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Uruguay quiere ser sede única de la Copa Libertadores


El presidente uruguayo, Luis Lacalle, se conecto con el presidente de Conmebol, Alejandro Dominguez, para manifestar el interés de Uruguay para ser sede única de la Copa Libertadores de América.



El tiempo pasa, dijera un histórico relator uruguayo. Ya en julio, pleno invierno en esta zona sur del planeta, y con Argentina, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, en plena efervescencia de coronavirus, ganándose un día al anterior en récord de contagiados y fallecidos, el presidente de la Confederación Sudamericana de Futbol, Alejandro Dominguez mantiene su discurso, pero sus palabras coinciden cada vez menos con los hechos.

La Conmebol ha sostenido un discurso publico en el sentido de terminar este año 2020, y con el formato pre-establecido, la Copa Libertadores de America, pero los hechos, tercos como si no existiera algo más terco que la realidad, se niegan a seguir el curso de lo expresado públicamente.

Argentina, uno de los pilares de la Libertadores, aún no tiene fecha de reanudación de los entrenamientos, cuánto menos del regreso del fútbol oficial, y en el área Metropolitana de Buenos Aires la situación es harto preocupante.

Brasil ha retomado su campeonato doméstico, pero los contagios ya superaron el millon y los muertos, se cuentan por muchos miles. Solo una politica, que para ser benévolo con el juicio calificaremos de arriesgada, para no citarla directamente como de lesa humanidad y limpieza étnica con el coronavirus, puede explicar que se este jugando al fútbol en el gigante sudamericano.

En el área de Santiago de Chile y Lima, la situación no es mejor. Y peor aún, no hay pronósticos de pronta mejoría.

Y ENTONCES APARECE URUGUAY

No hay que ser muy lúcido ni avispado para los negocios, para entender que los grandes ingresos de la Conmebol por derechos de televisión de la Copa Libertadores existen, si existe la competencia. Y entonces, con sólo dos fechas jugadas de seis previstas, en cada uno de los ocho grupos de la fase inicial, y con medio año ya consumido, los tiempos empiezan a agotarse.

Por ahí, un pequeño país puede ser la solución. El Uruguay tomó el toro por las astas cuándo aparecieron los cuatro primeros casos de coronavirus el 13 de marzo, y en base a decisiones fuertes, como la suspensión de todas las clases y espectáculos públicos, pero sin decretar jamás la cuarentena obligatoria, apelando a la libertad responsable de sus ciudadanos, ha logrado ir domando el coronavirus.

Hoy, a casi cuatro meses del inicio de la pandemia en el país, en la capital, Montevideo, de un millón trescientos mil habitantes, hay sólo 10 casos activos, y ninguno en las UCI. Las clases ya han regresado, y el fútbol oficial reanudará el próximo 1ero de agosto.

Todo ayuda a la imagen favorable, incluído el corredor sanitario que permitió a los pasajeros del crucero australiano Greg Mortimer encontrar un puerto de desembarco, y un corredor sanitario hacia el aeropuerto, de forma tal de regresar a sus países de origen, luego que Argentina y Chile se hicieran los distraídos y no les permitieran tocar tierra firme.

Con el combo armado por el buen manejo sanitario, los pocos casos en el país, la tradición futbolera del cuatro veces Campeón del Mundo, y el apuro de Alejandro Domínguez por encontrar una salida razonable para completar la Copa Libertadores en el 2020, el presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle tomó el teléfono y se comunicó con el presidente de la Conmebol.

Uruguay está preparado y quiere recibir en sede única a la Copa Libertadores. Cada día que pasa, sin sobresaltos en materia sanitaria en la tierra de Luis Suárez, y con el resto de Sudamerica, salvo Paraguay, penando con sus problemas, la utopia parece caminar por el rumbo de convertirse en realidad.


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