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Vacunas antivacunas


La biología es la ciencia de la complejidad. Desde los más ramplones mecanismos metabólicos que alimentan de energía tu cerebro hasta los sofisticados procesos de aprendizaje que nutren tu mente, la ciencia de la vida está compuesta obsesivamente por bucles de retroalimentación y estratos de sistemas emergentes apilados que, si uno lo mira bien, nos permiten entender el mundo si recibimos la formación adecuada. Es la consecuencia lógica de que el cuerpo y la mente –que no es más que un trozo de cuerpo— no hayan surgido de la destreza de un ingeniero, sino de la evolución biológica, un sistema de adaptación al medio basado por entero en la repetición con variaciones: de genes, de módulos, de células, de vértebras y costillas y columnas del córtex cerebral, la sede del pensamiento.

A un biólogo, por tanto, no le sorprenderá mucho que esté en proceso de aprobación una vacuna antivacuna, porque esos bucles autoalusivos subyacen al funcionamiento de las ciencias de la vida. Sospecho que ese proceso tampoco le sorprenderá a un lingüista ni a un lógico matemático, pero el resto de la población lectora necesitará seguramente una explicación. Se trata de lo siguiente.

La polio natural ha sido casi erradicada del mundo. Como informa Aisling Irwin para ‘Nature’, Pakistán y Aganistán son los únicos dos países del mundo que siguen registrando casos. La razón de este éxito son las campañas de vacunación mundial contra la polio, coordinadas sobre todo por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero la perfección no existe en ninguna ciencia, y en biología menos que en ninguna. La vacuna de la polio consiste, como casi todas las demás desde Jenner y Pasteur, en un virus atenuado de la polio. Esta técnica venerable tiene dos ventajas enormes: que el virus está entero o poco menos, y que por tanto expone todos sus componentes (antígenos, en la jerga) a nuestro siempre suspicaz sistema inmune. Y que a menudo la versión atenuada sigue siendo capaz de replicarse, con lo que prolonga indefinidamente su presencia y sigue estimulando la producción de anticuerpos por periodos muy largos, idealmente de por vida.

Pero, como buen ser vivo, el virus atenuado puede evolucionar, y eso es lo que ocurrió hace unos años. Mientras la polio natural casi ha desaparecido, la versión que ha evolucionado a partir del virus atenuado se está propagando por el sur del planeta. Está causando polio no solo en Pakistán y Afganistán, donde todavía circula el virus natural, sino también en Yemen, Filipinas, Malasia, Chad, República Democrática del Congo, Costa de Marfil y otra quincena de países, en su mayoría africanos. Solo se han registrado 460 casos en el mundo en lo que va de 2020, y la vacuna ha salvado a muchos miles de niños de una parálisis vitalicia. Pero eso son 460 casos más de los que querríamos. Por eso la OMS se va a apresurar a autorizar la nueva vacuna antivacuna, diseñada para erradicar el virus que nosotros mismos hemos diseñado. Quien crea que esto no debería saberse no tiene ni idea de biología, la ciencia de la complejidad.

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