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Una beca, el amor y una pasión


Edward
de
Marta nació hace 52 años en Siria, vive en Singapur y es de la Real. Es el resumen rápido de una historia de trabajo, amor, maletas y kilómetros que cada fin de semana le sienta frente al televisor junto a su hijo Daniel para animar a su equipo desde la distancia.



“Vemos todos los partidos de la Real en directo desde casa, sobre todo cuando juega a mediodía o a media tarde de España”, afirma. “El equipo cada vez me gusta más, es un grupo joven y con mucho talento. Estar en puestos europeos y jugando como lo estamos haciendo es fantástico. Es un gran orgullo tener este equipo”.

Una pasión txuri urdin que poco a poco se va extendiendo en Singapur. 11.000 kilómetros no son obstáculo. “La Real es muy conocida aquí. No tenía tantos fans como el Real Madrid y el Barça pero desde el año pasado, cuando empezó el patrocinio de la empresa singapurense GoodBall.com, se puede ver a cada vez más jóvenes con la camiseta del equipo por las calles”.

La vena realista de Edward, en cambio, tiene una raíz bien distinta. “En 1991 me ofrecieron una beca desde el CEIT y la escuela de Ingenieros para hacer un doctorado en ingeniería industrial y así aterricé en Donostia”. No tardó en quedar hechizado. “Me enamoré de la ciudad y de la gente y cómo no, de mi mujer Nekane. La conocí…, ¿dónde va a ser? Pues en un bar de la Parte Vieja. Esto cambió mi vida y hasta mi nacionalidad”.

Su corazón se tiñó pronto de txuri urdin. “Coincidió con la inauguración del estadio de Anoeta, en el año 1993. Empecé a seguir los partidos del equipo y a conocer a los grandes jugadores de aquella época. Hasta hoy”.

La manita en el derbi

Dos años más tarde llegó una de sus momentos futbolísticos más felices. Fue el 28 de mayo de 1995. “Nunca olvidaré ese derbi. Le ganamos 5-0 al Athletic. Fue un partido fantástico”. La temporada del subcampeonato, cómo no, también tiene un hueco especial en su cuaderno de bitácora realista. “Teníamos un equipo increíble. ¡Sólo nos faltaron dos puntos para ser los campeones!”.

Edward tiene buen paladar futbolístico. Lo demuestra al elegir a sus jugadores predilectos: “De
Pedro, Kovacevic, Nihat, Karpin, Xabi
Alonso… Son varios. Actualmente me encanta Isak”.

La vida siguió girando para Edward y Nekane. “A finales del 2003 cambié de trabajo. Empecé en Ulma Construcción, en el departamento internacional, y nació nuestro hijo Daniel. Con la estrategia de internacionalización del grupo me ofrecieron moverme al sudeste asiático para abrir la filial en Singapur y desarrollar el negocio en toda la zona del Pacifico. Y aquí estamos”.

Daniel es ahora su gran compañero de asiento en su particular Anoeta singapurense. “Le gusta la Real desde pequeño, casi siempre le cae un regalo de la tienda del club de nuestra familia por Navidad”. Todavía no conocen el nuevo estadio (“me han hablado maravillas de él, espero poder visitarlo con mi cuadrilla pronto”) y confían en celebrar juntos su primer título como realistas. “Confío mucho en el nivel del equipo y no me cabe ninguna duda que la Real levantará la Copa después de pasar la página de la pandemia. Gora Reala! Gora txuriurdinak!”.

La situación en Singapur es relativamente tranquila. “Nada mas volver a Singapur después de pasar las navidades en Donostia, nos enteramos de los primeros contagios del corona virus por visitantes chinos de Wuhan”, explica Edward. “El gobierno alarmó a la población con ciertas medidas no muy estrictas y se empezaron a rastrear todos los casos, así que todo estaba bajo control a partir de mediados de febrero”.

En su Siria natal, en cambio, el drama lleva una década instalado. “Qué quieres que te cuente, la guerra lleva ya casi 10 años. El aire huele a pólvora y quizás este virus no sobreviva en este ambiente?. El martes se declaró el primer caso importado de un visitante iraní. Los sirios allí dicen que ya están vacunados con tanta miseria y sufrimiento”.



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