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Una nueva amenaza: España, un país apetecible para la chinche que transmite Chagas


Un mordisco de una chinche es suficiente para contraer una enfermedad que, en sus casos más graves, puede provocar muerte súbita. Es el Mal de Chagas, una enfermedad crónica y endémica de algunos países latinoamericanos, que al principio solo se manifiesta con una simple fiebre o diarrea. España es el país europeo con más casos de chagas, todos importados o transmitidos de madres a hijos. Pero una investigación concluye que países como el nuestro presentan unas características muy apetecibles para que las chinches (también llamadas vinchucas) que lo transmiten puedan adaptarse y criar.

“Hay algunas especies que ya han llegado a muchas partes del globo y se asume que van a llegar a más. Observamos que muchas encuentran condiciones climáticas idóneas en otros lugares, como el sur de Europa, especialmente las más comunes en el cono sur de Latinoamérica”, explica Fanny Eberhard, investigadora principal de este estudio elaborado en el seno de la Universidad de Frankfurt. “Hasta la fecha no se han encontrado triatominos (el nombre de las chinches) en Europa, por lo que el riesgo actual se puede calificar de bajo”, puntualiza. Con este análisis, los investigadores apuntan a una importante conclusión: deben reforzarse los sistemas de vigilancia de estos insectos.

“Hay una especie de estos triatominos que se adapta muy bien a los ambientes domésticos, que es cosmopolita y que tiene una gran capacidad de esconderse, lo que le permite viajar de un lado a otro”, advierte por teléfono desde Bolivia el entomólogo Mirko Rojas, que además fue director del Programa Nacional de Chagas de su país. Rojas explica que estas chinches ya tienen experiencia en atravesar fronteras. “Se han dado casos de insectos que se han establecido en Argentina y los portadores fueron bolivianos que habían estado de vacaciones”, resume. El especialista recalca, no obstante, que para que una especie arraigue en un nuevo lugar tiene que ser capaz de completar su ciclo biológico y llegar a anidar. “Una hembra puede poner hasta 500 huevos, y aunque se esconden muy bien, no son tan pequeños. Creo que si una familia de Barcelona lo ve en su casa lo reportaría y se detectaría”, señala. Sí que se han adaptado a puertos en Asia, donde pueden alimentarse de la sangre de los roedores.

No existe vacuna para esta enfermedad que padecen entre seis y siete millones de personas en el mundo (4,9 millones en el continente americano), pero sí tratamiento. Es fundamental empezar a aplicarlo en las etapas iniciales. En Europa se contabilizan aproximadamente 80.000 infectados, se estima que más de 50.000 están en España. “Sobre el papel, se dan las condiciones para que los insectos lleguen aquí, pero si lo bajamos a la realidad, es más complicado”, apunta la doctora María Jesús Pinazo, coordinadora de la Plataforma de Atención Integral a los Pacientes de Chagas de Bolivia, integrada en el Instituto Global de Salud de Barcelona. “Estas chinches prefieren alimentarse de la sangre de animales, el ser humano es su última opción, y por ahora no se han encontrado reservorios (animales infectados capaces de contagiar) en España”, añade.

No obstante, Pinazo señala otra cuestión: “Tenemos que preguntarnos si nuestro sistema de salud está preparado para atender enfermedades como esta”. La especialista señala que la atención de dolencias así no puede restringirse a centros especializados y que es necesaria formación a los profesionales, información a las comunidades en riesgo y un mayor acceso a los medicamentos. “Nuestros pacientes ya están muy concienciados y son ellos mismos los que nos mandan fotos de insectos que les resultan sospechosos”, indica Pinazo.

“Las enfermedades transmitidas por vectores (insectos por lo general) se diferencian de otras como la covid porque encuentran hostilidad en los predadores locales, pero el cambio climático contribuye a la expansión de las enfermedades. Por ejemplo: el 2019 Alemania registró el primer caso de fiebre del Nilo transmitida directamente de un mosquito”, argumenta Eberhard. Esta enfermedad es la que ha acabado con la vida de siete personas en Andalucía este mismo año. En 2018 España notificó también los primeros casos autóctonos de dengue. La experta alemana concluye: “Cada enfermedad tiene que ser monitorizada de forma individual y el riesgo evaluado constantemente”.

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