Un paseo por la Gran Vía de la crisis: casi un 30% de negocios cerrados

Los lienzos de Belinda Washington siguen expuestos en el escaparate del Hotel Emperador en Gran Vía. Pero las puertas doradas están cerradas a cal y canto y dentro no hay huéspedes paseando con su copa de cava de bienvenida. Los rótulos de los pintorescos mesones donde el jamón es el rey permanecen en su sitio. Pero sus persianas metálicas llevan bajadas desde marzo y los pocos turistas que visitan la capital ya no pueden tomarse la típica selfie con las patas de ibérico colgando del techo. Las pantallas LED del Teatro Lope de Vega continúan irradiando luz y color. Pero si uno se acerca, tampoco hay vida en su recepción. “¡Volveremos pronto!”, promete El rey león.

Son escenas de una Gran Vía deprimida siete meses después de la llegada de la pandemia de coronavirus. La calle comercial más transitada de España y la tercera de Europa tenía cerrados esta semana un 29% de sus negocios, según un examen hecho por este periódico. El lunes 14 de septiembre y el miércoles 23 dos periodistas de EL PAÍS recorrieron esta vía de 1,4 kilómetros tomando fotografías de ambas aceras. El resultado: de un total de 200 locales, 58 estaban cerrados de forma temporal o permanente. Es la triste imagen de la calle más icónica de Madrid, un barómetro del daño en las empresas céntricas que dependen del turismo. Pero un paseo por casi cualquier rincón de la capital revela estos días el golpe al comercio de calle que está causando la crisis sanitaria, un mazazo más súbito y profundo que el de la crisis financiera de 2008 según comerciantes y expertos. Algunos pronósticos contemplan que la sacudida actual sumada al auge del comercio online supondrán el cierre de decenas de miles de tiendas en toda España hasta 2025.


La Gran Vía cuenta con 200 locales que son o alguna vez fueron un negocio. En el momento de este análisis, 58 estaban cerrados (29%)

Hoteles y restaurantes son los negocios más perjudicados por la pandemia.

13 hoteles

11 restaurantes

22 locales

5 cines o teatros

7 otros

La Gran Vía cuenta con 200 locales que son o alguna vez fueron un negocio. En el momento de este análisis, 58 estaban cerrados (29%)

Hoteles y restaurantes son los negocios más perjudicados por la pandemia.

13 hoteles

11 restaurantes

22 locales

5 cines o teatros

7 otros

La Gran Vía cuenta con 200 locales que son o alguna vez fueron un negocio. En el momento de este análisis, 58 estaban cerrados (29%).

Hoteles y restaurantes son los negocios más perjudicados por la pandemia.

13 hoteles

11 restaurantes

22 locales

5 cines o teatros

7 otros

La Gran Vía cuenta con 200 locales que son o alguna vez fueron un negocio. En el momento de este análisis, 58 estaban cerrados (29%).

Hoteles y restaurantes son los negocios más perjudicados por la pandemia.

13 hoteles

11 restaurantes

22 locales

5 cines o teatros

7 otros

Los turistas se han ido y los madrileños prefieren quedarse en casa (algunos ni siquiera pueden salir de sus barrios semiconfinados). Si consumen, cada vez más lo hacen por Internet. Ahora, los comerciantes minoristas luchan por sobrevivir haciendo frente a rentas insoportables.

Se avecinan unas navidades desoladoras para las tiendas de calle porque en otoño aumenta el riesgo de contagio y caerán las ventas. “De octubre a diciembre vendrá lo peor”, advierte Íñigo Gutiérrez, asesor senior de la consultora inmobiliaria Catella.

En tiempos de bonanza tener una tienda en la Gran Vía es el mejor escaparate; en tiempos de crisis puede ser una pesada losa. Primark pagaba antes de la pandemia 500.000 euros al mes de alquiler, H&M, 350.000 euros y Huawei, 160.000 euros, según fuentes del sector inmobiliario. Solo algunos han conseguido que las socimis o inversores propietarios de estos locales les bajen las rentas.

Algunos negocios abiertos no ganan ni para el alquiler. De las 10 tiendas en Madrid de la cadena de zapatos Iris, la ubicada en Gran Vía sufre las mayores caídas de ventas. En agosto fueron un 57% menores a las de ese mes en 2019. Los dueños de esta empresa familiar de tercera generación temen que esta crisis sea la puntilla para ellos y otros pequeños negocios de ropa y calzado que se tambalean a causa de la revolución de las compras online. De poco ha servido su posición privilegiada en Gran Vía, donde desembarcaron en 2001. “El futuro es muy, muy, muy difícil”, lamenta uno de los dueños, Roberto Zulaica, de 58 años.

La penetración online crecerá en los próximos cinco años desde el 10% hasta el 25% de las compras en España, una tendencia acelerada por la pandemia, según José Luis Nueno, profesor de comercio en la escuela de negocios IESE. Esto conllevará el cierre de decenas de miles de tiendas. “Por cada 1% de crecimiento del comercio online, se perderían alrededor de 13.000 tiendas”, pronostica Nueno.

Una incógnita es si los gigantes instalados en la Gran Vía mantendrán sus posiciones en este período incierto. En grandes ciudades como Nueva York se está produciendo un éxodo comercial. Grandes cadenas posicionadas en las zonas más caras de Manhattan han cerrado esos locales definitivamente. Como suele pasar, lo que sucede allí es visto como una tendencia que heredaremos. “Por desgracia veremos cierres de empresas de reconocido prestigio debido a su alto endeudamiento y la paralización de sus ventas”, pronostica Gutiérrez, el asesor de Catella.

Pero todo dependerá de la duración de esta crisis. En las calles prime de Madrid solo dos locales pequeños han pasado a estar disponibles por efecto de la situación sanitaria, según la consultora Savills Aguirre Newman. Esta consultora considera como prime el tramo más codiciado de Gran Vía (de la plaza de Callao a la calle de Fuencarral) y las calles Preciados y Serrano.

“Hay que tener en cuenta que cuesta mucho conseguir una plaza en los ejes prime y una vez conseguida, suelen ser contratos largos, de 15 años de media, plazas seguras que nadie quiere perder tras haber invertido además en ellos con vistas a largo plazo”, dice David Barragán, director nacional de Retail High Street de Savills.

Por la Gran Vía transitaban al día 16.741 personas de media antes de la pandemia, según un estudio de TC Group Solutions, que tiene sensores instalados en 100 calles europeas. Solo Carnaby Street y Brompton Road, en Londres, tenían más tráfico de peatones. El paso de personas en Gran Vía se ha desplomado. En agosto fue un 70% menor a enero, según la consultora CBRE que recopila datos a partir de la huella digital de los teléfonos.

Negocios cerrados temporalmente han retrasado la apertura una y otra vez, como ha sido el caso de los dos mayores teatros de la Gran Vía, el Lope de Vega y el Coliseum. La dueña de ambos y productora de sus musicales, Stage Entertainment, prevé reabrir en navidades pero no descarta un posible aplazamiento hasta primavera. La plantilla se ha acogido a un ERTE. “Tu corazoncito te pide reabrir pero te das cuenta del problema”, dice Yolanda Pérez, la directora general. Sus gastos solo son cubiertos con buenos ingresos de taquilla. “Lo que nos preocupa es que no venga público porque una obra como El rey león involucra a 200 trabajadores cada noche”, explica.

Para estos teatros y otros comercios de la Gran Vía el tiempo se detuvo en la semana de marzo del primer confinamiento. El Hotel Emperador planeaba mantener la exhibición de cuadros de la actriz Belinda Washington hasta el 14 de abril. Ahí siguen sus pinturas.

Las grandes calles fuera del centro: los nuevos emprendedores toman el relevo

Toda crisis es una oportunidad y ahora es el momento de pequeños empresarios inmigrantes como Mehdi Bendouh, de 38 años, alias Jorge. Acaba de abrir una peluquería en uno de los lugares con más tránsito de Madrid, la calle de Alcalá a la altura de la boca del metro Quintana. Es todo un logro para Bendouh. Con 17 años empezó trabajando para un peluquero español; con 29 abrió su propio negocio; y a principios de septiembre se mudó a este espacio vacante en una antigua tienda de móviles. Paga 2.000 euros al mes, una renta mayor que la anterior, pero este es un lugar más visible. Pasan más peatones, más potenciales clientes.

Hubo un tiempo antes de la crisis de 2008 en que grandes marcas de ropa como Mango o Zara se peleaban por estos locales, pero se fueron y dejaron espacio para los nuevos empresarios de la zona, inmigrantes con ambición como Bendouh. El venezolano Manuel Arroyo inauguró durante la desescalada una franquicia de Arepa Olé en la calle de Alcalá, cerca de la peluquería de Bendouh; no muy lejos en la misma vía, el paquistaní Amjad Mir Arif inauguró antes de la pandemia un nuevo local de Tala Cosméticos donde antes había una tienda de la multinacional alemana Douglas y los fruteros chinos de Don Fruta tienen una de sus 70 fruterías franquiciadas algo más allá, a la altura de Pueblo Nuevo.

A Bendouh le hace gracia que cada vez que vienen curvas él hace grandes apuestas. Cuando abrió su primera peluquería en 2011 tomó una decisión arriesgada cuando la economía de España se hundía. “Yo siempre soy de ir de crisis en crisis”, bromea.


En ERTE o con

reducción de horarios

Local cerrado. Durante muchos años fue una sucursal de Caja Duero.

Horario reducido (ya no abren al mediodía). Aplicaron un ERTE parcial al 70% durante mayo y mitad de junio.

La clínica y la tienda de animales tienen un empleado menos cada una a causa de la pandemia. Aplicaron un ERTE al 20% hasta junio.

Esta tienda de moda y complementos ha pasado de 11 empleados en enero a 7 ahora.

En ERTE o con

reducción de horarios

Horario reducido (ya no abren al mediodía). Aplicaron un ERTE parcial al 70% durante mayo y mitad de junio.

Local cerrado. Durante muchos años fue una sucursal de Caja Duero.

La clínica y la tienda de animales tienen un empleado menos cada una a causa de la pandemia. Aplicaron un ERTE al 20% hasta junio.

Esta tienda de moda y complementos ha pasado de 11 empleados en enero a 7 ahora.

En ERTE o con reducción de horarios

Local cerrado. Durante muchos años fue una sucursal de Caja Duero.

Horario reducido (ya no abren al mediodía). Aplicaron un ERTE parcial al 70% durante mayo y mitad de junio.

La clínica y la tienda de animales tienen un empleado menos cada una a causa de la pandemia. Aplicaron un ERTE al 20% hasta junio.

Esta tienda de moda y complementos ha pasado de 11 empleados en enero a 7 ahora.

En ERTE o con reducción de horarios

Local cerrado. Durante muchos años fue una sucursal de Caja Duero.

La clínica y la tienda de animales tienen un empleado menos cada una a causa de la pandemia. Aplicaron un ERTE al 20% hasta junio.

Esta tienda de moda y complementos ha pasado de 11 empleados en enero a 7 ahora.

Abierto, pero con horario reducido (ya no abren al mediodía). Aplicaron un ERTE parcial al 70% durante mayo y mitad de junio.

La transformación de Alcalá precede a la crisis sanitaria, pero se ha acelerado. Negocios históricos regentados por españoles cierran sus puertas y son sustituidos por nuevos empresarios, que a veces son dueños de grandes cadenas. El precio de los alquileres es más bajo y eso les permite expandirse. Un fenómeno similar se observa en los otros ejes comerciales secundarios de Madrid. Son tres largas calles que atraviesan la ciudad como radios que parten de las zonas centrales: Bravo Murillo (hacia el norte), Alcalá (este) y Albufera (sureste).

En los ochenta, noventa y la primera década de este siglo, estas calles eran lugar de paseo y compras de familias que llegaban de otros rincones de Madrid. Ahora los paseantes son residentes de estos barrios densamente poblados. De ahí que proliferen negocios que prestan servicio al vecindario: supermercados, fruterías o negocios para arreglarse las uñas.

Aún quedan en la calle de Alcalá pequeños dueños de tiendas de moda que recuerdan haber vivido tiempos mejores, como Olga García, de 50 años. Vende ropa de fiesta en Gaibú, un pequeño local a la altura de la parada de metro de Quintana. Resiste porque sus clientes aprecian la calidad de su producto, 100% español. Ella resalta esta característica en un adhesivo de su escaparate.

García llegó a tener seis tiendas en distintos barrios de Madrid pero ahora solo le queda esta, su joya de la corona. En la anterior crisis recibió un mazazo cuando cerró el Zara. “Es que tienda llama a tienda”, explica García. No le ayuda el nuevo perfil comercial de la zona y esta crisis es tan aguda que se pregunta si podrán resistir. Perdió la temporada de comuniones y muchas bodas de verano. El otro día llegó una clienta para recoger un vestido. La boda iba a tener 200 invitados, pero se quedó en 17.

Estas calles dependen menos del turismo y por tanto son menos vulnerables que las del centro. Pero la sacudida es también brutal. La asociación Madrid Foro Empresarial estima en torno al 45% la caída de ventas del comercio minorista de toda la ciudad. La patronal madrileña CEIM calcula que un 15% de las tiendas textiles no ha reabierto.

La tienda de ropa de fiesta Gaibú sobrevive haciendo ajustes. García ha reducido la plantilla de tres a dos empleadas y abre menos horas. Confía en que los apuros pasen pronto: “Me he convencido de que me he hecho más chiquitita ahora para luego crecer”.

Las pequeñas calles de barrio: la muerte de los comercios

Amos de Escalante es una pequeña calle del barrio de Quintana cada vez más oscura. Tras la crisis financiera echó el cierre una escuela de danza; hace dos años le tocó el turno a la cervecería El Dos y a la peluquería de Carlos y José. Y ahora con la pandemia bajó la persiana el local de Europhil de envíos de dinero. Todos se encuentran en un pequeño tramo de 100 metros donde también hay un par de viviendas construidas en antiguos bajos comerciales. Podría ser la triste suerte que le espera a los otros locales abandonados de esta calle en el este de la capital.

La conversión de comercios en vivienda es la única salida que encuentran muchos propietarios cansados de esperar a inquilinos que no llegan. El número de solicitudes de cambio de uso ha crecido año tras año en Madrid ciudad desde los ocho de 2015 hasta los 555 de 2019. La crisis actual podría acelerar este fenómeno. En la capital había en 2018 unos 14.000 locales comerciales vacíos de un total de 79.000 espacios comerciales disponibles, según un trabajo de campo de la consultora barcelonesa Eixos.


En ERTE o con

reducción de horarios

Europhil

(Envío de dinero)

Local cerrado a causa de la pandemia.

Local convertido en vivienda. Ciudad Lineal es el distrito con más transformaciones desde 2015 (166 de un total de 1.291 en toda la ciudad).

Escuela de danza. Local cerrado desde hace al menos diez años.

Restaurante cerrado y en venta desde hace más de dos años.

En ERTE o con

reducción de horarios

Europhil

(Envío de dinero)

Local cerrado a causa de la pandemia.

Local convertido en vivienda. Ciudad Lineal es el distrito con más transformaciones desde 2015 (166 de un total de 1.291 en toda la ciudad).

Escuela de danza. Local cerrado desde hace al menos diez años.

Restaurante cerrado y en venta desde hace más de dos años.

En ERTE o con reducción de horarios

Europhil

(Envío de dinero)

Local convertido en vivienda. Ciudad Lineal es el distrito con más transformaciones desde 2015 (166 de un total de 1.291 en toda la ciudad).

Local cerrado a causa de la pandemia.

Escuela de danza. Local cerrado desde hace al menos diez años.

Restaurante cerrado y en venta desde hace más de dos años.

En ERTE o con reducción de horarios

Europhil

(Envío de dinero)

Local cerrado a causa de la pandemia.

Local convertido en vivienda. Ciudad Lineal es el distrito con más transformaciones desde 2015 (166 de un total de 1.291 en toda la ciudad).

Escuela de danza. Local cerrado desde hace al menos diez años.

Los negocios que resisten en Amos de Escalante son tan modestos como el de José Peguero, un sastre de 48 años. Cobra entre cinco y diez euros por pequeños arreglos. Se pasa el día cosiendo en su pequeño local, mientras ve en la tele películas en blanco y negro en el canal 13. Le da para pagar el alquiler del local por 550 euros al mes y para ahorrar un poco. Ahora se ha quedado sin el colchón que llevaba años preparando. La dueña del local no le perdonó los meses de confinamiento obligatorio. “Me toca empezar de cero pero por suerte para la comida me entra”, dice Peguero.

El local de la antigua peluquería Carlos y José está en venta por 200.000 euros. Por suerte los dos peluqueros aguantaron con el negocio hasta la jubilación, pero los últimos años fueron de continuo declive por la caída de los ingresos, según cuenta uno de los socios, Carlos Bravo, de 68 años. Fue un final sin lustre para unos peluqueros que en los ochenta habían sido Peine de Oro y Peine de Plata en los concursos del gremio en Madrid. Les perjudicó la transformación del barrio de Quintana: la calle paralela de Alcalá perdió fuelle comercial, el poder adquisitivo cayó y la competencia fue cada vez más intensa.

El problema del local vacío no es que falten pretendientes. Llaman muchos interesados en comprarlo para convertirlo en pisos pero el Ayuntamiento no les da licencia para adaptar el sótano. Esperan encontrar una solución pronto. Si lo consiguen sería quizás una mala noticia para los pocos comercios que sobreviven en la calle. Pero parece la mejor solución para este espacio desaprovechado en una ciudad donde hace falta más vivienda asequible, otro drama urbano que encontraría un alivio de una forma poco esperada.

Metodología: El examen de negocios cerrados en Gran Vía se basa en la comprobación hecha el lunes 14 de septiembre en horario de mañana y el miércoles 23 de septiembre en horario de tarde-noche. Consideramos negocios cerrados solo a los que no estaban operando en ninguno de esos dos días. Negocios cerrados es una categoría que incluye locales vacíos o en obras y locales ocupados pero cerrados al público.

El sondeo de negocios en los tramos de Alcalá y Amos de Escalante data del jueves 10 y el miércoles 16 de septiembre. El tramo de Alcalá se encuentra junto a la parada de metro Quintana. Fue escogido por ser uno de los más transitados y porque hasta hace una década era un lugar valorado por grandes marcas de moda. Comprende desde el número 341 al 349 en la acera norte y desde el 332 al 332 en la acera sur. El tramo de Amos de Escalante comprende los negocios entre las esquinas con la calle de Emilio Ferrari y Río Ulla. Fue elegido por ser una calle representativa del fenómeno de la conversión de locales en vivienda. Se encuentra en Ciudad Lineal, el distrito madrileño con más transformaciones desde 2015 (166 de un total de 1.291 en toda la ciudad).

Información sobre el coronavirus

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