Velázquez, embajador sevillano en China en tiempos de pandemia

En tiempos de crisis conviene acudir a los clásicos. Es una máxima que se aplica en materia literaria, pero que el Ayuntamiento de Sevilla ha hecho suya con el mayor referente cultural de la ciudad —el pintor Diego Velázquez— para promocionar a la capital andaluza en China. Lo ha hecho en la forma de un concurso de pintura y escultura bajo el lema: “Velázquez une a China con Sevilla” y que fue presentado en Pekín el pasado domingo, con la asistencia telemática, entre otros, de Guillermo Solana, director del Museo Thyssen.

La pandemia lo condiciona todo, también este certamen, que será virtual. Las obras que los participantes chinos presenten deberán inspirarse en la historiografía de Velázquez y serán expuestas en una web, hasta que la crisis permita poder admirarlas in situ. Entre el jurado, además de artistas chinos como el maestro de pintura al óleo Xu Mangyao, destaca el pintor Antonio López, admirador del artista sevillano y de la ciudad. “Sevilla tiene a Velázquez y ahí nacieron otros grandes artistas, pintores, poetas, tiene una arquitectura preciosa y el Guadalquivir. Me llama mucho la atención”, explica López en conversación telefónica desde su estudio de Madrid.

Velázquez nació en 1599 en una Sevilla epicentro económico y cultural del siglo de Oro español. Ese Guadalquivir que atrapa a López era el nexo entre el Viejo y el Nuevo Mundo, pero la llegada de la peste en 1649 se convirtió en el umbral de su decadencia. El pintor sevillano se zafó de sus efectos, porque abandonó la ciudad hispalense rumbo a la corte de Madrid, en 1622, pero otros coetáneos como Juan de Zurbarán o Juan Martínez Montañés no se libraron de la muerte. La capital andaluza, más de tres siglos después, asiste a otra pandemia justo cuando estaba consolidando su posición como faro turístico y cultural del Sur de Europa, un atractivo al que había sucumbido el mercado chino y que su Ayuntamiento no está dispuesto a perder.

Si Velázquez absorbió la técnica de los maestros del XVI siglo durante sus viajes a Italia, un camino inverso y mudado a nuestra época puede predicarse de los artistas chinos contemporáneos. “Siempre han estado interesados en la pintura figurativa europea del XVI al XVIII y quieren investigar y tratar de aprender las técnicas y por ese motivo llevan años viniendo a Europa, que es donde está esa pintura”, precisa López. La pandemia ha truncado por el momento ese intercambio, al menos en su vertiente física, porque el concurso de pintura y escultura busca reforzar los lazos artísticos y culturales entre ambos territorios. Para garantizar ese impulso, organizaciones como la Agrupación Española de Acuarelistas; Sheng Xinyu Art; la Agrupación de Acuarelistas de Andalucía; la Asociación de Artes Visuales de Andalucía; la Academia de Bellas Artes; la Universidad de Sevilla, el Instituto Confucio de Andalucía, Comité de Arte Acuarela de la Asociación de Artistas de Fujian, el Instituto de Artes Visuales de Shanghai, las Asociacion de Acuarelistas de Shanghai, la de Guangxi y la de Qingdao; la Academia de Bellas Artes de la Universidad de Qingdao, las Universidades de Xiamen y Jimei y la revista de arte Collections, se han sumado a la iniciativa como coorganizadores del evento.

Pero Sevilla no busca solo mantener la seducción artística a través de su hijo más universal. También quiere consolidar un turismo emergente y de calidad, que hasta que la covid-19 hizo añicos las previsiones más halagüeñas, representaba ya el 3,6% de la cuota de visitantes extranjeros. El mercado asiático en la capital andaluza había crecido en 2019 un 35%. Por eso, además de Velázquez, el Ayuntamiento, a través de su alcalde, Juan Espadas, aprovechó la presentación del concurso en Pekín para poner en valor la ciudad evocando, a modo de reclamo onírico, sus escenarios literarios y líricos: Don Juan Tenorio, Carmen o Las Bodas de Fígaro. La tierra natal de Velázquez pretende servir, como ya lo hizo en el siglo XVII con América, de puente artístico para conectar, esta vez, a los creadores de China y de España y mantener vivo, aunque sea de manera virtual, el flujo cultural entre ambos territorios.


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