Imanol
Alguacil quiso dosificar el esfuerzo copero y alineó en el Camp Nou a un equipo competitivo en el que Mikel
Merino fue el encargado de portar el brazalete de capitán de la Real tras las ausencias de Illarramendi, Zurutuza, Oyarzabal, Aritz y Zaldua en el ‘once’. Casi imposible representar mejor al cuadro donostiarra.
El de Iruñea volvió a ser uno de los mejores jugadores de la Real sobre el imponente césped del Camp Nou. Acompañado de un recuperado Odegaard, tanto el navarro como el noruego se comieron por completo a los tres centrocampistas azulgranas –Busquets, De
Jong y Rakitic-.
Cada acción hilvanada de la Real pasaba por las piernas de Merino, que no acusó la cantidad de kilómetros que lleva en sus piernas. El pamplonés fue capaz de generar los espacios necesarios con su habitual naturalidad encontrando en los costados culés la vía necesaria para hacer peligro. Tanto Gorosabel, excelso, y Monreal, entendieron que a la espalda de los laterales azulgranas la Real podía hincar el diente al Barça en el Camp Nou, algo que no hace desde 1995. La única forma de parar al próximo pivote de la selección española fue con duras faltas. Hasta el mejor jugador de la historia, acostumbrado a ser derribado partido tras partido, tuvo que ponerse el mono de trabajo.
Cartulina naranja
Los jugadores del Barcelona llegaron tarde a varias jugadas de ataque de la Real y en una de esas Mikel
Merino fue duramente golpeado. Messi perdió la pelota cortada por el navarro, que inició un contrataque y fue derribado violentamente por Messi, que fue al suelo y cazó el tobillo del ‘8’. Una amarilla que bien podía haber sido de otro color. Hielo en el descanso.
En la segunda mitad la Real mejoró incluso más sus prestaciones hasta tal punto de robarle la posesión al Barcelona en su propia casa. El tercer jugador que más balones roba de toda la Liga tuvo, de nuevo, mucho que ver en esto. Merino fue capaz de interpretar las ideas blaugranas para generar pitos en la grada después de que el Barça se mostrara vulnerable. Merino besó la lona de nuevo.
En un balón aéreo Piqué sacó el brazo golpeando la cara de Merino, que de nuevo tuvo que ser atendido. Cartulina al aire. Casi sin tiempo para recuperarse, se volvió a repetir la ecuación en una jugada en la que el central pudo acabar antes de tiempo en la caseta después de barrer y derribar a Merino a destiempo. Más agua milagrosa para el navarro.
Merino no pudo estrenar su primera capitanía ni siquiera puntuando, pero puede estar tranquilo después de comandar con semejante liderazgo a la Real en el Camp Nou. Dormirá como un tronco.
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