Una sucesión de incendios en fábricas militares eleva la tensión en Rusia

Una sucesión de incendios en fábricas militares eleva la tensión en Rusia

Una serie de incidentes de los que Moscú acusa a Kiev —algunos con detalles poco claros— ha elevado la tensión en Rusia en el último mes. Se trata de una concatenación de incendios en fábricas militares, a los que se ha sumado el aumento de la alerta antiterrorista y las detenciones de supuestos saboteadores ucranios que forman parte de una banda llamada “Maniacos: culto del asesinato”, entre otras presuntas células enemigas. En unas ocasiones, Ucrania calla o responde con evasivas, y en otras acusa a Rusia de fabricar pretextos para su ofensiva.

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El Kremlin ha amenazado en varias ocasiones desde mediados de abril con tomar medidas si continúan los ataques en su territorio. El presidente ruso, Vladímir Putin, llegó a decir hace una semana que su país ejecutará “una respuesta dura” si Occidente anima a Ucrania a atacar territorio ruso. Este jueves el gobernador de Belgorod aseguró que varias casas de un pueblo fronterizo habían resultado destruidas por un supuesto bombardeo. No hubo víctimas, como en las ocasiones anteriores.

Por su parte, el consejero de la presidencia ucrania Mijailo Podoliak ironizó el 27 de abril con que los incendios y explosiones producidos en varias regiones fronterizas serían una especie de “desmilitarización”, una de las condiciones que exige el Kremlin a Kiev para la paz. Pese a los rumores que acusan a Kiev de todos los incendios ocurridos desde abril a lo largo y ancho del país, Podoliak solo señaló tres regiones vecinas como posibles objetivos: Belgorod, Vorónezh y Kursk.

Pese a la cercanía del 9 de mayo, el simbólico Día de la Victoria en Moscú y San Petersburgo, hasta el momento solo se ha decidido elevar el nivel de alerta en cuatro regiones colindantes con Ucrania y la península de Crimea que Rusia se anexionó en 2014, y la medida no se tomó hasta bien entrado abril, más de mes y medio después de comenzar la ofensiva. En concreto, está vigente en los oblast (provincias) de Briansk, Kursk, Vorónezh y Belgorod, situados al norte de los combates, y en la mitad de la península del mar Negro. Es decir, donde podría llegar un ataque militar.

Como curiosidad, esta medida no afecta a Rostov, cuyo tramo de frontera linda con los territorios separatistas de Donetsk y Lugansk, ni a Krasnodar, a la que separa de Ucrania el mar de Azov. En esta última zona solo se incrementó temporalmente entre el 11 y el 25 de abril.

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El nivel amarillo de alerta implica, según el Comité Nacional de Antiterrorismo, que existe “información confirmada de un posible ataque”. En este estadio, que se renueva cada 15 días, “se refuerza la vigilancia sobre los ciudadanos” y se ponen a punto los servicios de emergencia y seguridad ante cualquier eventualidad.

El primer golpe en suelo ruso llegó el 1 de abril, cuando el gobernador de Belgorod denunció que dos helicópteros de las fuerzas ucranias habían atacado un depósito de combustible situado a unas decenas de kilómetros de la frontera. El secretario del Consejo de Seguridad ucranio, Oleksiy Danilov, respondió de forma intrigante cuando le preguntaron por su autoría. “Dicen que lo hicimos nosotros. Según nuestra información, eso no es cierto. Ellos deben entender que esto puede pasar en todo el territorio de Rusia”.

Concatenación de incendios

Después de aquel incidente ocurrieron otros hechos similares en zonas próximas a Ucrania. El 27 de abril estallaron dos depósitos de combustible en Briansk y un almacén de municiones de Belgorod. En Vorónezh y Kursk las autoridades regionales aseguraron haber detectado drones ucranios.

Dos instalaciones militares más han ardido estas semanas, aunque las autoridades rusas dijeron que fueron accidentes y no estaban situadas en la zona mencionada por Podoliak.

El 14 de abril se produjeron varias explosiones en el pueblo de Klimovo, a 10 kilómetros de la frontera. Moscú acusó a Kiev de bombardear la zona, y el Gobierno de Volodímir Zelenski afirmó que se trataba de un montaje “para fomentar la histeria antiucrania”. Siete personas, incluida una mujer embarazada, resultaron heridas, según informó el hospital central de la localidad a la agencia rusa Tass.

El 21 de abril se produjo otro enorme incendio en la sede del Segundo Instituto de Investigación del Ministerio de Defensa, situado en Tver, una provincia próxima a Moscú. Según la versión oficial, más de dos decenas de personas perdieron la vida por un supuesto corte eléctrico producido por un cableado obsoleto. El laboratorio desarrolla los sistemas de navegación de numerosas armas, como los sistemas de misiles Iskander, empleados en Ucrania.

Asimismo, el 1 de mayo ardió una fábrica de pólvora de Perm que produjo tres víctimas mortales. En aquella instalación situada al este de Moscú se producen componentes de los lanzacohetes múltiples Grad, armamento que también se utiliza en Ucrania.

Posteriormente, algunos medios ucranios también han relacionado con el conflicto una serie de incendios industriales, aunque ni la ubicación coincide con las palabras de Podoliak, ni las actividades de las empresas y su ubicación invitan a creer esa versión. Entre los ejemplos citados figura que el 21 de abril fue pasto de las llamas una fábrica de disolventes industriales de Ivanovo por la reacción de un supuesto derrame químico, según la versión oficial. Asimismo, también se mencionó el incendio de una planta de antibióticos de Kurgán, en Asia Central, y otro fuego en una de las centrales térmicas del país, esta situada en la isla de Sajalín, en mitad del Pacífico. El incidente se debió al fallo en una turbina, según las autoridades locales.

Con todos estos precedentes, la visión el 22 de abril de una gran columna de humo en el pueblo moscovita de Koroliov, dedicado a la industria aeroespacial, encendió todas las alarmas, aunque finalmente resultó ser solo un incendio en unas obras de edificios residenciales.

Terroristas ucranios

El Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) suele anunciar desarticulaciones de células terroristas cada semana. Habitualmente se trata de supuestos seguidores del Estado Islámico, aunque en los últimos tiempos también ha sido habitual leer comunicados donde supuestamente son detenidos ucranios a punto de cometer un ataque.

Una de las mayores operaciones de este tipo desde que comenzó el conflicto fue proclamada a los cuatro vientos el 30 de marzo. Las autoridades dijeron haber arrestado por todo el país a 60 miembros de la banda MKU, “Maniacos: Culto del asesinato” en ruso. El FSB lo define como “un grupo juvenil y neonazi creado por los servicios especiales ucranios para cometer actos terroristas, masacres y crímenes extremistas en Rusia”, y ya el año pasado detuvo en varias olas a decenas de supuestos miembros, a los que acusaba de haber estado coordinados con Kiev para impulsar las protestas callejeras tras la detención del opositor Alexéi Navalni en enero de 2021.

Sin embargo, en otras detenciones de sus seguidores realizadas antes nunca se había mencionado esa supuesta vinculación con Kiev, ni por parte de las autoridades ni por la prensa rusa. La M.K.U. surgió en Ucrania en 2018 y rápidamente se hizo viral al otro lado de la frontera. Sus miembros se dedican a dar palizas a inmigrantes y sintecho, y luego suben los vídeos a sus canales de Telegram. Solo en la ciudad ucrania de Dnipro se contabilizaron más de 30 agresiones en 2019, mientras que en Rusia hubo varios casos más un año después. Tras su repentina aparición como una supuesta banda terrorista organizada por Ucrania y Navalni, tanto la BBC como Nastoyásheye Vremia investigaron a sus miembros y solo hallaron una banda neonazi callejera más.

Las detenciones de supuestos saboteadores ucranios también se han intensificado a medida que ha avanzado el conflicto. Entre otros, el FSB informó el 28 de abril del arresto en Crimea de un exsoldado ucranio “partidario del neonazismo” que, “por instrucciones de los nacionalistas del batallón Azov, preparaba una explosión en un centro comercial de Simferopol”. Y un día antes, el 27, el organismo anunció la captura en Bélgorod de dos ciudadanos rusos “partidarios del nazismo ucranio” porque, según el FSB, enviaban información del despliegue y la infraestructura rusa al sitio web Mirotvorets, un portal que en el pasado ha llegado a publicar las direcciones de políticos y periodistas ucranios por sus ideas.

El FSB dijo el 25 de abril que había desmantelado una célula de la organización Nacionalsocialismo-Poder blanco que planeaba atentar contra dos destacadas figuras de la propaganda del Kremlin siguiendo instrucciones del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). En el vídeo difundido por las autoridades rusas llevaban encima tanto pasaportes ucranios como esvásticas pese a ser una misión secreta. Y el 21, el FSB afirmó haber apresado a varios ciudadanos de la minoría tártara de Crimea, a los que acusó de ser “partidarios del Estado Islámico” y supuestamente planear el sabotaje de las vías de ferrocarril por donde pasan las fuerzas armadas rusas. El 12 de abril, un ruso fue detenido a las afueras de Moscú por presuntamente formar parte de la agrupación de ultraderecha ucrania Pravy Sektor. Según el FSB, también tenía encima simbología extremista que le incriminaba.

Las acusaciones de que las tropas ucranias irrumpen en territorio ruso han tenido lugar incluso antes de que Vladímir Putin ordenase el avance de sus tropas el 24 de febrero. Tres días antes, el Ministerio de Defensa dijo haber destruido dos vehículos de transporte BMP y abatido cinco militares ucranios que supuestamente habían irrumpido en su frontera. Aquella jornada, Moscú también acusó a Ucrania de haber bombardeado un puesto de control fronterizo que estaba vacío en mitad de un bosque. En ningún caso hubo víctimas rusas.

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