Una fórmula educativa en auge metida en la guerra lingüística


La fórmula de dos profesores dando clase a la vez en un aula, que el consejero de Educación catalán ha anunciado para los 35 centros educativos que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha ordenado específicamente que cumplan la obligación general establecida por los jueces para el sistema educativo catalán de impartir al menos un 25% de las horas en castellano, introduciendo así esta metodología pedagógica en la guerra lingüística, está creciendo con fuerza en los últimos cursos en España. De ser un método utilizado sobre todo en colegios concertados innovadores, se ha ido extendiendo a numerosos de centros educativos de la red pública de varias autonomías, como la Comunidad Valenciana, Navarra y Galicia.

Los expertos y responsables educativos que defienden la llamada codocencia argumentan que proporciona diversas ventajas. Permite un tipo de aprendizaje más activo, es decir, menos basado en la lección magistral, y una atención más individualizada tanto para los alumnos que van rezagados como para los que necesitan avanzar más rápido. Facilita la introducción de otras metodologías innovadoras, como el aprendizaje por ámbitos (la fusión de varias materias en una clase para hacer una enseñanza más interdisciplinar). Y mejora el clima del aula, haciendo que las clases sean más tranquilas para el profesor, que ya no tiene que estar explicando un tema y controlando simultáneamente a los alumnos disruptivos. Al mismo tiempo, advierte Pilar Gargallo, presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, “hablar de codocencia es muy bonito y hacerla es muy difícil”. Para que dé frutos es necesario un cambio de la cultura profesional, afirma, pasando de un oficio solitario al trabajo en equipo. “Hace falta formación y acompañamiento, no es solo poner a dos profesores en la clase y decirles ya os apañaréis. Hace falta planificación y un liderazgo en los centros que haga tándems que funcionen”, dice la maestra.

Problema de equidad

La medida es también más cara que el modelo tradicional, al exigir una mayor plantilla. Y en dicho sentido, admite Gargallo, el anuncio realizado por la Generalitat de que solo se aplicará a los centros que la justicia ha ordenado concretamente que den el 25% de horas en castellano plantea un problema de equidad, porque “es posible que lo necesiten más otros centros” con alumnado más desfavorecido, afirma. “Nos gustaría que con tiempo y a medida que los claustros estén preparados se aplique a todo el sistema educativo”, añade.

Uno de los grandes impulsores de la codocencia en España, el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Mariano Fernández Enguita, teme que el sistema anunciado por la Generalitat acabe consistiendo, en realidad, en tratar a los estudiantes cuyas familias han visto reconocido, a través de los tribunales, el derecho a tener horas en castellano como si fueran “alumnado con necesidades educativas especiales”. Es decir, que la clase general sea en catalán y que el profesor de refuerzo se dedique a ofrecerle a este estudiante una versión castellanizada de la sesión. Si realmente no es así, la Generalitat cumple su promesa de no segregar a los alumnos y se implanta un verdadero sistema de codocencia (en el sentido de una docencia colaborativa, que es la expresión de la que procede el término, heredado del inglés), Fernández Enguita también cree que lo esperable es que todos los centros reclamen profesores para hacerlo, porque implica una ventaja.

El presidente de la federación de directores de institutos públicos Fedadi, Antoni González Picornell, considera razonable que la decisión de cómo concretar la forma de codocencia en cada escuela la decidan los centros educativos y los propios equipos docentes. En el instituto que González Picornell dirige en Alcoi (Alicante), “los mismos profesores no plantean igual la codocencia en primero de la ESO A y en primero de la ESO B, la adaptan a los perfiles de sus alumnos”.

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