Apenas duró unas pocas horas en el internet chino antes de que la censura la eliminara. Pero la denuncia, no corroborada, de la tenista de élite Peng Shuai es el tema de debate del momento en China, fuera y dentro de las redes sociales. Peng, exnúmero uno mundial de dobles y ganadora de Roland Garros en esa categoría, ha acusado en su cuenta de Weibo, el Twitter chino, al antiguo viceprimer ministro Zhang Gaoli de violarla y convertirla en su amante. Zhang fue uno de los hombres más poderosos del país entre 2013 y 2018.
La denuncia es, con mucha diferencia, la más escandalosa presentada desde el comienzo en 2018 del movimiento Me Too en China: Peng es una celebridad en su país y Zhang fue hasta su jubilación uno de los siete miembros del Comité Permanente, el máximo órgano de mando del Partido Comunista de China. Y la respuesta de la censura ha sido distinta a la de otras ocasiones.
Si en otros casos previos en los que el acusado era un famoso se permitió que el asunto se abordara en las redes sociales al menos durante unos días, y con más o menos discreción, esta vez la desaparición del largo comentario fue fulminante. Y casi absoluta: se eliminaron también las referencias a los nombres de los dos protagonistas, palabras clave ―la búsqueda del término “tenis” llegó a estar bloqueada temporalmente― e incluso emojis. Aunque la cuenta de Peng no ha sido eliminada, no es posible acceder a ella.
En el comentario de Peng, y según las capturas de pantalla que aún circulan ―la mayoría, en redes sociales fuera de China―, la tenista de 35 años acusa a Zhang, de 75, de haberla invitado a su casa con la excusa de jugar al tenis con él y su mujer, y de haber acabado violándola mientras la esposa hacía guardia en la puerta.
Al principio, cuenta el texto, ella estaba “muy asustada”. “Lo rechacé y seguí llorando”, cuenta, aunque acabaría convirtiéndose en su amante durante cerca de una década en una relación que la esposa del expolítico conocía. El affaire terminó, explica, cuando él dejó de ponerse en contacto con ella recientemente.
Peng reconoce que no tiene absolutamente ninguna prueba para demostrar sus acusaciones. “Ha sido imposible conseguir alguna. No hay ninguna grabación de audio o vídeo, solo mi experiencia, distorsionada pero muy real”. Y agrega que “alguien de su nivel y de su poder, viceprimer ministro Zhang Gaoli, dirá que no tiene miedo”. “Pero aunque yo sea como un huevo estrellándose contra una roca, o una polilla dirigiéndose hacia el fuego, arriesgando mi propia destrucción, contaré la verdad sobre lo que ocurrió”, sostiene.
Zhang, un político considerado en su día cercano al primer ministro Li Keqiang, no ha hecho declaraciones. En un artículo publicado en 2013, cuando fue ascendido al Comité Permanente y se convirtió en viceprimer ministro, el Diario del Pueblo, el periódico del Partido Comunista de China, mencionó en un perfil su afición a jugar al tenis.
Preguntado sobre la denuncia, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Wang Wenbin aseguró desconocer el caso.
Aunque la tenista no ha hecho en ningún momento referencia al movimiento Me Too, la acusación contra Zhang llega después de una serie de denuncias de mujeres contra varones destacados en los mundos de la empresa, el espectáculo o la academia. Entre ellos se encuentra el cantante chino-canadiense Kris Wu, detenido en agosto después de que una joven le hubiera acusado en redes sociales de violación. En ese caso, la música de este artista desapareció de las plataformas chinas, mientras las autoridades utilizaban su caso en una campaña de crítica a la inmoralidad supuestamente rampante en el sector del espectáculo.
Pero hasta el momento, aunque algunos casos hayan adquirido notoriedad, el incipiente movimiento Me Too chino ha cosechado más reveses que victorias. En septiembre, la denuncia más célebre hasta ahora, la de la antigua becaria de la cadena estatal de televisión CCTV Zhou Xiaoxuan contra el presentador Zhu Jun, se desestimaba en un tribunal de Pekín por falta de pruebas.
El movimiento sí ha logrado un triunfo jurídico importante. Si cuando Zhou interpuso su primera denuncia en 2018 no existía la figura del acoso sexual y tuvo que recurrir a legislación sobre violación de la integridad física, desde el año pasado el Código Civil tipifica ese abuso como motivo para interponer una demanda.
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