Un hito racial para el MeToo: las activistas negras que acabaron con décadas de impunidad de la estrella del ‘soul’ R. Kelly

El veredicto de culpabilidad por nueve delitos de abuso sexual, trata de personas y crimen organizado, que puede suponer para el cantante R. Kelly (Chicago, 54 años) una condena de cárcel de entre 10 años y cadena perpetua, marca algo más que la caída de un ídolo del soul. El fallo ha sido interpretado también como una conquista para las mujeres negras en Estados Unidos, protagonistas por primera vez en un juicio enormemente mediático, y como un hito racial para el movimiento Me Too.

El jurado no dudó demasiado: bastaron nueve horas de deliberación tras escuchar durante cinco semanas 45 testimonios sobre cómo un hombre poderoso se servía de su fama para, con la ayuda de sus colaboradores, tejer una red de abusos, a menudo cometidos con menores, como los descritos por Jane, nombre ficticio, que alegó que el músico, con quien mantuvo una relación de cinco años que empezó cuando era adolescente, la obligó a tener sexo con desconocidos, que debía pedir permiso para moverse de su habitación y que fue forzada a abortar. En la sala también se escucharon relatos de secuestros y de amenazas con armas, que la defensa definió como “construcciones ficticias” de fans con “ansias de dinero y de fama”.

R. Kelly a la salida de un juzgado de Chicago en 2019.
R. Kelly a la salida de un juzgado de Chicago en 2019. Amr Alfiky (AP)

Jerhonda Pace, otra de los 11 demandantes, dos hombres y nueve mujeres, fue la primera en testificar públicamente contra el músico tras décadas de denuncias. Después de conocerse la sentencia del tribunal de Nueva York, colgó el lunes en su cuenta de Instagram un texto titulado Mi voz se ha escuchado hoy: “Durante años, me acosaron por hablar de los abusos sufridos a manos de ese depredador. Me llamaban mentirosa, decían que no tenía pruebas. O que lo estaba haciendo por dinero. No ha sido fácil, pero lo he logrado”.

La lentitud denunciada por Pace ha encendido un debate en Estados Unidos. ¿Ha tardado tanto en llegar la sentencia porque las víctimas eran mujeres y niñas negras? “Sin ninguna duda”, opina en conversación telefónica Kalimah Johnson, fundadora hace 26 años del SASHA Center en Detroit, dedicado a prestar ayuda a víctimas de agresiones sexuales como la que ella misma sufrió. “Hay en este país una asunción de que no somos de fiar, un racismo congénito que se resiste a creer a las mujeres negras cuando denuncian una agresión sexual. Viene de los tiempos de la esclavitud, cuando hombres blancos y negros nos violaban con impunidad. Hoy, se desconfía del testimonio de una de nosotras solo por el hecho de ser negra. Tienen que ver en ello los medios, la música o el cine, terrenos que abonan los arquetipos negativos. Nos meten en una de estas dos categorías: o somos seres insaciables siempre listas para el sexo, o monstruos incapaces de experimentar placer. No hay término medio”.

Hay en EE UU un racismo congénito que se resiste a creer a las mujeres negras cuando denuncian una agresión sexual”

Kalimah Johnson, terapeuta

Johnson, que recibió “con satisfacción” el lunes la noticia, desconfía de la pena que impondrá el juez al cantante (“conociendo nuestro sistema, dudo mucho que sea la máxima”) y se apresura a dejar claro que no cree que “justicia y la reparación vayan necesariamente de la mano, ni que este fallo sea suficiente para aliviar a las personas a las que [Kelly] agredió. Esa clase de trauma precisa de un trabajo de por vida, independientemente de que el tipo vaya a la cárcel o no”.

La abogada Gloria Allred, letrada de algunas de las demandantes de Kelly, comparece tras conocerse el veredicto de culpabilidad del cantante el pasado lunes en Nueva York.
La abogada Gloria Allred, letrada de algunas de las demandantes de Kelly, comparece tras conocerse el veredicto de culpabilidad del cantante el pasado lunes en Nueva York. Brittainy Newman (AP)

La activista, que ha atendido en su asociación a varias jóvenes víctimas del músico cuyos casos no puede detallar, lleva colaborando desde el principio con Oronike Odeleye, cofundadora de la campaña #MuteRKelly (Silenciemos a R. Kelly), que organiza desde 2017 manifestaciones y boicots al cantante en conciertos, radios y plataformas digitales. Una de sus voluntarias se mostraba este miércoles en conversación con este diario “desbordada por tanta atención mediática”. Odeleye declaró a The New York Times: “Es el final de un largo camino para que las voces de tantas mujeres puedan ser escuchadas. Nunca hemos sido plenamente dueñas de nuestros cuerpos. Ya no estamos dispuestas a pagar el doble peaje de ser mujeres y negras en Estados Unidos”.

Históricamente, se ha culpado a esas mujeres por la violencia que padecieron”

Rebecca Epstein, abogada

“Históricamente, no solo se ha dudado de esos testimonios, sino que se ha culpado a esas mujeres por la violencia que padecieron, a base de sexualizarlas y deshumanizarlas hasta hacerlas cómplices de su sufrimiento. Espero que cambien las cosas con este veredicto, aunque queda mucho trabajo por hacer”, explica a EL PAÍS Rebecca Epstein, directora del Centro Jurídico sobre Pobreza y Desigualdad de la Universidad de Georgetown, en Washington, que publicó en 2017 un estudio que concluía que las niñas negras eran percibidas en Estados Unidos como más adultas y más “expertas sexualmente” que las blancas. “Las diferencias más significativas se encontraron en los tramos de edad que abarcan la niñez media y la adolescencia temprana —de cinco a nueve años y de 10 a 14 años— y continuaron en menor grado en el tramo de edad de 15 a 19 años”, se puede leer en el informe, basado en 350 entrevistas a adultos de ambos sexos a los que se les preguntaba por su diferente percepción de cualidades propias de la infancia, tales como la inocencia, en niñas blancas y negras.

A la pregunta de si el MeToo ignoró los problemas de la comunidad afroamericana en sus primeros años, Epstein contesta: “Me parece injusta esa conclusión. Fue fundado por Tarana Burke, activista afroamericana, y debe mucho de su éxito a los esfuerzos y la perseverancia de las mujeres negras”. Cabe recordar también que tres de ellas, Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi, alumbraron hace ocho años Black Lives Matter, movimiento antirracista de alcance global tras el asesinato de George Floyd a manos de un policía estadounidense.

Según otra de las denunciantes, identificada como Stephanie, R. Kelly le dijo cuando se conocieron en 1998 que no entendía qué veía la sociedad de malo en su afición por las “chicas jóvenes”. Ella tenía 16 años. Para entonces, el músico ya era una superestrella del R&B, estilo musical de consumo esencialmente interno que actualizó el soul en la última década del siglo. También era habitual verlo en un McDonald’s de Chicago al que iba, recuerdan los testigos, a la caza de estudiantes de un instituto cercano.

De ese tiempo provienen las primeras acusaciones. El cantante se casó en 1994 con una adolescente de 15 años, Aaliyah, estrella en ascenso de la música negra fallecida en 2001 en un accidente de avión. Según uno de los testimonios, la pareja había comenzado a tener relaciones sexuales cuando la muchacha tenía “13 o 14 años” y la unión se produjo “solo para que Aaliyah pudiera abortar sin consentimiento de sus padres”. El matrimonio fue finalmente anulado. En esa época, Kelly, autor de canciones como It Seems Like You’re Ready (Parece que estás lista) produjo un disco a la joven promesa titulado Age Ain’t Nothing but a Number (La edad no es más que un número).

Portada del disco de Aaliyah 'Age Ain't Nothing But a Number'.
Portada del disco de Aaliyah ‘Age Ain’t Nothing But a Number’.

Otro de los nombres claves de esta historia, Jim De Rogatis, referente del periodismo musical en Chicago, recibió en 2000 un fax en el que una lectora sin identificar de una de sus críticas, que comparaba a Kelly con Marvin Gaye, le daba detalles de los “problemas” de aquel “con las niñas”. Poco después, el reportero publicaba la primera de sus numerosas investigaciones. Un trabajo de 21 años que incluye un libro, Soulless (Sin alma), a punto de ser reeditado. De Rogatis tuvo en 2002 acceso a un vídeo en el que se veía al artista manteniendo relaciones con una menor y que dio origen al primer juicio, celebrado en 2008. El músico fue absuelto de un delito de pornografía infantil después de que la chica y sus padres decidieran no testificar. Esta semana, el crítico publicó en The New Yorker un artículo titulado: R. Kelly, hallado culpable de todos los cargos, 25 años demasiado tarde.

El músico, ganador de tres premios Grammy, no paró de trabajar tras aquellas primeras acusaciones; más bien al contrario, se adjudicó un alias desafiante, The Pied Piper of R&B (El flautista de Hamelín del R&B). Desde entonces ha publicado siete álbumes, editados por Jive, hasta su defunción en 2011, y RCA, dos de las discográficas de música urbana más influyentes de Estados Unidos, para una audiencia aparentemente capaz de disociar la obra de la reputación de su autor. En el servicio de streaming Spotify, R. Kelly, estrella más conocida en su país que en el resto del mundo (su mayor éxito en Europa fue, en 1996, I Believe I Can Fly), cuenta con más de cuatro millones de oyentes mensuales, aunque RCA rescindiera su contrato tras la emisión de una serie documental televisiva (Surviving R. Kelly, 2019), que, producida por Dream Hampton, cineasta negra, daba la voz a varias de las mujeres que lo acusan desde hace años.

Dibujo del cantante mientras escuchaba el veredicto de culpabilidad el lunes pasado.
Dibujo del cantante mientras escuchaba el veredicto de culpabilidad el lunes pasado. Elizabeth Williams (AP)

Los abogados del artista, de nombre real Robert Sylvester Kelly, estudian ahora si presentar un recurso. Aún les esperan otros tres juicios más en dos Estados por pornografía infantil, obstrucción a la justicia y prostitución de menores. El juez dictará sentencia el próximo 4 de mayo sobre el proceso cuyo fallo se ha conocido esta semana. Hasta entonces, R. Kelly permanecerá detenido.

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