Una jueza de Washington ha vetado este lunes la compra de la editorial Simon & Schuster por parte de Penguin Random House por sus riesgos para la competencia, según ha anunciado el Departamento de Justicia. En este caso, el argumento no ha sido proteger a los consumidores/lectores, como es habitual en los casos de competencia. La posición oligopolista dañaba la competencia en el mercado de los anticipos sobre derechos de libros superventas. Stephen King, que declaró contra su propio editor, se ha salido con la suya.
La mayor editorial de Estados Unidos, Penguin Random House, perteneciente al grupo alemán Bertelsmann, acordó en 2020 comprar Simon & Schuster, el tercer mayor grupo editorial del país, propiedad de Paramount, por 2.175 millones de dólares, tras imponerse en una especie de subasta que despertó mucho interés.
El veto es un éxito para el Gobierno de Joe Biden. El Departamento de Justicia había impugnado la operación ante los tribunales, alegando que dañaba la competencia. El caso ha sido resuelto por Florence Y. Pan, la primera jueza de distrito asiático-americana del Distrito de Columbia, nombrada por el propio Biden. En su resolución, señala: “Tras el examen del extenso expediente y la cuidadosa consideración de los argumentos de las partes, el Tribunal considera que [el Gobierno de] Estados Unidos ha demostrado que el efecto de la fusión propuesta puede disminuir sustancialmente la competencia en el mercado de los anticipos de derechos de publicación en Estados Unidos de los libros más vendidos”.
La sentencia completa aún no se ha hecho pública, porque tiene contenido considerado confidencial y las partes tienen derecho a solicitar que sea ocultado antes de que se difunda el fallo.
Cuando el Departamento de Justicia anunció su acción contra la fusión, en noviembre de 2021, alegó que la adquisición de Simon & Schuster daría a Penguin Random House el control de casi la mitad del mercado de anticipos para la adquisición de derechos de publicación de los libros más vendidos, dejando a cientos de autores con menos opciones y menos influencia. También señalaba en su demanda que el propio grupo Bertelsmann consideraba el mercado editorial estadounidense como un “oligopolio” y su adquisición de Simon & Schuster pretendía “cimentar” su posición como editor dominante en Estados Unidos.
“Los libros han dado forma a la vida pública estadounidense a lo largo de la historia de nuestra nación, y los autores son el alma de la publicación de libros en Estados Unidos”, indicaba en un comunicado entonces el fiscal general, Merrick Garland. “Pero solo cinco editoriales controlan la industria editorial estadounidense. Si se permite que la mayor editorial de libros del mundo adquiera una de sus mayores rivales, tendrá un control sin precedentes sobre este importante sector”, añadía.
Esas compañías son conocidas como las Big Five e incluyen, además de Penguin Random House y Simon & Schuster, a HarperCollins (filial de News Corporation, de Rupert Murdoch), Macmillan y Hachette.
Penguin Random House ha anunciado que recurrirá la sentencia: “Estamos muy en desacuerdo con la decisión de hoy, que es un desafortunado revés para los lectores y los autores”, ha señalado a través de un comunicado. “Como hemos demostrado a lo largo del juicio, el hecho de que el Departamento de Justicia se centre en los anticipos a los autores mejor pagados del mundo en lugar de en los consumidores o en la intensa competitividad del sector editorial es contrario a su misión de garantizar una competencia leal”, ha añadido.
El Departamento de Justicia, en cambio, ha cantado victoria: “La decisión de hoy protege la competencia vital para los libros y es una victoria para los autores, los lectores y el libre intercambio de ideas”, ha señalado el fiscal general adjunto Jonathan Kanter, de la División Antimonopolio. “La fusión propuesta habría reducido la competencia, rebajado la remuneración de los autores, disminuido la amplitud, la profundidad y la diversidad de nuestras historias e ideas y, en última instancia, empobrecido nuestra democracia”, ha añadido.
El juicio se celebró en Washington en la primera mitad de agosto y el testigo estrella del Gobierno fue el escritor Stephen King, que publica sus novelas en un sello de Simon & Schuster, pero declaró contra su empresa. Sostuvo que el mayor perjuicio de la fusión los sufrirían probablemente los autores jóvenes, para los que cada vez es más difícil ganar lo suficiente para vivir de su oficio. El caso, en realidad, se centró en los anticipos a autores de gran éxito, como él.
Mientras que los directivos de las dos compañías inmersas en la operación testificaron a favor de la misma, ejecutivos de sus rivales Hachette y HarperCollins lo hicieron en contra, en un juicio muy seguido por todo el sector.
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