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Una pequeña ciudad de España es una de las 17 más bonitas de Europa

España es un país maravilloso, con ciudades y pueblos llenos de encanto que merece la pena conocer. Touropia, una plataforma de Estados Unidos especializada en guías de viajes, ha elaborado un ranking con las 17 pequeñas ciudades más bonitas de Europa, y una de ellas es española.

Se trata de Ronda, una localidad malagueña de 34.000 habitantes cuyo atractivo está relacionado con su ubicación geográfica. Ronda está ubicada en un profundo desfiladero que separa el municipio en dos zonas: el casco antiguo, cuyo origen se remonta a la época musulmana, y la parte nueva del siglo XV.

En Oway Tours hablan sobre cómo nació Ronda: «Ronda pasó a ser dominio de los musulmanes a partir del año 712. Estos dejaron una huella imborrable en la ciudad dada su situación geográfica. Esta se puede observar hoy en día en diferentes monumentos y rasgos arquitectónicos. En el año 1485 los Reyes Católicos conquistaron la ciudad y la remodelaron».

¿Qué ver en Ronda?

La principal atracción turística de la localidad malagueña y el icono en todas las postales es el Puente Nuevo. Construido en el siglo XVIII, tiene casi 100 metros de altura y une el casco antiguo con la parte nueva. Para hacer las mejores fotografías del Puente Nuevo, lo mejor es dirigirse hacia el mirador desde la Plaza de María Auxiliadora.

El Palacio Mondragón de Ronda es uno de los monumentos más importantes. Fue construido a principios del siglo XIV como residencia para los Reyes Católicos durante su visita a la villa. Actualmente, alberga el Museo Municipal de Ronda.

La Plaza Duquesa de Parcent es una de las más bonitas de la pequeña ciudad, en la cual se encuentran varios monumentos de interés, como la Iglesia Mayor de Santa María, que mezcla los estilos gótico y renacentista.

Los Baños Árabes de Ronda son los mejores conservados de toda España. Se encuentran en el barrio de San Miguel y fueron construidos a finales del siglo XIII. En la visita se puede ver la caldera que se utilizaba para calentar el agua.

Y, por último, la Casa del Rey Moro, un palacio del siglo XVIII con unos jardines impresionantes m diseñados por el paisajista Forestier. Desde los jardines hay unas escaleras que bajan hasta las minas de agua, donde se extraía agua con una noria en la antigüedad, y luego una cadena de esclavos se encargaba de subirla con cubos.


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