A este paso el Athletic de
Marcelino
va a necesitar viagra para ‘empalmar’ dos victorias consecutivas. No hay manera. Y eso que acababa de superar de manera merecida a todo un Atlético de Madrid en pleno arreón final con el liderato de la Liga en juego. Pero no, tampoco esta vez. Ni ante un Valladolid que está en las antípodas clasificatorias de los colchoneros lo consiguieron.
Es como un axioma indemostrable. El Athletic no puede encadenar dos victorias en la competición doméstica. Y punto. Sigue abonado al empate, nueve con Marcelino. Es capaz de lo mejor y de lo peor con apenas unas horas de diferencia. La regularidad en el buen juego brilla por su ausencia. Destroza a mandobles a unos y se comporta pusilánime con otros, según le dé, como pasó con colchoneros y pucelanos.
Para ser justos, también hay que decir que los rojiblancos solo han perdido en una ocasión dos encuentros seguidos. Fue en los albores de la temporada, los días 1 y 4 de octubre, en nuestro ya famoso y particular desastre de Trafalgar ante el Cádiz, con uno menos toda la segunda parte, y ante el Alavés en Vitoria, también uno a cero, sin ni siquiera chutar a portería.
Ante el Atlético hizo una demostración de poderío físico, de ganas, de orgullo para levantarse de la lona y hacer frente al líder cara a cara. Fue el equipo bravo y vertical que busca Marcelino. Y con una remesa de jóvenes hambrientos.
Ante el Valladolid el pasado miércoles se atisbaron una hechuras similares, pero volvieron los errores en ambas áreas, y por ahí se fueron las posibilidades de competir por el séptimo puesto que hubiera permitido volver a Europa la próxima temporada.
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