercado en 2019, ha devuelto viejos fantasmas a la industria. Porque, no nos engañemos, con el viajero español, por mucho que alargue sus vacaciones y gaste más este año dadas sus ganas de veranear, la máquina turística española no tiene ni para empezar.
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Un galimatías, eso es en lo que se ha convertido el viaje fuera de las fronteras nacionales e incluso dentro. La proliferación de restricciones a la movilidad y a la socialización está propiciando que los empleados de las agencias de viajes tengan que hacer un máster para conocer la situación de todos los destinos, ironizaba Mercedes Tejero, gerente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), en un reciente encuentro virtual sobre el pasaporte covid. Algo a lo que también se están dedicando los departamentos internos de reservas de las cadenas hoteleras. El cliente busca información, no sabe a qué atenerse antes de viajar.
El certificado verde covid puede ser la solución a partir del día 1 de julio, cuando está prevista su entrada en vigor en Europa. Llega demasiado tarde, dijeron los intervinientes en el foro organizado por Círculo Legal Madrid, porque la mayoría de los turistas internacionales ya han realizado sus reservas de vacaciones, pues buena parte de ellos estarán de vuelta a mediados de agosto. Pero puede convertirse en la ansiada homologación de las normas sanitarias en los 27 países de la Unión Europea e Islandia, Suiza y Noruega.
Felipe García, socio de Círculo Legal Madrid, considera que el pasaporte europeo pretende estimular el turismo, el sector podría elevar entre un 10% y un 15% sus ingresos gracias a él. “Si las comunidades autónomas consiguen ponerlo en marcha a tiempo, porque algunas, como Extremadura, van muy adelantadas, aunque otras no tanto”, dice.
El letrado avisa a quienes obtengan el certificado antes del 1 de julio, ya que actualmente se puede solicitar y está funcionando en programas piloto, de que solo será válido hasta el 12 de agosto. “Este instrumento tiene un freno de mano. Si hay un país donde sube la incidencia, el resto puede imponer cuarentenas obligatorias o vetar el acceso a ciudadanos que provengan de territorios con cepas peligrosas”, explica García.
Los viajes de largo radio están mucho más limitados. México, Brasil, República Dominicana, Maldivas y Costa Rica están abiertas al turismo y durante este mes otros destinos fuera de Europa seguirán sus pasos, según Pedro Giménez, de American Airlines.
Pero todavía hay mucha incertidumbre y está por ver si España consigue atraer este verano a los 15 o 16 millones de visitantes internacionales que pronostica la Secretaría de Estado de Turismo.
La vacuna marca la pauta viajera
La correlación entre el avance de la vacunación contra la covid-19 y el mejor comportamiento del mercado turístico es clara, según Raúl González, consejero delegado para Europa, Oriente Medio y África de Grupo Barceló. De hecho, la imagen exterior de países como Israel, Reino Unido y Estados Unidos ha mejorado tras la eficiente gestión de su proceso de vacunación, destaca José María Cubillo, director general de Mesías.
En Estados Unidos la movilidad interna ya se sitúa a niveles prepandemia o superiores, expone Pedro Giménez, de American Airlines. Incluso México y el Caribe se están beneficiando de la gran demanda viajera de los americanos. De hecho, la emisión de turistas de Meliá en ese segundo destino en el último mes se sitúa por encima de 2019. Para Barceló, Estados Unidos es actualmente el mercado grande con mejor comportamiento y con bastante movilidad, algo que se nota en sus hoteles del Caribe y Centroamérica. “El estadounidense está viajando. El canadiense no”, señala Raúl González.
China y Dubái son otros mercados donde Barceló constata una ocupación similar a la de hace dos años. En el país asiático detecta incluso una subida de las tarifas gracias al tirón del turista interno que en el emirato aún no se da.
Sin embargo, “Europa tiene el peor comportamiento del mundo. Está siendo un fracaso en su conjunto. Con el cambio constante y generalizado de las normas de seguridad. Sin unas reglas del juego claras y con la gestión deficiente de los gobiernos. Ahora tenemos depositada la esperanza en los certificados covid”, sentencia González, que fija la conectividad aérea en el continente en apenas un tercio sobre la de 2019.
La baja cifra de aviones está frenando al sector, pues cerca del 80% de los turistas internacionales se desplazan mediante esta vía al menos a España, primer destino vacacional europeo, que lo sufre especialmente.
Y no solo eso, “se nota que países competidores como Grecia y Turquía han tomado las decisiones antes que nosotros. El haber llegado tarde al mercado internacional nos repercutirá”, avisa Mercedes Tejero, de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV). Opinión que comparte el representante de American Airlines: “En España la tardanza en hacer va a provocar que no tengamos un mercado potente. Una oportunidad perdida”. Porque, por ejemplo, los viajeros estadounidenses que veranean en Europa se concentrarán en un solo país, y Grecia y Turquía nos han tomado la delantera, añade. De hecho, el responsable de Meliá, Gabriel Escarrer, admite que Grecia ha ganado cuota de mercado en detrimento de España. El que su ministro de Turismo liderase la acción en la UE para salvar al sector ha tenido recompensa.
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