Una avalancha de filtraciones internas acorrala al Gobierno de Boris Johnson

Boris Johnson, durante un acto electoral con seguidores en Llandudno (Gales), este lunes.
Boris Johnson, durante un acto electoral con seguidores en Llandudno (Gales), este lunes.PHIL NOBLE / AFP

En el momento más dulce de Boris Johnson, por su exitosa campaña de vacunación, alguien ha olido debilidad. Una cadena de filtraciones internas, a cuál más grave, ha revelado la dudosa ética que opera en Downing Street. Desde el invento de recabar donaciones anónimas para que el primer ministro y su pareja decoraran su vivienda privada, al exabrupto lanzado por el político durante la reunión en la que se decidía un segundo confinamiento: “Prefiero que se apilen antes miles de cadáveres”, dijo, según han confirmado varios testigos de la discusión.

Johnson fue el primero en reaccionar este lunes, durante un acto electoral en Wrexham, para denunciar como “absoluta basura” esa acusación. “Los ciudadanos no están en este debate. Lo que quieren es que se hable de planes de empleo, crecimiento o recuperación”, dijo. Su actual jefe de Gabinete, Michael Gove (un rango similar al de ministro de la Presidencia español), rechazaba también la posibilidad de que Johnson hubiera proferido una expresión tan grave: “Encuentro increíble la mera idea de una cosa así. Yo estaba en esa habitación, y no oí esa clase de lenguaje”. Gove, uno de los políticos más hábiles en la actual escena británica, era sibilino en su respuesta. Él nunca “oyó” esas palabras, pero varios otros sí.

El Daily Mail, el periodista Robert Peston en el semanario The Spectator y hasta la propia BBC ignoraban el desmentido del Gobierno y sostenían la versión que, al menos tres testigos anónimos de la discusión, han confirmado. Ocurrió a finales de octubre pasado, cuando Downing Street comenzaba a comprobar con dolor que su gestión de la pandemia había sido errática y los datos forzaban un nuevo endurecimiento de las restricciones sociales. En su momento se informó del choque entre Johnson, que veía desmigajarse la economía británica, y varios de sus ministros que reclamaban medidas más duras para frenar el virus.

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“Me ha generado mucha preocupación la noticia. Y en los primeros en que he pensado ha sido en las familias que perdieron a algún miembro durante la pandemia”, dijo Keir Starmer, el líder del partido laborista. “No sé si será cierto o no, pero creo que el primer ministro debe aclararlo públicamente”, añadió. La oposición no ha querido impulsar más allá este asunto, consciente de que el exabrupto del primer ministro, cierto o no, sirve por sí solo para deteriorar aún más la imagen del político. Starmer ha preferido encauzar sus fuerzas hacia otra filtración con posibles derivadas legales más comprometedoras. El que fuera ideólogo del Brexit y máximo asesor de Johnson, Dominic Cummings, declaró formalmente la guerra el pasado viernes a su exjefe en un comunicado público. Entre otras cosas, aseguraba en ese texto que aconsejó a Johnson que no siguiera adelante con la idea de volver a decorar su residencia privada de Downing Street con la ayuda de donaciones anónimas. Sería “algo estúpido y probablemente ilegal”, le advirtió.

Los medios presentaron el episodio como un empeño personal de la pareja del primer ministro, Carrie Symonds, cuya guerra personal contra Cummings fue un factor determinante para que el asesor abandonara el Gobierno. El equipo de Johnson se ha apresurado a afirmar que el político acabó pagando de su propio bolsillo los más de 66.000 euros que costó la renovación del apartamento. Tampoco ha logrado zanjar con su desmentido esta polémica, porque parece claro que el dinero llegó a través de las donaciones recaudadas por el Partido Conservador y que fue solo después, ante la magnitud del escándalo, que Johnson decidió rascarse el bolsillo y devolver la cantidad al partido.

Downing Street se prepara para hacer frente durante las próximas semanas a una montaña rusa. Cummings, conocedor de todos los secretos del primer año de mandato de Johnson, se ha mostrado dispuesto a responder sin ambages a las preguntas de los diputados cuando comparezca el mes que viene ante el Parlamento.


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