“La mutilación genital femenina es un problema que la gente confunde con cultura, tradición o religión, pero no es así. Es algo que tiene que acabar porque va contra la salud de las niñas que la sufren. Niñas que luego no son capaces de recuperarse o si lo son, tienen secuelas para toda su vida. Por eso es algo que no es bueno para ellas, al contrario, tiene muchos efectos negativos en su día a día”, explica Aicha Camara que tras dar un sorbo de una taza de té rojo en un bar de Madrid, continúa: “En la sociedad española sabemos que las niñas no sufren este tipo de problema, como sucede en el continente africano. Sin embargo, no cabe duda de que las niñas de origen africano que viven en España o en Europa sufren la mutilación genital femenina de forma clandestina en sus casas. O se las llevan de vacaciones a sus países y allí se les realiza lo que sus familias ven como solo un evento cultural o ligado a la tradición, antes de volver a traerlas aquí. Por eso es necesario concienciar tanto a las personas que están allí como también a las que están aquí”.
Concienciar tanto a unas como a otras es lo que Camara se ha propuesto con MYA (Mutilación y Ablación), un corto de 13 minutos que ha escrito y dirigido y que se estrenó en Madrid el pasado 10 de octubre. Una obra que ya ha cosechado un premio en el II Festival Internacional de Cine Social y Ecológico del Mediterráneo (FICSEM) celebrado en Torrevieja (Alicante) el pasado mes de septiembre.
La idea de realizar este trabajo le vino durante la cuarentena impuesta con motivo de la pandemia de covid-19. Tiempo que aprovechó para escribir un guion que versa sobre la historia de unas niñas y lo que les sucede durante sus vidas. En una de las escenas son sometidas a la mutilación genital femenina. Cuando lo terminó de escribir, Camara vio que ese episodio tenía suficiente fuerza en sí mismo para no tener que esperar a conseguir la financiación para realizar el largo y decidió rodar el corto centrado en él. Y lo hizo sabiendo lo arriesgado que podría ser para ella: “Mi familia misma, mis primas, mi propia madre la han sufrido y cuando voy a Guinea lo primero que la gente pregunta a mi familia es si a las niñas nos han practicado la mutilación genital femenina, incluso antes de preguntar cómo estamos. Para mí esto siempre ha resultado muy chocante y, sin embargo, para ellos, allí en Guinea, es de lo más normal. Por eso empecé a interesarme por el tema y ahora tengo muy claro que la mutilación genital femenina tiene mucho de control, de sometimiento de la mujer, de controlar incluso su apetito sexual. Y todo eso se camufla con normas religiosas del islam, o con la tradición y la costumbre. Me es igual cómo lo envuelvan, es una aberración contra la mujer y sus derechos y hay que luchar contra ella”.
Tengo muy claro que la mutilación genital femenina tiene mucho de control, de sometimiento de la mujer, de controlar incluso su apetito sexual
Aicha Camara
Camara nació en Conakry y en el año 2003 se reunió con sus padres en Torrevieja (Alicante) tras pasar año y medio en Abiyán, Costa de Marfil, esperando la llegada del visado por reunificación familiar, ya que en su país no había en aquel entonces embajada española. Realizó sus estudios en la localidad alicantina, compaginándolos con el atletismo: “Participaba en los 100 metros lisos, 200 metros lisos y 200 vallas, y las 100 vallas también los corría. He tomado parte en competiciones nacionales y llegué a ser campeona de España, pero al llegar a la universidad, los estudios me quitaban mucho tiempo y lo dejé”.
Con 18 años, Aicha se trasladó a Zaragoza para estudiar y se licenció como óptico optometrista. De ahí pasó a Madrid para realizar el máster en optometría y visión. Todo este esfuerzo no le impidió formarse como actriz. Ahora trabaja en una óptica en la capital y con los ahorros conseguidos con su sueldo ha podido financiar la producción de su primer trabajo cinematográfico.
“Yo soy actriz”, afirma, “pero como sabemos, España es un país donde los actores negros tenemos muy pocos papeles por lo que decidí empezar a escribir guiones donde nosotros fuéramos los protagonistas. El primero es el guion de un largometraje titulado Un sueño. Trata de la vida de un tío mío que era abogado en Guinea y decidió venir a Europa en busca de una mejor vida para su familia, pasando por Malí, Argelia y Marruecos, cogiendo el cayuco en el Mediterráneo para llegar a Almería y al final al llegar allí se llevó una gran desilusión. Para poder filmar este largometraje estoy realizando una crowdfunding. Mi idea es llevar a cabo esa película, pero mientras tanto voy haciendo cortometrajes como MYA”.
También, junto a otros compañeros ha formado el Sindicato Nacional de Artistas Afroespañoles (SNAAE), del que es presidenta, con el fin de conseguir fondos y espacios donde esas personas puedan mostrar su arte.
Camara intenta materializar los largometrajes que tiene escritos, porque su sueño es seguir haciendo cine social, cine del cual se pueda aprender y cine que otorgue a los artistas afroespañoles la posibilidad de vivir de su trabajo, cosa que ahora les es muy difícil.
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