Casi invisibles es un itinerario artístico muy discreto, apenas apreciable, en el centro de Granada. Compuesto por siete obras de cuatro artistas dispersas por la ciudad, si se desconoce el proyecto, su presencia pasará inadvertida casi con seguridad. No es ninguna contradicción. El proyecto nació con ese objetivo: “Las obras deben pasar inadvertidas, sin alterar el entorno pero contando una historia propia del lugar”, explica Miguel Moreno Carretero, artista, gestor cultural e ideólogo del proyecto. Para la mayoría, es difícil dar con las obras. El 8 de septiembre, a las cuatro de la tarde, alguien que tenía que conocer bien el proyecto, y el valor de una de las obras, se acercó a un solar privado y abandonado. Al fondo, tras un muro, unos metros de densa maleza y disimulado en medio de un grafiti está El embovedado, una pintura mural de Julio Acab, un artista malagueño emergente. No fue una visita de admiración, sino profesional. Se ponía en marcha la primera fase de un robo que, por las características de lo sustraído, requiere de varios pasos y tiempo entre ellos. Una pintura mural no se descuelga y se retira, sino que necesita un proceso que el presunto delincuente conocía. Un clásico de la restauración, el strappo.
El descubrimiento del intento de robo ha sido casual. Miguel Moreno fue a enseñarle la obra a unos amigos, a unos metros de su muy activo centro cultural, Espacio Lavadero, y descubrió la pieza cubierta por un velo. En realidad, el primer paso del strappo: la pintura mural se cubre con una gasa impregnada en cola de conejo —una solución natural utilizada, por ejemplo, para preparar lienzos— para, varios días después, retirar la tela con la obra ya adherida a ella. Afortunadamente, cuenta Moreno, aún no había pasado el tiempo necesario para que la pintura estuviera transferida. Moreno denunció el intento de robo y la policía tiene ya una pista importante para dar con el autor de un robo que requiere conocimiento y práctica de restauración. La obra hay que verla a través de un orificio en la puerta del solar. Por eso, extrañada por la presencia de un joven al pie de la pintura, para lo que hay que aventurarse en una finca privada a través de varios metros de maleza, una vecina grabó esa presencia con su móvil. Hacen falta seis o siete días para que la pintura se transfiera a la tela así que, con la fecha y hora ya establecida, el robo se iba a consumar el 14 o 15 de septiembre. Afortunadamente, la visita interrumpió la fechoría.
Han pasado algunos días del intento de sustracción y la obra permanece, ya sin el velo, en el solar para el que se concibió. Ha sido Elvira Correa, restauradora granadina, quien ha coordinado las tareas de retirada del velo sin dañar la pieza, y el propio Moreno quien las ha ejecutado. Correa explica que “se trata de poner agua muy caliente, prácticamente hirviendo, sobre la gasa para lentamente ir levantándola de la pintura. Si se hace bien, no sufre nada”. Ese “hacerlo bien” le ha supuesto a Moreno tres horas de paciente trabajo.
Julio Acab, nombre con el que firma Julio Anaya, es un artista cuyas obras se cotizan ya por miles de euros. “Me dio coraje”, explica. “Si hubiera sido en un sitio público, igual que yo intervengo, otros me pueden intervenir a mí. Pero en este caso, la obra está en una propiedad privada y teníamos los permisos para pintar ahí. Eso lo cambia todo y lo ocurrido ha sido un intento de robo”, explica tajante el artista. Moreno, que tasa en 5.000 euros la pieza objeto de intento de expolio, cree que “probablemente ese es el motivo por el que han intentado robarla, porque tiene venta por bastante dinero”. Acab también se ha hecho su propia composición de lugar: “El que lo ha hecho es restaurador o conoce bien el proceso y o le gusta y la quería para él o sabe que mi obra está al alza y que la puede vender”, termina. El embovedado de Acab es una copia, marco incluido, de la obra del mismo nombre de José Mª López Mezquita, que se exhibe en el Museo Thyssen de Málaga. El autor, que pintó la copia mural en marzo de 2019, la eligió por la intrahistoria de la obra, relacionada con el espacio que la acoge: fue pintada por López Mezquita en 1904 en la casa que entonces había en lo que hoy es un solar.
Moreno tiene pocas dudas de la motivación del intento de robo, adelantado por el diario Ideal esta semana, pero deja un resquicio a la ignorancia: “Es una posibilidad remota, lo sé, pero si quien ha hecho esto es algún estudiante de arte que buscaba solo practicar la técnica y no vender la obra, puede ponerse en contacto conmigo y, si es así, estoy dispuesto a retirar la denuncia”, concluye.
Malos tiempos para la pintura mural
El intento de robo de El embovedado no es la única desgracia para la pintura mural ocurrida estos días en Granada. El pintor Juan Vida ha denunciado el desmontaje de una obra suya pintada en 1994 en el techo de unas antiguas galerías comerciales en el centro de la ciudad. Es una pintura de unos 40 metros cuadrados que los nuevos propietarios del local afirman haber retirado con los permisos oportunos y sin dañar la pieza. Juan Vida no había sido informado de ello y, hasta ahora, nadie ha visto la obra desde su retirada. La Universidad de Granada se ha ofrecido a reubicar la pieza en sus instalaciones manteniendo su formato original.