Dentro de un año y un día habrá partido en San Mamés en el marco de la Eurocopa multinacional. Se disputarán tres encuentros más. A Bilbao llegarán miles de aficionados y la ciudad se convertirá en una de las capitales futbolísticas del continente. Al margen de para ser la casa del Athletic, obviamente, para acoger eventos de este calado se construyó uno de los mejores estadios de Europa. Un motivo para presumir.
Lo llamativo es que a lo largo de los últimos cinco años que lleva el estadio totalmente construido no se haya disputado ninguna gran final. Ni de Copa ni de competición europea. Lo cierto es que hubiera sido un test importante para preparar lo que se viene en 2020. El Wanda Metropolitano, por comparar, ha acogido una final de Copa y otra de Champions en sus dos años de vida. En Bilbao no podría celebrarse el partido definitivo de la máxima competición continental, pero sí de la Europa League.
Que vengan más acontecimientos de este tipo, incluso de otras modalidades deportivas como fueron las finales de rugby. ¿Por qué no conciertos? Hasta seis acoge el Wanda entre junio y julio. No vamos a comparar la capacidad de Madrid y Bilbao para atraer grandes eventos, pero creo que San Mamés podría explotarse algo más. Debe tener sus puertas abiertas.
Dos problemas le veo a que la capital vizcaína sea sede de la Eurocopa. Uno es que me surge la duda de si la policía está lo suficientemente preparada como hacer frente a un acontecimiento de tal magnitud. Cada vez que una afición conflictiva ha llegado a Bilbao han surgido inconvenientes fuera del estadio. ¿Qué pasará si Polonia o Rusia juegan en San Mamés?
Y el otro problema lo intuyo en algunas personas que vengan a ver a España, que disputará dos duelos en Bilbao si sella su clasificación como así parece. Si pretenden mostrar aquí su presencia como una conquista o como un trofeo no serán bien recibidos.
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