Ime Udoka no es el único debutante que está dejando huella en su primera temporada con los Boston Celtics. El entrenador fue una de las apuestas más atrevidas y a la postre exitosas de Brad Stevens, que se ha estrenado como presidente de la franquicia acertando en todas las decisiones tomadas hasta la fecha. Después de ocho años entrenando al equipo, el nuevo responsable de las operaciones deportivas aceptó sin pensárselo dos veces la transición del banquillo a los despachos cuando los dueños del equipo le propusieron sustituir a Danny Ainge, una figura de calado para Boston.
“Es una promoción natural para alguien con quien hemos trabajado ocho años”, comentó Wyc Grousbeck, propietario de la franquicia, el 2 de junio de 2021. “El objetivo es ganar el decimoctavo anillo o morir intentándolo”, añadió. Justo un año después, ese objetivo está a tan solo tres victorias después de la brillante victoria en el primer partido de las Finales de la NBA contra los Golden State Warriors, una progresión de ensueño para un equipo que no viajaba a la eliminatoria por el título desde hacía más de una década y que en el siglo XXI tan solo alzó el trofeo Larry O’Brien en 2008.
“Estoy entusiasmado por Brad, él nació para esto”, aseguró Ainge durante su renuncia al cargo que ostentó desde 2003. Con 44 años, Stevens no se cortó ni un pelo en su debut como ejecutivo. Su primera decisión, la contratación de otro novato para el banquillo, ha tenido un impacto obvio en la plantilla.
Ejecutivo novato, entrenador novato
Ime Udoka, con experiencia de asistente en San Antonio, Philadelphia y Brooklyn, llegó sin demasiadas credenciales –más allá del inconfundible sello de calidad de los pupilos de Gregg Popovich en la liga– entre el gran público, pero el entrenador ha logrado algo que Stevens no pudo conseguir en sus ocho años entrenando a la plantilla: llegar al corazón de los jugadores y motivarles para trabajar unidos como grupo, una dirección que les ha convertido en el mejor equipo de 2022 en términos estadísticos absolutos.
Juancho Hernangómez decía el otro día que los Celtics eran egoístas, pero eso fue en 2021 cuando Udoka empezaba su andadura y el equipo arrastraba vicios de la etapa bajo el mandato de Stevens. El jugador español apenas pudo participar en la temporada de Boston y acabó traspasado en febrero en medio de la revolución propuesta por el rookie en los despachos. Fue precisamente en el tramo final de campaña cuando los de verde cambiaron el chip y empezaron a ser un grupo unido.
Traspasos con tino
El plan de Stevens para Boston esta temporada arrancó apenas dos semanas después de su estreno como presidente de la franquicia. No dudó a la hora de apretar el gatillo para traspasar a Kemba Walker a cambio de Al Horford, un base con galones de estrella por un pívot veterano con mayor vocación colectiva. El interior, huelga decirlo, ejerció como héroe de los Celtics en el primer partido contra los Warriors tras anotar 26 puntos y enchufar 6 triples, el mejor registro de su carrera justo cuando cumplía, al día siguiente, 36 años.
Otro movimiento clave del ejecutivo esta temporada fue la renovación de Robert Williams III, el pívot que se ha convertido en el ancla defensiva de unos Celtics que basan su juego en la capacidad de parar los pies a sus oponentes. El jugador, a pesar de las lesiones, se ganó la confianza de sus compañeros y ha terminado el año convertido en una pieza esencial del engranaje defensivo ideado por Ime Udoka. En el primer partido de las Finales, Williams taponó 4 tiros y amenazó la pintura oponente liberando espacios para los triplistas.
Finalmente, el movimiento maestro que terminó de apuntalar el excelente 2022 de estos Celtics fue el traspaso por Derrick White en el cierre de mercado de febrero. Al contrario que su antecesor, Stevens incluyó en sus acuerdos a muchas rondas del draft a cambio de jugadores contrastados que pudieran sumar de buenas a primeras al equipo.
De nuevo, las Finales de la NBA subrayaron el acierto del presidente de los Celtics. White anotó 21 puntos y 5 triples desde el banquillo, siendo uno de los factores diferenciales en la victoria que le sitúa 0-1 arriba en la eliminatoria por el título. “Se trata de añadir a tipos que puedes imaginar jugando en un séptimo partido de playoffs. Sabes que podrán ayudarte sobre la pista y tendrán su papel en tu victoria”, justificó el día de su traspaso Stevens.
Dicho y hecho. El éxito de los Boston Celtics es un acierto de todos sus estamentos: los dueños supieron dar el papel de su vida a su exentrenador, él mismo supo confiar en un carácter opuesto para dirigir a sus expupilos y, finalmente, los jugadores abrazaron la nueva filosofía y entendieron los motivos del gran cambio organizativo, ganar el anillo.
Están a tan solo tres victorias de conseguir el objetivo definitivo.