Un ‘Grito’ contra el clasismo, el racismo y la corrupción

Un ‘Grito’ contra el clasismo, el racismo y la corrupción

El Zócalo se volvió a llenar tras los dos años aciagos de la pandemia. Esta vez sí, el corazón de Ciudad de México pudo conmemorar el inicio de la Independencia al calor de la multitud. El presidente Andrés Manuel López Obrador celebró la noche de este jueves el Grito ante una plaza abarrotada con casi 140.000 asistentes. Volvieron los ‘vivas’ de un acto protocolario y breve con poco margen para la improvisación. Pero donde suele caber siempre algún mensaje con el sello propio del presidente en turno. Este año, López Obrador encontró su hueco con una fórmula de contraste con los vítores tradicionales: “¡Muera el clasismo, el racismo y la corrupción!”.

Desde el balcón del Palacio Nacional, el alegato del presidente, que bien podría servir también como un slogan de campaña para la Cuarta Transformación, se mezcló con los vivas a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz, Leona Vicario, las madres y padres de la patria, los héroes anónimos o el heroico pueblo de México. En su lista, López Obrador incluyó también otros destinatarios ya habituales en sus tres gritos anteriores: las “comunidades indígenas” y otros más universales como “la libertad”, “la justicia”, “la democracia” o “nuestra soberanía”.

La intervención presidencial, de apenas un minuto, concluyó con el repique de la campana de Dolores, colocada sobre el balcón presidencial. Una recreación de la arenga original del cura Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810 en Guanajuato, episodio histórico y mito fundacional de la Independencia mexicana. Después llegó el turno del himno nacional, los fuegos artificiales, el son jarocho y Cielito lindo.

Desde mediodía, la plaza del Zócalo, una de las más grandes del mundo, comenzó a recibir gente. Para calentar motores, el popular grupo de música norteña Los Tigres del Norte, tocó en vivo a partir de las 20:30 horas. Ante la cantidad de gente que fue llegando, las autoridades anunciaron que abrieron los espacios vacíos a los costados del balcón, que en ocasiones anteriores solían permanecer cerrados para el paso de prensa y militares.

López Obrador había dejado claro durante la preparación de los festejos que quería que fuera una jornada especial tras los dos años de grito silencioso y solitario por la pandemia. La lista de invitados de este año al Palacio Nacional es una muestra de ello. Los expresidentes de Bolivia y Uruguay Evo Morales y José Mujica. La hija del Che Guevara, Aleida, y familiares del fundador de Wikileaks Julian Assange y de Martin Luther King. Y la lista era aún más extensa, con más nombres ilustres de la izquierda política y cultural que finalmente faltaron a la cita: el Dalai Lama, el primer ministro de la India Narendra Modi, la familia del sudafricano Nelson Mandela y el académico estadounidense Noam Chomsky.

A medio día, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, había dado la bienvenida a Morales y a Mujica con un almuerzo en una cantina con comida y música tradicional mexicana. Los invitados del Gobierno de Morena han sido también una muestra de la agenda exterior de López Obrador. El Gobierno mexicano fue de los pocos Ejecutivos latinoamericanos que salió en defensa del expresidente boliviano en 2019 tras verse forzado a renunciar al cargo por las presiones del Ejército. El Ejecutivo mandó un avión de las Fuerzas Armadas para llevarlo a México. Morales agradeció la semana pasada la invitación de López Obrador, a quien llamó “hermano del alma”. Además, se refirió a México como “ese país que nos salvó la vida y sirvió de refugio ante la persecución de golpistas en 2019″.

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