Viendo el partido se podría caer en la tentación de debatir sobre la fórmula elegida por el Atlético para pelear esta batalla. Habrá muchos a los que les sepa a poco, amargo o mezquino -pongan el adjetivo que quieran- pegarse 90 minutos de sufrimiento y brega, pero Diego
Simeone siempre ha tenido claro algo. Lo importante es ganar, sin que importe el cómo. Pero a todas luces sería un análisis superficial porque el Atlético fue mucho más que eso.
Recordemos que el equipo colchonerollegaba a este duelo con un brazo atado a la espalda para pegarse con el mayor peso pesado de Europa, a cuenta de las lesiones y recuperaciones ajustadas de sus jugadores franquicia, qué quieren que les diga…
Pues que hay días para recrearse y otros para ponerse el mono de trabajo y pelear como si defendieses a tu familia de la invasión de los bárbaros. Y éste era de esos. Era de los de dejarse el alma, la salud si era necesario, con tal de llegar a un balón más, a un despeje más. El Atlético sacó esa vena competitiva que tiene, sobre todo en las grandes noches, para tumbar al equipo de los récords y acudir a la vuelta en Anfield
Road con un resultado que es oro puro.
Nada está decidido pero el primero de los objetivos está cumplido, llegar a la vuelta vivos y con ventaja. Con tiempo suficiente para contar con un Costa más entonado, con un Joao
Félix recuperado… Siendo honestos, el Atlético jugó un partidazo. Desde lo colectivo, generoso en las ayudas defensivas, incontestable en el esfuerzo, con las ideas claras, proyectándose en ataque cuando se podía. Un equipo rojiblanco lleno de guerreros como bien había adelantado Klopp en la previa. El campeón de Europa quedó anulado en sus virtudes y no pudo vivir de sus muchos puntos fuertes. Eso también es fútbol. La sensación de miedo que daba el equipo visitante fue más territorial que real y las mejores ocasiones fueron locales.
Se olía, se tocaba, se intuía una noche importante en el Metropolitano, de esas que construyen recuerdos imborrables para la eternidad para construir un discurso de épica. Que se lo digan a los que vivieron noches así en el Vicente Calderón. Miles de personas habían escoltado al equipo en su llegada, pintando la oscura noche de Madrid del rojo fuego de las bengalas. La platea, recibió al equipo con 60.000 cartulinas y los pelos de punta.
Normal que el Atlético
de
Madrid arrancase el partido como un ciclón. A los cinco minutos golpeaba. Saque de esquina desde la izquierda de Alisson ejecutado por Koke, un balón que nadie remataba, que tocaba en Fabinho para llegar manso a un Saúl que cruzaba ante el meta brasileño. Inicio de ensueño. 1-0 ante el campeón de Europa con cinco minutos de juego.
Una primera página de guion que le servía de coartada para dar el sempiterno paso atrás. Que no era mal panorama tampoco, porque este Liverpool vive sobre todo de los espacios y la velocidad de los de arriba. Los de Klopp se hacían con el balón y atacaban posicionalmente a un Atlético que se multiplicaba para despejar los balones que llegaban al área. El equipo inglés presionaba como una jauría de lobos, robaba fácil ante las imprecisiones locales, pero se atascaba en el último peldaño. Los centros al área Alexander-Arnold eran golpes a palos de rugby.
El Atlético necesitaba salir, respirar, y lo hacía a los 20 minutos con un centro de Lodi que Robertson tocaba providencialmente cuando Morata ya estaba listo para empujarlo a la red. El Liverpool no se encontraba cómodo. Hasta Van Dijk estaba desubicado, cinco minutos después fallaba un despeje, se la dejaba a un Morata que se internaba en el área, recortaba y la pegaba dura abajo. Alisson sacaba como un portero de balonmano. Tremenda la ocasión.
Con el susto en el cuerpo, Oblak cometía un error impropio. Un despeje malísimo en la frontal del área que iba a Salah, el egipcio se apoyaba en Firmino y batía al esloveno. Con la suerte de que el brasileño del Liverpool estaba muy en fuera de juego. Era evidente que los nervios estaban agazapados por ambas partes en un choque con mucha tensión emocional.
Con un Atlético atrincherado sin rubor alguno, el Liverpool no encontraba la lucidez adecuada para asaltar la última línea defensiva y lo intentaba desde fuera del área, como con un disparo pegado al palo de Robertson.
Un planteamiento así era una ruleta rusa, porque aunque el equipo inglés se sienta más cómodo corriendo también tiene una velocidad endiablada para triangular. Y a la media hora se encontró con un disparo de Salah en el área que iba a la escuadra de Oblak pero que, gracias al cielo para los colchoneros, se topó con la cabeza de Felipe.
SEGUNDO ASALTO
El segundo acto comenzó con dos cambios. Uno en cada equipo. En el Atlético se retiró Lemar, con molestias, y entró Llorente. En el Liverpool se fue Mané y entro Origi. El partido se reanudó con la misma trama argumental, el equipo rojiblanco reculado y el inglés buscando la combinación para abrir el cofre.
A los 52’, una clarísima de nuevo. Un centro de Alexander-Arnold para que Salah cabecease solísimo en el área pegado al palo de Oblak. Contuvo la respiración el Wanda
Metropolitano. El dominio de los de Klopp era más territorial que otra cosa, porque le costaba generar ocasiones claras.
Y el Atlético sí tenía las suyas. La mejor, en el 67’, un centro de Lodi, notable en el partido, al corazón del área, donde Morata, con todo para reventar la portería, resbalaba en el peor momento, se golpeaba a sí mismo y tenía que dejar el choque por Vitolo. El brasileño protagonizaba la siguiente, con un disparo de 30 metros que rozaba la escuadra.
Klopp buscaba soluciones a un partido que tenía atascado. Cómo sería el choque del partido que sacaba del campo al mismísimo Salah, completamente anulado por el funcionamiento defensivo colchonero. El Liverpool respondía con una gran ocasión en ese tramo de partido. Un centro al corazón del área donde Henderson daba una volea que salía pegada al palo. De nuevo en vilo el Metropolitano.
VUELVE COSTA
En la recta final saltaba Diego
Costa al campo tras casi tres meses fuera de los terrenos de juego. Una circunstancia que coincidía con la lesión de Henderson. La Pantera tuvo una postrera ocasión con un disparo.
De ahí al final, el Liverpool lo intentó tímidamente y el Atlético rondó el segundo pero en realidad a los dos les valía el resultado. A los colchoneros para irse con ventaja, a los ‘reds’ para encontrarse con una vuelta aún con la eliminatoria abierta.
ATLÉTICO DE MADRID 1-0 LIVERPOOL
Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko, Savic, Felipe, Lodi; Koke, Saúl, Thomas, Lemar (Llorente, 45’); Correa (Costa, 76’) y Morata (Vitolo, 68’).
Liverpool: Alisson; Alexander-Arnold, Gómez, Van Dijk, Robertson; Henderson (Milner, 80’), Fabinho, Wijnaldum; Salah (Chamberlain, 72’), Firmino y Mané (Origi, 45’).
Goles: 1-0, Saúl (Min.5)
Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia). Amonestó a Mané (Min. 41), Correa (Min.44), Joe Gómez (Min.58), Klopp (Min.87’)
Incidencias: Partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el Wanda Metropolitano ante 68.500 espectadores.
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