Una pelea ha sido el origen del doble homicidio que acabó con la vida del dueño de la freiduría La Espuela y de un cliente, ocurrido a principios de esta semana en Parla. Según los investigadores del Grupo VI de Homicidios de la Jefatura Superior de la Policía Nacional, el altercado se produjo durante la madrugada del martes cuando estaban en el interior del local, ubicado en el número 21 de la calle Guadalajara, Rubén Molero Rodríguez, el dueño de 62 años, y José Ángel, un cliente que los vecinos conocen como el Maño, de 51. El origen de este enfrentamiento de momento se desconoce.
Agentes de la Policía Nacional detuvieron a las ocho de la tarde de este miércoles a un hombre como presunto implicado en el doble crimen. Se trata de un español de 52 años sin antecedentes policiales, conocido por las víctimas. El presunto autor, que actuó solo, acuchilló y golpeó en la cabeza a ambos hombres, cuyos cuerpos presentaban heridas de arma blanca y traumatismos, según confirman fuentes policiales.
La policía ha podido comprobar que se produjo un pequeño incendio en el interior, que fue el origen del olor a quemado que percibió el hombre que dio el aviso al 091 en la tarde del martes. Según las pesquisas de los investigadores, en su huida del local, el sospechoso intentó prender fuego a la freiduría para eliminar las pruebas del crimen, según ha informado EFE. Las llamas atacaron a la cocina y a uno de los cadáveres, que presentaba quemaduras.
Los vecinos llegaron este jueves a la freiduría para despedirse de Rubén y José Ángel el Maño. Algunos se paran en la acera al otro lado de la calle, para evitar la atención de las cámaras. Otros se acercan para prender unas velas y dejar flores, que ya ocupan todo el espacio de la ventana. Dos amigos se juntan en la puerta de La Espuela con un tercio y un chupito de licor entres las manos para brindar a la memoria de Rubén. “Te echaremos de menos, amigo”, dicen antes de regar con el alcohol el umbral de la puerta. Terminado el homenaje, vuelven a los taburetes del bar de al lado para seguir bebiendo.
Guadalupe Fuentes, de 85 años, se para en frente de la puerta del bar para leer el mensaje de despedida que dejaron los amigos de las dos víctimas. Con los ojos llenos de lágrimas, afirma no poderse explicar lo que ha pasado: “Era un buen hombre. Todos los días que salía de casa y pasaba por delante de su bar me saludaba y charlábamos un poco”. Recuerda que de vez en cuando había alguna riña en el local, y se podía escuchar en la calle la voz del dueño regañando a sus clientes. “Pero sin más, era un bar pequeño, no había nunca más de cuatro o cinco personas, y eran siempre las mismas”, afirma la vecina.
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Fue David Andrés, el camarero del bar Donde Kiko, cercano a la freiduría La Espuela, quien en la tarde del martes llamó a los servicios de emergencias para dar la alarma, ya que al acercarse al local había visto cristales rotos, sangre y un cuerpo en el suelo. Cuando llegó la policía, encontraron uno de los cuerpos tras la barra, entre la puerta del baño y la cocina, y el otro tendido en el suelo delante del mostrador.
A pesar de que las primeras hipótesis policiales apuntaron a una explosión en el interior del bar, la policía descartó que la causa de la muerte de las dos personas haya sido un estallido en la cocina, y empezó a investigar el suceso como muerte violenta. La autopsia a los cuerpos, llevada a cabo en el Instituto de Medicina Legal (IML) este jueves, ha confirmado esta hipótesis. El sospechoso permanece en dependencias policiales, a la espera de pasar a disposición judicial, y los agentes esperan su declaración para conocer el detonante de la pelea que ha llevado a la muerte de Rubén Molero y el Maño.
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