El oficial Arturo Ojer estaba furioso. El día anterior los policías municipales de Rivas-Vaciamadrid del turno de mañana habían acudido a la casa de una anciana que había muerto por covid. Era 12 de marzo y todavía trabajaban sin mascarillas ni trajes especiales. España apenas se asomaba al abismo. Entre la plantilla cundía el miedo de infección. Ese mismo día se reunieron de urgencia con políticos del Ayuntamiento, que les pidieron que llevaran la boca al descubierto para no alarmar a la población. Él pensó que los responsables de la gestión trataban de tapar el dedo con el sol. Así que el agente Ojer se sentó ante el teclado y el ordenador y escribió un email incendiario a sus superiores: “Hola, hay que decir que la gestión municipal con el coronavirus y miembros de la policía local es penosa”.
El problema es que se lo envió a toda la plantilla y a todos los trabajadores municipales, más de 700 personas. El mensaje circuló a la misma velocidad que el virus. El oficial comenzó a recibir llamadas de teléfono y mensajes por WhatsApp. El móvil le echaba humo. Trabajadores municipales a los que no conocía de nada le respondían dándole la enhorabuena y mostrándole su apoyo. Su superior, sin embargo, le advirtió de que el email no había gustado nada y de que podría traerle consecuencias. Después, ocurrió lo que todo el mundo sabe. Los hospitales se colapsaron y murieron 1.000 personas al día. La gente se encerró en casa. La nación se paralizó. Con todo lo que ocurrió parecía que el email había quedado olvidado. Sin embargo, ahora, siete meses después, el jefe de policía de la ciudad ha propuesto para él una sanción de tres años y cuatro meses de suspensión de empleo y sueldo.
Ojer tiene 43 años, está casado y es padre de un hijo. “Lo estoy pasando muy mal. No sé qué haría si la sanción se ratifica”, cuenta por teléfono. Asegura que, en realidad, el email lo escribió en respuesta al departamento de recursos humanos, pero que por error de la plataforma que utilizan los policías para comunicarse acabó enviándolo a todo el mundo. Esa versión tiene sus agujeros porque en el propio mensaje reconoce que lo que estaba escribiendo podría conllevar alguna medida disciplinaria. Él se defiende: “Bueno, pensaba que escribiéndolo a ese departamento también podría causarme problemas”.
El reglamento de policía local de esta ciudad se rige por el de la nacional. En función de esas normas, Ojer, de acuerdo a la propuesta de sanción que ahora tiene que ratificar el Ayuntamiento, cometió una falta grave de insubordinación, una segunda falta grave por desconsideración a sus superiores y subordinados, otra más por utilizar sin autorización los recursos inherentes a la función policial (el email) y una cuarta por emitir informes sobre asuntos que, sin faltar a la verdad, valiéndose de términos ambiguos y confusos, causen un perjuicio en los ciudadanos o la administración. Por último, le aplican una quinta falta, esta vez leve, por no formular las críticas por el cauce reglamentario.
El policía tiene un periodo para presentar alegaciones. “Que el sindicato haya filtrado el propio nombre del agente le perjudica a él”, se asombra un portavoz del Ayuntamiento. Y continúa: “Lamentamos que el sindicato perjudica la imagen ejemplar del cuerpo de policía. Esto es un hecho aislado”. Por ahora, dice que no van a hacer más declaraciones porque el expediente sigue en curso y no quisieran interferir en la decisión. En redes sociales, algunos policías han vinculado la sanción con un incidente que protagonizó el oficial con un concejal que conducía sin carné, aunque la realidad es que el email se envió y, en función de eso, se le ha aplicado el reglamento.
La Junta de Personal, compuesta por cinco sindicatos, apoya al agente, como era de esperar. “Es una sanción desproporcionada”, escriben en un comunicado. Creen que la unanimidad que han conseguido los representantes de los trabajadores debería hacer reflexionar al alcalde, Pedro Sánchez del Cura, de Izquierda Unida. En su opinión, la sanción debería dejarse sin efecto, o al menos reducirse lo más posible.
Se trata de un conflicto laboral, pero en la discusión asoma la ideología. En el propio email el teniente Ojer acaba diciendo: “La vida de los policías está por encima de siglas, políticos y cargos y cargas municipales”. Una alusión clara en tono de mofa al lenguaje inclusivo que promueven los partidos de izquierdas, como los que gobiernan Rivas-Vaciamadrid.
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