La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Indonesia, responsable de investigar posibles violaciones de derechos humanos por el Estado, apuntó este miércoles que hay indicios de abusos de las fuerzas de seguridad en la tragedia en un estadio de fútbol del país, que dejó más de 130 muertos y centenares de heridos.
Según dijo en una rueda de prensa uno de los comisarios de la entidad, Choirul Anam, los gases lacrimógenos que fueron lanzados por la policía a fin de contener a miles de hinchas que irrumpieron en el campo fueron el “desencadenante” para la muerte de, hasta ahora, 132 personas, en lo que supone una de las peores catástrofes del fútbol mundial.
“El desencadenante de la caída de muchas víctimas fue los gases lacrimógenos, especialmente los lanzados contra las gradas”, señaló Anam, al agregar que el informe final de la comisión será divulgado la semana próxima.
La estampida ocurrida a inicios del mes en un estadio durante un partido de fútbol ha provocado la muerte de al menos 132 personas y más de 460 heridos, después de que los hinchas invadieran el campo y chocaran contra las fuerzas de seguridad -que lanzaron bombas de gases lacrimógenos para controlar la multitud, pese a que su uso en los estadios está prohibido por las reglas de la FIFA.
Las investigaciones preliminares de la comisión indican que fue precisamente el uso de gas que cundió el “pánico entre la audiencia y llevó a la situación caótica en el campo”, cuyas imágenes de terror dieron la vuelta al mundo.
“Los rostros de algunas víctimas se volvieron azules, algunos echaban espuma por la boca, algunos no solo tenían los ojos rojos sino que se habían vuelto marrones”, precisó Anam.
El estadio había superado su capacidad máxima
Las conclusiones iniciales de la comisión igualmente confirman la hipótesis de las autoridades de que el estadio había superado su capacidad máxima, ya que tenía un aforo para 38.054 personas pero contaba con 42.516 asistentes en la noche de los hechos.
Asimismo, descartaron la sospecha de que las puertas de salida estuvieron cerradas en el momento de la tragedia, aunque todo indica que estaban apenas “parcialmente” abiertas, lo que llevó a aglomeraciones y terror entre el público.
“Es en ese momento que las personas no pueden moverse porque tienen los ojos irritados, les falta el aire, etcétera, lo que eventualmente causa muchas víctimas”, matizó el comisario.
Tras el incidente, el presidente indonesio, Joko Widodo, determinó la apertura de una investigación para averiguar quiénes eran los responsables de la tragedia y evaluar la controvertida actuación de la policía. Hasta el momento, una decena de agentes han sido suspendidos, entre ellos el jefe de Policía de Malang, escenario de los sucesos, mientras que otra veintena más está bajo escrutinio.