Nada ni nadie muere completamente mientras sea recordado allí donde vivió, y Michael Robinson continúa muy presente en la memoria del ‘planeta fútbol’. Este miércoles se cumple un año del fallecimiento del carismático exfutbolista y comunicador, que se marchó a los 61 años tras luchar contra el cáncer desde octubre de 2018. Se cumple un año desde que se apagó el acento del fútbol, pero el mismo resuena perenne en la memoria de todos aquellos que algún día tuvieron la suerte de disfrutarlo.
Nacido en Leicester el 12 de julio de 1958, Robinson fue futbolista profesional, vistiendo las camisetas del Liverpool y Osasuna, entre otros, pero una lesión de rodilla precipitó su retirada con 30 años. Fue entonces cuando supo reinventarse para pasar a ser todo un referente de la comunicación española.
Desde sus primeros pinitos comentando partidos de la liga inglesa en TVE hasta su inolvidable dupla junto a Carlos Martínez en las retransmisiones de Canal Plus. Pasando también por ser la cara visible de ‘El Día Después’, un programa que ha marcado a toda una generación tanto o más que el videojuego ‘PC Fútbol’, del que también fue imagen y voz.
Con un carisma de los que más que trabajarlo se tiene o no se tiene, Robinson se ganó al público como solo pueden hacerlo los genios. Probablemente sin ni siquiera planteárselo, pero de forma natural e inevitable. “Soy un gaditano más”, decía en ocasiones con una sonrisa de oreja a oreja de esas que contagian en referencia a Cádiz, ciudad de la que se enamoró tanto o más que del esférico del fútbol, el ovalado del rugby y la pelota de golf, sus otras grandes pasiones.
Un ejemplo de valentía y entereza
Tras hacerse pública su enfermedad, Robinson dio una lección de valentía y entereza imposible de olvidar. “Estoy jugando un partido y voy perdiendo 2-0. Pero ojo, queda media hora y tengo a Messi quitándose el pantalón del chándal para entrar a jugar para mí. Esto lo voy a ganar”, aseveró entonces.
Optimista hasta el final, el destino lamentablemente le privó de acertar con su pronóstico y se marchó de este mundo. Pero dejó para los que nos quedamos en el mismo un eterno e imborrable legado como ser humano. Te fuiste, Michael, pero ‘You’ll never walk, alone’, genio.
