Debo confesar que tenía muchas dudas a la hora de escribir sobre esta cuestión, pero he decidido que, siempre desde el respeto y la admiración que me merecen las protagonistas de la gesta de Granada el pasado sábado, debía hacerlo. Dicho esto, creo, humildemente, que en muchos de los agentes que han intervenido en todo lo que ha rodeado el evento, ha existido un punto de sobreactuación. Y me explico.
En primer lugar, desde los propios medios de comunicación, que le hemos conferido una dimensión desconocida hasta el momento, que seguro que merecía, pero que no tenía ninguna justificación en base al seguimiento que previamente se había realizado de la trayectoria del equipo. Seamos honestos: ¿Qué interés tenía el fútbol femenino hasta hace unas pocas semanas? ¿Cuánta gente acudía a los partidos de la Real en Zubieta cada quince días? Y, de repente, aquello parecía la final de la Champions.
¿Cuánto tenía aquello de consistente, y cuánto de coyuntural? La respuesta, probablemente la obtengamos la próxima temporada.
Sobreactuación de la clase política, que ha aprovechado la oportunidad para subirse al carro del éxito, y extraer réditos electorales. No olvidemos que nos hallamos en plena campaña electoral y la oportunidad la pintaban calva. ¿Cuánto han hecho para que el fútbol femenino, el deporte femenino, por extensión, sea visible en nuestra sociedad?
Sobreactuación en el propio club, en la Real Sociedad, a la que este gran éxito ha servido para camuflar la pobre temporada realizada por el primer equipo masculino, el objeto más preciado, sin duda alguna en el expositor del club, y que merced a lo acontecido en Los Cármenes, ha quedado relegado a un prudente y más seguro segundo plano.
En definitiva, que todo ha sido muy bonito, pero, en el fondo, no he acabado de creérmelo del todo.
Algo que contar
Los últimos resultados, especialmente el del domingo, han tenido la virtud de recuperar, siquiera parcialmente, la alicaída moral de la tropa. Escribí hace ya algunas semanas, que creía haber observado, desde el partido del Camp Nou, un intento de recuperación del gusto por el juego de elaboración que tan buenos resultados ofreciera al equipo no hace tanto tiempo.
Pero no me voy a dejar arrastrar por esa sensación de alivio que exhalan los últimos resultados, y me mantengo en la valoración que ya realicé semanas atrás: la temporada, en líneas generales, ha sido mediocre, y punto.
Pero no sería justo cerrar el balance sin rescatar algunos aspectos positivos que también se desprenden de la campaña que está a punto de finalizar. Y uno de ellos, y no el menor, es esa generación de jóvenes valores, todos ellos por debajo de los 24 años, y que han comenzado ya a reportar algunas de sus talentos, y que, en el marco adecuado y con la progresión lógica, deben sazonar platos realmente brillantes en un futuro no muy lejano. Estoy hablando de Aihen, Zubeldia, Merino, Sangalli, Barrenetxea, Oyarzabal, sin olvidar a los Roberto López, Guevara, Le Normand, Gorosabel
o Sola, que aún no han entrado con determinación en la maquinaria de producción, pero lo harán en breve. Hay fundamentos.
Gero Rulli, redivivo
Como todos los veranos, su nombre, el de Gero Rulli, aparece colocado en la ‘pole’ para abandonar el club. Esto ha sido así prácticamente desde que llegó a la Real cinco temporadas atrás. Y, curiosamente, en la temporada en la que más cuestionado se encontraba, es en la que termina ofreciendo su mejor versión. Sus últimos partidos han tenido la virtud de congraciarle con su parroquia, que ya no vería con tan buenos ojos una hipotética salida. Claro que tres son multitud.
Se reparten oportunidades
Si algo ha marcado de manera especial esta temporada, ese algo han sido las lesiones. Prácticamente la totalidad de los puestos dentro del equipo han bailado a lo largo de toda la campaña, excepción hecha, tal vez, del puesto de Oyarzabal, y en cierta medida, la portería. Eso ha conllevado un generoso reparto de oportunidades para los, digamos, segundo espadas. El último en caer por la patria ha sido Zaldua, que venía de estrenarse como goleador. Bien podría suponer el retorno del olvidado Gorosabel.
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