Un año de pandemia: embarazos más angustiosos y partos con mascarilla


Laura supo que estaba embarazada en febrero de 2020, apenas un mes antes de que se desatase la pandemia que lo ha cambiado todo en el último año. Ha cambiado incluso la forma en la que las mujeres viven sus procesos de embarazo, parto y postparto. Laura, por ejemplo, reconoce que la pandemia influyó en su embarazo tanto en el plano físico –porque apenas pudo moverse o hacer ejercicio– como en el emocional y social. “El confinamiento estricto me pilló durante el primer trimestre e inicio del segundo trimestre, con una hija que tenía apenas dos años recién cumplidos, así que mi marido y yo tuvimos que turnarnos para trabajar y cuidarla. Además de la falta de ejercicio, pasé momentos de mucha ansiedad y preocupación, lo que me llevaba a comer más. Engordé más de 20 kilos”, explica. En mayo de 2020, el Ministerio de Sanidad publicaba un documento con información y pautas para mujeres embarazadas durante el confinamiento. No obstante, la crisis de la covid-19 no ha sido fácil de afrontar a nivel emocional para muchas mujeres embarazadas, quienes, según diversos estudios, han manifestado una mayor presencia de síntomas de ansiedad y depresión.

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Laura reconoce que le preocupaba mucho contagiarse por temor a que le pasara algo a ella o a su bebé, pero también le angustiaban “las citas médicas para las revisiones y ecografías”, a las que tuvo que acudir sola, y “los protocolos de parto tan rígidos que se aplican en muchos hospitales”. La intranquilidad y la incertidumbre también estuvo presente a lo largo de todo el embarazo de Leticia, que dio a luz a su segundo hijo a finales de febrero en Madrid. En su caso también estuvo presente la soledad ante las restricciones de asistencia de las parejas a las citas médicas y, sobre todo en la recta final del embarazo, el miedo al contagio. Ella sin embargo no vivió con angustia la elección del hospital para el parto, ya que le aseguraron un desarrollo del proceso seguro pero respetuoso. Protocolos más o menos rígidos según hospital, pero en todos ellos la presencia de la mascarilla durante el parto.

Parir con mascarilla

Semanas antes de la fecha probable de parto, a Leticia le informaron detalladamente del protocolo que se estaba siguiendo en el hospital que habían elegido para el parto: tendría que hacerse PCR a la hora del ingreso y durante el parto podría estar sin mascarilla, salvo en el momento en que entraran otros profesionales, ya que entonces sí tendría que ponérsela. Leticia no recuerda la incomodidad de su uso en el momento del parto, pero sí después, ya en la habitación. “Llevé peor tener que estar pendiente de ponernos la mascarilla cuando ya estábamos en la habitación, cuando estás más pendiente de maternar”, cuenta.

Laura dio a luz a mediados de octubre de 2020. Fue un parto inducido y señala que pudieron estar ella y su pareja solos durante toda la dilatación. “En ese tiempo que estábamos solos nos quitábamos la mascarilla para vernos las caras, para que yo pudiera respirar (o gritar), para besarnos. Cuando entraba el personal sanitario, siempre con ella puesta”. ¿Cómo ha sido parir con mascarilla? Responde que el tiempo que estuvo en el paritorio llevó doble mascarilla quirúrgica, y aunque no recuerda que le resultara molesta durante el proceso de expulsivo (”Imagino que estaba tan absorbida por lo que estaba ocurriendo que hasta se me olvidó), sí le incomodó no poder ver bien a su hijo y no poder besarle a él o a su pareja. “En el aspecto emocional el parto habría sido diferente en otras circunstancias. Poder besarnos, vernos las caras en ese momento… Me apena un poco ese recuerdo”.

Según Laia Casadevall, matrona y autora de Guía para un embarazo consciente, la mascarilla puede llegar a ser molesta especialmente en partos fisiológicos, ya que, en su opinión “limita la comunicación y es una forma más de medicalizar el parto”. Además, señala que para algunas mujeres puede asociarse a sensaciones de claustrofobia y falta de oxígeno. “Sabemos que llevar mascarilla por periodos largos de tiempo y en situaciones de esfuerzo puede dificultar el intercambio de gases y esto podría tener repercusión directa para el bebé. Por este motivo, el Royal College of Midwives de Inglaterra emitió un comunicado en julio de 2020 en contra del uso generalizado de la mascarilla por parte de las gestantes durante el parto”, explica.

La matrona Nazareth Olivera Belart reconoce que el uso de la mascarilla durante el parto es un tema muy controvertido: hay miedo al contagio, y entiende la necesidad de su uso, pero también encuentra que el cómo se viva un parto con la obligación de uso de mascarilla depende mucho de cada mujer y de cada proceso. “Algunas mujeres verbalizan que es muy molesta, pero para otras no lo es. Algunas están tranquilas, otras hacen amago y necesidad de quitársela. No es lo mismo la mujer que está sin epidural, moviéndose, cambiando el ritmo de la respiración, que una mujer que está con epidural más tranquila”, explica. En general, el uso de la mascarilla es puntual, cuando el personal sanitario entra en las dilataciones o en el momento del expulsivo. El tiempo que permanecen los profesionales sanitarios depende de la carga asistencial (que le permite acompañar de manera más individualizada o no) y del tipo de parto. “En un parto sin epidural las mujeres nos requieren, como es lógico, más presentes. La norma es que se debe llevar la mascarilla. Sin embargo, llama la atención que las personas que hacen deporte están exentas de llevarla o que incluso te la puedas quitar para fumar por la calle. ¿Una mujer de parto no puede? En el momento del expulsivo es un inconveniente porque el parto es un trabajo físico. Por eso creo que necesitamos individualizar siempre y cuidar el bienestar de las mujeres teniendo en cuenta nuestros equipos de protección personal”.

¿Es necesario que una mujer en proceso de parto tenga que llevar la mascarilla si la prueba PCR ha sido negativa? Ante la falta de consenso en este sentido en España, los hospitales tienen en cuenta el principio de precaución y sus protocolos marcan el uso de la mascarilla como obligatorio durante el proceso de parto. Nazareth Olivera explica que su uso se debe sobre todo a los falsos negativos en las PCR, pero vuelve a insistir en que se debería hacer un uso racional de la mascarilla. “Vemos con frecuencia mujeres asintomáticas que dan resultado positivo después en la PCR. Se sabe que el personal sanitario era el más contagiado cuando empezó la pandemia, a pesar del uso de equipos de protección. Estamos expuestos y eso nos hace también potenciales transmisores a los demás. Sin embargo, el parto es un proceso físico intenso, además de un momento emocionalmente muy importante. Debemos poder individualizar y hacer excepciones como se hacen para pacientes con problemas respiratorios. Buscar el bienestar de la mujer de parto, minimizando el uso de mascarilla a determinados momentos y a la vez asegurar la protección del personal que estamos con ellas durante el proceso de parto”, sostiene. En el caso de que la prueba haya sido positiva, depende mucho de los hospitales, pero según Nazareth, lo habitual es que no cambie nada. “El parto debe asistirse de la misma manera, con los mismos protocolos. El personal sanitario debe llevar un equipo de protección adecuado”.

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