Una trampa pegada al parqué: el peligro de los adhesivos publicitarios en las pistas de baloncesto


Hay un problema latente en el baloncesto europeo que, por momentos y según reconocen los protagonistas, limita psicológicamente a los jugadores, marca el ritmo de los partidos, y condiciona el espectáculo. Una trampa pegada al parqué en forma de adhesivos publicitarios, que esta temporada han provocado lesiones graves en la Lega italiana, como la de Ekpe Udoh y la más reciente de Milos Teodosic, afortunadamente con mejor pronóstico.

En septiembre, en un partido de la Supercopa, el pívot estadounidense de la Virtus se rompió el tendón rotuliano de la rodilla izquierda tras una mala pisada sobre una de las pegatinas que decoraban la pista y estará ocho meses de baja. A mediados de este mes, en un encuentro de liga, el base serbio resbaló también en otro adhesivo y sufrió una hiperextensión en la rodilla izquierda por la que se perderá un mes de competición.

“¿Cuántos jugadores más deben lesionarse antes de que se retiren todas las pegatinas de las canchas de baloncesto profesionales?”, lanzó Bostjan Nachbar, presidente del sindicato de jugadores de la Euroliga, tras ver la acción de Teodosic, reabriendo así un debate que no termina de cerrarse. “Es un problema grave y generalizado que pide a voces una solución inmediata. Los responsables de las competiciones deberían actuar”, reclama Sergio Scariolo, seleccionador español y entrenador de la Virtus italiana.

En 2016, Giorgios Printezis resbaló sobre una pegatina en la pista del Zalgiris (con una lesión leve) y el propio Udoh ya pidió tomar medidas. El 2019, Alberto Díaz de Unicaja sufrió una rotura en el isquiotibial de la pierna derecha tras otro resbalón sobre una pegatina, en un partido de la Eurocup en La Fonteta, y estuvo tres meses de baja. “Por favor. Alguien debería mirar lo de las pegatinas de publicidad en la zona. Resbalan y lesionan. Repito, resbalan y lesionan”, clamó el entonces capitán valencianista, Fernando San Emeterio.

“En la NBA no se les ocurriría en la vida ni siquiera pensar en poner una pegatina sobre la pista. El sindicato de jugadores se pondría en huelga al día siguiente”, prosigue Scariolo, asistente de Nick Nurse en los Toronto Raptors, entre 2018 y 2021, con los que ganó el anillo en 2019. En la NBA todos los logos, escudos y publicidades están pintados sobre el parqué o son hologramas proyectados en el pabellón o a través de la realización televisiva. Igual que ocurre en los Mundiales y Europeos de la FIBA. En las distintas ligas europeas se han mejorado y regulado los materiales, pero se sigue apostando por las pegatinas. Por tratarse en ocasiones de pistas multiusos compartidas y por los cambios de imagen publicitaria en función de la competición.

“Hay un aspecto financiero detrás de los anuncios pero, como prioridad, se deben considerar seriamente otras alternativas para proteger la salud de los jugadores. Aceptaríamos ayudar a publicitar los patrocinadores del club de otras formas a cambio de tener una cancha limpia”, señala Nachbar. El movimiento de su sindicato obtuvo hace tres temporadas el premio de que la Euroliga exigiera en su reglamento pintar los círculos de los tiros libres, pero el escudo de los equipos en el centro del campo, y los logos de la competición, en los carriles de la pista, siguen siendo pegatinas. En la Final Four, desde 2019, y en la Copa de Granada de este año la pista estará pintada, libre de elementos adheridos.

Tanto la Euroliga como la ACB exigen a los equipos unos estándares de calidad para unos adhesivos de vinilo que deben ser antideslizantes. Pero la evolución en la calidad de los materiales y en el proceso de instalación sobre la pista no impide que jugadores y técnicos sigan viendo las pegatinas como una amenaza. “Khyri Thomas se nos lesionó por culpa de una pegatina, en los entrenamientos hemos tenido varios sustos, y el otro día también se resbaló Damien Inglis. No puede ser”, suma Álex Mumbrú, entrenador del Bilbao Basket, que aporta también su perspectiva de exjugador. “Han evolucionado los físicos, las zapatillas… Antes los jugadores no íbamos tan rápido ni había tantos movimientos explosivos sobre la pista. También corríamos, pero ahora son atletas. Igual que se habla de ensanchar la pista para mejorar el juego, es inevitable abordar este problema para resguardar la salud de los protagonistas”, completa Mumbrú.

Los equipos grandes suelen tener contratos de patrocinio globales y estables que les permiten pintar alguno de los espacios publicitarios de la cancha sin temor a tener que pulir el parqué en caso de variación. En cambio, los equipos más modestos apuran las renegociaciones en busca de mayores ingresos, modifican en muchos casos el patrocinador en función de la competición y sufren hasta cambios de nombre en mitad de la temporada. La venta publicitaria del círculo central de la pista puede reportar a estos clubes unos ingresos de 60.000 euros por temporada, y la de los dos círculos de los tiros libres, de unos 90.000. Las tres pegatinas suponen un coste total de entre 900 y 1.000 euros, una cifra similar a lo que les costaría pintar la publicidad sobre el parqué para todo el año. Pero muchos equipos optan por la versatilidad que dan las pegatinas y, a veces, por prolongar su uso más allá de lo recomendable, aun a riesgo de perder adherencia. Nada comparable con el precio de perder a jugadores con contratos que, en los cachés más altos, pueden alcanzar los tres o cuatro millones de euros por curso.

“Apurar tanto el coste-beneficio es pan para hoy y hambre para mañana. Las lesiones graves, además del coste personal y deportivo, también suponen un gran coste económico. Lo deben entender los que llevan las cuentas”, retoma Scariolo. “El beneficio publicitario es calderilla al lado del daño que le hacen a los jugadores. Cuesta mucho aceptar el perder a tu jugador franquicia así, nada más comenzar la competición”, suma el técnico de la Virtus en referencia a la lesión de Udoh.

“Me consta que la federación está pensando alternativas de cara al verano para afrontar con seriedad este problema. Los clubes nos prestan a los jugadores y es una gran responsabilidad velar por su salud”, completa el seleccionador, que se escandaliza al recordar como en el Estudiantes-Girona de la Leb Oro, disputado hace 10 días, vio como fijaban los círculos publicitarios a modo de parches pegados con celo, a la antigua usanza, como sigue ocurriendo en categorías semiprofesionales. “No me lo podía creer. Es una locura. Hay que alzar la voz para que se tomen decisiones”, pide Scariolo. “Hay que encontrar otras fórmulas que no afecten a la integridad de los jugadores. No deberíamos esperar a que se lesione Mirotic o Tavares para escandalizarnos todos y buscar remedio”, cierra Mumbrú.

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