Una denuncia de posibles amaños desata la guerra en la élite del piragüismo español


España clasificó a ocho piragüistas masculinos para los Juegos de Tokio, pero la organización sólo admite a seis. Las plazas son para el país, no son nominales. Se consiguió el pase para el K2-1000, el K1-1000, el K1-200 y el K4-500. El altísimo nivel del piragüismo español (el deporte que más oros cosechó en Rio2016 con Craviotto-Toro en el K2-200, Marcus Cooper en el K1-1000 y Maialen Chourraut en aguas bravas) ha obligado a la federación a montar un proceso interno para descartar a dos palistas de seis para las pruebas del K4-500 y K1-200.

Eso significa dejar fuera a medallistas olímpicos y mundiales: dos entre Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Cristian Toro, Carlos Arévalo, Rodrigo Germade y Carlos Garrote. El proceso, muy largo y con reuniones extremadamente tensas, empezó después de la plata mundial en Szeged 2019, se paró por la pandemia en marzo del año pasado y se retomó el pasado jueves en Trasona, Asturias, donde el equipo del K4-500, dirigido por Miguel García, tiene su cuartel general. Las pruebas, que tendrían que haber terminado este jueves se suspendieron este martes porque uno de los palistas confesó a los técnicos que no estaba en condiciones de rendir. No es el único del grupo que no ha pegado ojo en las últimas noches. Las acusaciones, las filtraciones y las insinuaciones de amaño por parte de Carlos Garrote y del expresidente federativo Juan Román Mangas, han hecho mella y han convertido los selectivos en un polvorín. A última hora de la tarde de este martes la Federación comunicó que las pruebas se retomarán este miércoles y terminarán el viernes.

El lunes por la mañana —día de descanso entre la primera y segunda tanda de tiradas— Garrote envió este mensaje a los periodistas: “El proceso de selección interno quedó ayer [por el domingo] intervenido por el técnico responsable del proyecto al detectar posibles irregularidades. El entrenador tomó esta decisión ayer por la tarde al tener sospechas de manipulación de tiempos por parte de algunos deportistas. Considero que esto se debe de saber por la gravedad del asunto”. Ante unos datos [sobre los tiempos] que no aportaban más que dudas, lo que hizo el entrenador fue convocar a los deportistas para averiguar qué había pasado en las pruebas, si había influido el frío, la dureza del agua y de la pista, la activación muscular, etc etc. Una reunión normal y corriente que se suele hacer para analizar las circunstancias de carrera, se convirtió en un juego de filtraciones y en unas acusaciones de manipulación antes incluso de que empezara.

Especialista en 200 (fue bronce en el Mundial de 2019 y doble campeón mundial y europeo en 2018), Garrote quedó cuarto y tercero, respectivamente, en las pruebas internas del K1-200 -dos tiradas- que se disputaron el jueves de la semana pasada. Perdió, por tanto, la opción de clasificarse en el K1-200 para Tokio. Esa plaza la ganó Carlos Arévalo. Para Garrote (como para Toro y el resto de compañeros), la única opción de acudir a los Juegos, era por lo tanto con el K4-500.

El proceso preveía una tirada diaria de tres diferentes combinaciones y la embarcación ganadora en ambos test sería la elegida para seguir trabajando de cara a los Juegos. Las tiradas estaban fijadas todos los días a la misma hora (9 de la mañana) para que todos tuvieron las mismas condiciones: en el caso de que el clima no fuera favorable, se aplazaría para garantizar que todos compitieran con las mismas condiciones climáticas.

Garrote participó el viernes en la primera de las seis tiradas previstas en un K4-500 formado junto a Craviotto-Arévalo y Toro. Marcaron un tiempo de: 1m 24s 067. “Nos vamos todos satisfechos de no haber dejado ni una pizca de fuerza de reserva”, declaró Garrote ese día. Se quejó, por otro lado, de que el último año había sido “muy duro” para él. “Por el cambio de entrenador y de entrenamientos, bastantes diferentes a los últimos 3 años. La adaptación ha sido dura, sin encontrarme del todo bien. Di todo lo que tenía, es verdad que se compite como se entrena”, expresó al mismo tiempo que asegura que el proceso de selección iba a ser “justo y legal”.

24 horas después, el sábado, fue el turno del K4-500 de Craviotto-Cooper-Arévalo-Toro que terminó con un tiempo de 1m 24s 664. El domingo le tocó a la embarcación compuesta por Craviotto-Cooper-Arévalo-Germade —la que fue subcampeona mundial en Szeged 2019 y que lleva más tiempo trabajando junta— y paró el cronómetro en 1m 20s 842. Garrote considera que esa diferencia de 3,8 segundos es fruto de un engaño. Cree que los palistas remaron más lentos el viernes con él a bordo para penalizarlo. Y así intentó también hacérselo creer a Toro que este martes tenía que subirse a la embarcación con Craviotto-Cooper y Arévalo para la segunda tirada. “Si sales mañana [por hoy martes] aceptas la derrota, si no sales, queda demostrado que nos han robado”, según un testigo. El expresidente Mangas dijo por su parte en Castilla y León TV que no había habido juego limpio y también habló de amaño.

Miguel García, el técnico responsable de la preparación de cuatro de las embarcaciones ganadoras de medalla en Río 2016, Londres 2012 y Pekín 2008, ha explicado esta mañana porque se ha parado el proceso de selección en el que lleva trabajando más de dos años. “El test previsto para este martes no se ha disputado porque los deportistas, después de todo este maremágnum, no están en condiciones de aportar el 100% en cada prueba, de manera que la información que íbamos a obtener no nos sirve”. Sobre esa diferencia de 3,8 segundos, cronometrada por cierto por un responsable de la Federación, dice que no responde a un solo motivo. “Existen variables como que el segundo día hizo más frío, que la salida se hace manual con pontonero y no automatizada y la propia activación de los deportistas. Lo que tenemos que hacer ahora es entrenar y vamos a cerrar el proceso de la mejor manera posible desde el sentido común y el trabajo, con lo cual llegaremos a un punto de consenso en el que podremos finalizar la selección con claridad”.


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