Un resultado inesperado: el uso de anticonceptivos creció en África durante la pandemia

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La pandemia de la covid-19 ha afectado a las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres en todos los contextos. Para contener la propagación de la enfermedad en el África subsahariana, muchos gobiernos impusieron rápidamente medidas de confinamiento, como el cierre de fronteras, toques de queda y restricciones de movilidad.

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Durante los primeros periodos de confinamiento (entre marzo y junio de 2020), tanto las proyecciones de modelos como los datos recogidos de los proveedores de servicios sanitarios advirtieron de que las mujeres tendrían dificultades para acceder a la atención en materia de salud sexual y reproductiva, incluidos los métodos anticonceptivos.

Los servicios sanitarios se vieron amenazados de diversas maneras. El personal sanitario encargado de las intervenciones de covid-19 tuvo acceso limitado a los equipos de protección personal. El cierre de lugares de trabajo y servicios de transporte afectó a las líneas de suministro y se agotaron las existencias de muchos métodos anticonceptivos en el periodo de tres a seis meses posterior al confinamiento. El temor a un mayor riesgo de infección de la covid-19 en los centros de salud desalentó a las mujeres.

En algunos casos se retrasaron las actividades clínicas consideradas “no urgentes”, como la atención prenatal. Por otro lado, es posible que el propio encierro haya aumentado la exposición de las mujeres a violencia de género como consecuencia de los tiempos más largos en presencia de los agresores, normalmente las parejas, y de oportunidades más limitadas para buscar ayuda.

Los primeros informes fueron útiles para defender las necesidades de las mujeres de tener acceso a la salud sexual y reproductiva. Pero pocos estudios pudieron cuantificar el impacto real que tuvo la pandemia de la covid-19, y sus medidas de prevención, en la vida y el bienestar de las mujeres.

En nuestro último estudio nos propusimos dar respuesta a estas preguntas mediante la elaboración de encuestas a mujeres en cuatro países africanos. Analizamos el impacto de la pandemia en sus necesidades y el acceso a la salud sexual y reproductiva. Los hallazgos fueron inesperados y contrarios a los temores de expertos y activistas. Por lo general, las mujeres con las que hablamos pudieron evitar embarazos no deseados, pero la necesidad y el uso de anticonceptivos debe ser una prioridad permanente. Los resultados indicaron que determinados grupos son especialmente vulnerables.

La necesidad y el uso de anticonceptivos

El estudio Performance Monitoring for Action realiza encuestas anuales sobre las necesidades de salud reproductiva de las mujeres en toda la región del África subsahariana. En general, estas encuestas la elaboran de manera presencial entrevistadores cualificados. Pero los procedimientos normales no fueron posibles por motivo de las medidas de prevención de la covid-19.

Por tanto, elaboramos la encuesta por vía telefónica, de marzo a junio de 2020. Esta incluía preguntas específicas relativas al conocimiento de la covid-19 y las conductas de salud reproductiva desde las restricciones a raíz de la pandemia.

Nuestros análisis incluyeron a 7.245 mujeres casadas o que vivían en pareja en Burkina Faso, República Democrática del Congo (Kinshasa), Kenia y Nigeria (Lagos). Tuvimos en cuenta estos países porque ya habíamos obtenido datos antes, entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 –justo antes de la pandemia–, y podíamos comparar los principales indicadores de salud reproductiva entre un momento y otro.

Tanto la necesidad de anticonceptivos como el uso real de estos métodos diferían de manera sustancial entre los cuatro. Lagos (Nigeria) era el único lugar en el que aumentó la necesidad de anticonceptivos en las mujeres. Se incrementó en un 5% entre el periodo anterior a la covid-19 y la encuesta realizada después del comienzo de la pandemia. En el resto de ubicaciones no se observaron aumentos en la necesidad de anticonceptivos.

En contra de nuestras previsiones, descubrimos que el uso de anticonceptivos entre mujeres que lo necesitaban subió en la mayoría de los casos. Dicho aumento fue significativo en las zonas rurales de Burkina Faso y Kenia.

La mayoría de ellas denunciaron una pérdida parcial en los ingresos familiares a raíz de las restricciones por la covid-19. Pero en Kinshasa se produjo un impacto más severo: casi el 70% de las mujeres informaron de una pérdida completa de los ingresos familiares. En consecuencia, se observaron aumentos en el uso de anticonceptivos para las mujeres que habían experimentado pérdidas económicas en Kenia y en las partes rurales de Burkina Faso, lo que quizás se corresponda con el cambio de intenciones de fecundidad en periodos de incertidumbre económica.

Aumentó el uso de anticonceptivos en quienes habían experimentado pérdidas económicas en Kenia y Burkina Faso, lo que quizás se corresponda con el cambio de intenciones de fecundidad en periodos de incertidumbre económica

Por suerte, los resultados generales no coinciden con las predicciones y la información mediática, que sostenían que habría un gran número de embarazos no deseados debido a la disminución del acceso a los servicios de salud reproductiva. De hecho, nuestros descubrimientos sobre el incremento general en el uso de anticonceptivos en Kenia y en las zonas rurales de Burkina Faso indican que las mujeres toman decisiones en función de sus preferencias reproductivas y tratan de evitar el embarazo.

No obstante, es importante señalar que algunas mujeres tal vez no pudieron utilizar métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados en las primeras fases de la pandemia. También analizamos estas tendencias basándonos en características sociodemográficas, y hallamos que algunas mujeres pueden estar en un mayor riesgo de experimentar un embarazo no deseado, y más concretamente, jóvenes en Lagos y mujeres sin hijos en Kinshasa. Resulta fundamental comprender los motivos del aumento de la necesidad de anticonceptivos y la disminución de su uso en otros grupos.

Las mujeres jóvenes ya se enfrentan de por sí a la estigmatización en el acceso a estos y es probable que se agrave durante la pandemia a causa de los cierres de servicios dirigidos a adolescentes. De igual modo, las mujeres que nunca han tenido hijos tienen que afrontar la presión familiar y social para concebir poco después del matrimonio, con independencia de sus aspiraciones económicas o educativas.

De cara al futuro

En términos generales, los resultados son alentadores. Pero las necesidades de salud sexual y reproductiva de mujeres adultas y jóvenes deben seguir siendo una prioridad para los gobiernos, los donantes internacionales y los proveedores de servicios. Ninguna pandemia ni otra situación que requiera restricciones de movilidad debe afectar al acceso a estos servicios.

Las políticas de planificación familiar y los programas que hay en estos países deberían priorizar las necesidades de salud reproductiva y sexual de las mujeres en todo momento y más aún durante las emergencias sanitarias, en las que las mujeres se exponen a unas adversidades económicas y sociales desproporcionadas.

Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation.

Shannon N. Wood y Celia Karp son científicas adjuntas en el Departamento de Población, Familia y Salud Reproductiva de la Universidad Johns Hopkins. Funmilola OlaOlorun es profesora y consultora honoraria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ibadán (Nigeria) y Pierre Akilimali es profesor asociado de Medicina y Salud Pública en la Universidad de Kinshasa (RDCongo).

The Conversation

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