Mientras el 80% de los holandeses han recibido la pauta completa de la vacunación contra el Covid-19, en el municipio de Urk apenas un 23% están completamente vacunados. Se trata de un «punto rojo oscuro» ya que sólo una de cada cuatro personas quiere la vacuna. En las últimas el centro de vacunación ha tenido que cerrar por falta de afluencia.
Urk es una localidad situada en la provincia de Flevoland. Con una población de casi 20.000 habitantes, la principal actividad económica es la pesca.Votan a los partidos cristianos del país: Unión Cristiana, Llamada Demócrata Cristiana y Partido Político Reformado.
Los vecinos, de profundas costumbres cristianas, han elegido no vacunarse contra el coronavirus ya que defienden que son un pueblo «protegido, bendecido por Dios». Además, creen que es una enfermedad muy similar a la gripe, cuya cura consiste en comer pescado e ir a la iglesia.
Hessel Snoek, de la iglesia Sionkerk, una de las congregaciones del pueblo, explica que no es una decisión que hayan tomado porque en Urk se crean mejores o no quieran escuchar al Gobierno. Los vecinos quieren obedecer, pero atendiendo a los mandamientos de Dios. Según Snoek, deben asistia misa»por la salvación de las almas en la gente».
Se calcula que el 95% de los residentes de Urk acuden a la iglesia regularmente. Durante el mes de julio, cuando los datos de Covid-19 en los Países Bajos aumentaron de forma significativa, en este pueblo el virus tuvo un impacto mínimo. Además, según explica el investigador Haz Zaaijer, a principios de 2021 el 38% de los habitantes presentaba anticuerpos.
Por su parte, el ministro de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, ha lanzado el siguiente mensaje: “Pedimos a todos en Países Bajos, incluida la comunidad eclesiástica de Urk, que continúen haciendo un esfuerzo conjunto para combatir el virus”.
Disturbios contra las restricciones sanitarias
Las medidas que el Gobierno ha implantado para controlar la propagación del Covid-19 desde que comenzó la pandemia no están bien vistas en Urk. A principios de 2021, varios jóvenes quemaron uno de los centros de diagnóstico COVID en una manifestación violenta contra las restricciones.
Un hombre de 35 años también fue acusado de atropellar con su coche a un reportero, y a dos hermanos les condenaron a 150 horas de trabajos para la comunidad tras agredir a un cámaa de televisión.
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