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Un macroestudio señala al virus de la enfermedad del beso como causa principal de la esclerosis múltiple


Es uno de los grandes misterios de la medicina. Casi tres millones de personas en el mundo sufren esclerosis múltiple, una enfermedad que suele aparecer entre los 20 y los 40 años, sin causa conocida, y cuyo efecto es como si se pelasen los cables del cerebro y la médula espinal, bloqueando los mensajes al resto del cuerpo. Los síntomas pueden empeorar hasta que el paciente no puede caminar ni hablar. Su origen es un enigma, pero el seguimiento durante dos décadas a millones de militares estadounidenses sugiere que el virus de Epstein-Barr —responsable de la mononucleosis o enfermedad del beso— es “la causa principal” de la esclerosis múltiple, según los autores de la investigación.

Los científicos, de la Universidad de Harvard, han analizado los datos de más de 10 millones de militares, aprovechando que el Ejército de EE UU hace una prueba del virus del sida en el momento del ingreso y la repite después cada dos años, almacenando las muestras de suero sanguíneo. La esclerosis múltiple es una enfermedad poco frecuente, con apenas 36 casos por cada 100.000 personas, lo que ha dificultado su estudio, pero el archivo militar estadounidense ofrece una oportunidad única para realizar un experimento natural. Los investigadores han encontrado menos de mil personas diagnosticadas con esclerosis durante su periodo de servicio militar, y en 801 de los casos se conservaban muestras adecuadas para su reanálisis. La investigación revela que 800 de los 801 soldados habían estado en contacto con el virus de Epstein-Barr.

Para poder comparar, los científicos buscaron dos compañeros sanos con las mismas características —sexo, edad y grupo racial— por cada uno de los 801 militares que acabaron desarrollando esclerosis múltiple. En su incorporación a filas, 35 de los 801 soldados estaban limpios del virus de Epstein-Barr, pero el 97% se infectó a lo largo del periodo de seguimiento. Del grupo de control —el de los compañeros sanos—, 107 estaban originalmente limpios del virus de la mononucleosis. De ellos, se infectó después el 57%. El riesgo de esclerosis múltiple se multiplicaba por 32 tras la infección por el patógeno de la enfermedad del beso, un efecto que no se observó con otros virus de transmisión similar, como el citomegalovirus.

El virus de Epstein-Barr causa la esclerosis múltiple

Alberto Ascherio, epidemiólogo de la Universidad de Harvard

El virus de Epstein-Barr está omnipresente en la sociedad. Se transmite por la saliva, al besarse o al compartir un vaso. Su huella se detecta en el 94% de los ciudadanos, pero el porcentaje roza el 100% en los enfermos de esclerosis múltiple, según estudios previos del mismo grupo. El epidemiólogo italiano Alberto Ascherio, jefe del equipo de Harvard, es contundente: “El virus de Epstein-Barr causa la esclerosis múltiple”. El investigador recuerda que solo uno de cada 400 niños infectados por el virus de la polio sufre poliomielitis, pero nadie duda de la culpabilidad del patógeno. “Históricamente, centrarse en la causa ha sido más productivo que tratar de entender por qué no todos contraen una enfermedad”, opina. Su estudio se publica este jueves en la revista Science.

La jefa de Inmunología del hospital madrileño Ramón y Cajal, Luisa María Villar, es más escéptica. “Cada vez está más clara la relación entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple, pero desde luego no es el único elemento causal. Podría contribuir, junto con otros elementos que aún se desconocen”, opina Villar, coordinadora de la Red Española de Esclerosis Múltiple, integrada por 40 grupos científicos.

La inmunóloga española recuerda que la adicción al tabaco, la obesidad infantil, los bajos niveles de vitamina D —por una escasa exposición a la luz del sol— y el propio virus de Epstein-Barr ya se habían asociado a un mayor riesgo de sufrir esclerosis múltiple. Villar cree que la enfermedad es fruto de “una serie de infortunios que se dan juntos en una persona que tiene una predisposición genética”. De momento, recalca, “no estamos en disposición de decir qué es lo principal”.

Cada vez está más clara la relación, pero desde luego no es el único elemento causal

Luisa María Villar, coordinadora de la Red Española de Esclerosis Múltiple

El epidemiólogo Alberto Ascherio sí está convencido de que el virus de Epstein-Barr es la causa primordial. El patógeno permanece toda la vida dentro de la persona, normalmente sin ningún tipo de síntomas. “Es probable que, además de causar la esclerosis múltiple, también contribuya a impulsar su progresión. Esto cuadraría con el hecho de que el tratamiento más efectivo contra la esclerosis múltiple es la disminución de linfocitos B, las principales células en las que persiste el virus en el cuerpo”, señala Ascherio. “Esperamos que las terapias dirigidas directamente al virus de Epstein-Barr, con fármacos antivirales, puedan proporcionar un mejor y más radical tratamiento contra la esclerosis múltiple, sin los riesgos asociados a la destrucción de los linfocitos B, que son glóbulos blancos importantes para la protección frente a otras infecciones”, expone el investigador italiano.

Dos expertos independientes, William Robinson y Lawrence Steinman, de la Universidad de Stanford (EE UU), afirman en la revista Science que “es probable que la infección por el virus de Epstein-Barr sea necesaria, pero no suficiente, para desencadenar el desarrollo de la esclerosis múltiple”. Ambos investigadores creen que se abren oportunidades para nuevos tratamientos y se preguntan si la vacunación contra el virus protegería frente a la esclerosis. La vacuna contra el patógeno se persigue sin éxito desde los años ochenta, pero se están redoblando los esfuerzos. La empresa estadounidense Moderna, responsable de una de las inyecciones más exitosas contra la covid, acaba de iniciar un ensayo en humanos de una vacuna contra el virus de Epstein-Barr.

La bióloga Alicia Ballester, que investiga la esclerosis múltiple en un grupo del Instituto de Salud Carlos III en la localidad madrileña de Majadahonda, es cautelosa. La científica aplaude el trabajo de Harvard, pero cree que serán necesarios más estudios para confirmar la hipótesis de que el culpable de la enfermedad del beso también es la causa principal de la esclerosis. “Parece que este virus puede tener mucho que ver, pero no parece que sea la única causa. El 95% de los adultos hemos pasado por una infección por este virus. Puede ser una causa muy importante, pero desde luego tiene que haber otras cosas”, zanja.

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