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Un escalofrío visita al Athletic cada 17 junio


Cada 17 de junio un escalofrío recorre Bilbao sin saber por qué. Sucede y ya está. Como si fuera un espectro. Viene y se marcha. Algunos de los jóvenes que acuden ahora a San Mamés incluso ni habían nacido, pero las leyendas urbanas que circulan en el entorno zurigorri meten el miedo en el cuerpo a cualquiera.

Han pasado ya doce años de la tarde en la que el Athletic vio muy de cerca el precipicio. A noventa minutos. Hubiera sido un cataclismo futbolístico. Estaba en riesgo el honor de haber permanecido siempre en la élite. Por fortuna, la historia no quedó manchada. Los leones se impusieron al Levante (2-0) y continuaron en Primera División.


No fue aviso suficiente lo acontecido en el curso anterior, en el que el Athletic se libró en la penúltima jornada en Riazor. En la temporada 2006-07 tuvo que esperar hasta el banderazo final. Fue una campaña peliaguda. Con baches sin parar. Mané tomó las riendas después de un mal comienzo de Sarriugarte. Las lesiones mermaron sobremanera, especialmente en el centro del campo. Orbaiz y Tiko sufrieron graves percances en la rodilla e Iraola y Murillo conformaron el doble pivote rojiblanco durante buena parte del ejercicio.

Lo bueno para el Athletic aquel 17 de junio de 2007, dentro de todo lo malo, era que dependía de sí mismo. Se encontraba justo por encima de la quema, con un punto más que el Celta y con tres de renta con la Real Sociedad. Los leones no estuvieron ni un solo segundo en descenso a lo largo de la tarde a pesar de que se inició con sobresalto. Los donostiarras, que necesitaban una enorme carambola para salvarse, empezaron ganando en Mestalla… ¡con un gol de Gaizka Garitano!

Hizo un calor agobiante en la capital vizcaína. Como si se acercase el infierno. El encuentro arrancó a las cinco de la tarde y el metro era un hervidero de nervios en los minutos previos. Molina se erigió en la pesadilla del Athletic. Se lució con dos grandes intervenciones ante sendos cabezazos de Urzaiz. Parecía imbatible. Javi Martínez y Yeste no acertaron en el mano a mano. El Levante, en el que figuraba el actual presidente de la Federación Luis Rubiales, apenas se asomó a campo contrario. El único intento corrió a cargo de Robert en una falta lejana que solventó Aranzubia.

Más ración de Molina en el inicio del segundo acto. Otras dos paradas ante Urzaiz. El reloj corría y el gol no llegaba. Aunque la radio dejaba buenas noticias porque el Celta tampoco ganaba. El panorama se aclaró en Bilbao a la hora de juego. Aduriz percutió por la derecha y contó con la ayuda involuntaria de Serrano en su centro. El zaguero introdujo el esférico en su portería.

Molina se erigió en pesadilla con sus intervenciones hasta que llegaron los goles de Serrano, en propia puerta, y de Gabilondo

La puntilla llegó poco después. Urzaiz filtró un pase entre líneas, Etxeberria puso un balón templado desde el costado diestro y Gabilondo cabeceó al fondo de la red. San Mamés por fin respiró de alivio. Pero no había nada que celebrar. Hubo aplausos desde la grada según sonó el pitido final, sin embargo se tornaron rápidamente en silbidos hacia los jugadores mientras abandonaban el verde. Los futbolistas del Athletic se marcharon entre dando las gracias y pidiendo perdón. Se quedó en un susto, pero un escalofrío todavía recorre Bilbao cada 17 de junio.


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