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Ver porno en el portátil del trabajo y otros riesgos laborales inesperados de la era de Zoom


Cócteles, congresos, ferias, desayunos, conferencias… A estas alturas del año, las citas para conocer gente con la que establecer relaciones profesionales deberían salpicar buena parte del calendario. Lo normal sería que, como mínimo, la vuelta de las vacaciones marcase el momento de pasar un buen rato con tus compañeros de trabajo; esas reuniones saben mejor a la vuelta de las vacaciones. Pero no, ahora la empresa te manda a trabajar a casa, y el teletrabajo hace que interactuar sea más difícil. Por no hablar de lo que cuesta hacer nuevos contactos cuando hasta los corrillos frente a la máquina del café son cosa del pasado.

Pero así es la nueva normalidad. El teletrabajo ha llegado para quedarse, y le ha puesto nuevas reglas a una dimensión decisiva de la vida laboral. No lo es porque conocer a mucha gente nos haga más felices, sino porque contar con una buena red de contactos dentro de la empresa es la mejor manera de crecer en la compañía. Además de aumentar las posibilidades de promoción, “te permite ampliar conocimientos, conocer gente inspiradora y reforzar tu marca personal”, apunta Nohelis Ruiz Arvelo, consultora y autora del libro Networking para Dummies.

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Para quien no tiene empleo o acaba de perderlo, la red de contactos es aún más importante. Es una de las mejores herramientas para llegar a firmar un contrato, según datos del INE de 2016, que revelan que el 41,6% de los asalariados de entre 16 y 34 años encuentra trabajo a través de familiares, amigos y conocidos. El Informe Infoempleo Adecco 2017 apuntala la idea cuando señala que los contactos son el medio que usan las empresas para buscar candidatos en un 47% de los casos. ¿Hacen falta más motivos para justificar que hacer networking —que no es otra cosa que el anglicismo utilizado para referirse a crear una red de contactos— sea una costumbre que es preciso actualizar? No, pero ¿cómo se hace?

La gran importancia de tener un buen ‘padrino digital’

A estas alturas, cuando la publicidad ha calado hasta el punto de que algunas personas cultivan su propia marca personal, con su cuidada campaña de marketing personal, los consejos para causar una buena impresión en una reunión de trabajo están a la orden del día: entra en la habitación con un portátil bajo el brazo, no olvides pedir más información a los compañeros sobre sus propuestas (¿qué líder inteligente acepta las conclusiones de los demás sin tener todos los datos?), demuestra en redes que estás en la cresta de la ola de tu sector… Y no olvides introducir algún palabro inglés que demuestre tu expertise en la materia y, de paso, deje bien claro que tu catálogo de skills no tiene fin. Por supuesto, controla el lenguaje corporal para derrochar carisma en cada gesto, mirada y palabra que proyectes.

No todos son los mejores consejos cuando uno tiene que quedarse en casa. Ahora, sin eventos públicos en los que acercarte a alguien con naturalidad, una de las mayores dificultades si trabajas a distancia es cómo mover ficha. Al mismo tiempo es una oportunidad para rentabilizar los contactos con los que ha aterrizado en el universo del teletrabajo. Para Guido Stein, profesor del Departamento de Dirección de Personas de IESE, la clave para salir airoso en la “primera cita”, que muchas veces será a través de una videollamada, está en los amigos en común. O, dicho de otro modo, en los contactos de tus contactos. “Sobre todo en tiempos de incertidumbre como los que nos deja la pandemia, uno se fía de quien conoce; por eso es importante que alguien cercano a ti sea quien te presente a la persona que solo vas a ver a través de la pantalla”, señala. En otras palabras, si quieres dar la mejor de las impresiones vas a necesitar ir de la mano de alguien.

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Y cuando te quedes solo ante el portátil, a un clic de dar la cara, tendrás que recordar las reglas de etiqueta de la videollamada que habrás ido aprendiendo a marchas forzadas durante el confinamiento: no mires hacia abajo como si estuvieras en el confesionario ni pongas el portátil sobre el regazo, usa un buen micrófono, piensa qué fondo le dará a la imagen un aspecto más profesional, usa gestos que te ayuden a tomar la palabra sin interrumpir… La mala noticia es que, por mucho que mejores en esto, hay estudios que concluyen que ciertos elementos de comunicación en estas plataformas digitales, como el tono de la voz, algunas expresiones faciales y gestos físicos, se pierden en una videoconferencia. La atención del interlocutor también tiende a decaer. Por eso Stein argumenta que la intercesión de un tercero “es la única manera de salvar una relación en la que no va a haber un contacto físico”. Pero no seamos derrotistas. Siempre hay otra forma de alcanzar el objetivo.

La cortesía puntúa, y queda por escrito

Lo primero que hay que asumir cuando tu empresa te manda a trabajar desde tu casa es que no lo hace porque quiere, sino porque puede. Los canales de comunicación digitales son tantos y tan eficientes que una tercera parte de los trabajadores españoles pudieron teletrabajar en mayo, casi de un día para otro. O sea, que si no detectas las vías de interacción con contactos potenciales es muy probable que no las hayas buscado bien. Y Ruiz Arvelo advierte de que tampoco es que haga falta buscar demasiado. Para empezar, sugiere aumentar la actividad en las redes sociales. Sin más. Utilizar plataformas profesionales como LinkedIn para conectar con aquellas personas de tu empresa que te interesan es un buen comienzo. Pero no se trata de darle solo a ‘añadir como amigo’ y esperar que internet haga lo suyo. Hay maneras y maneras de llamar a la puerta, y también formas de entrar sin molestar.

Un “Hola, ¿cómo estás?” es un clásico que nunca falla para empezar, y conviene agradecer el tiempo que una persona le dedica a leer tu mensaje y no escatimar en cumplidos o comentarios (siempre pertinentes). Para la experta, “ha sido un placer encontrarte en esta red social”, “me encantaría compartir contigo este contenido” o “me ha gustado saber de tu proyecto”, son algunas de las fórmulas más eficaces. Luego hay que aprovechar la oportunidad para darse un poco de autobombo —o para promocionar tu marca personal, si prefieres usar la jerga de los expertos­—. “También conviene añadir los enlaces a tus diferentes perfiles profesionales como LinkedIn o Twitter para que vean a qué te dedicas exactamente y cuáles son los contactos que tienes”, señala Ruiz Arvelo. Como despedida, ¿por qué no volver a agradecerle que haya querido escucharte o formar parte de tu red de contactos?

Lo que no hay que hacer, bajo ningún concepto, es comenzar la conversación pidiendo o “vendiendo” algo. Ser sumamente directo puede ser contraproducente en estos casos. “Para que la interacción ‘online’ sea real, lo ideal es intervenir en forma de pregunta”. Algo tan sencillo como ¿puedo ayudarte con algo? o ¿has podido ver este artículo? ayuda a crear una buena impresión. “Así es como se inicia cualquier conversación”, zanja la consultora.

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Hace casi cien años, un vendedor de jabón estadounidense, Dale Carnegie, publicó uno de los primeros best-seller de autoayuda sobre Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, en el que explicaba que llamar a la persona por su nombre es una de las claves para parecer agradable a ojos ajenos. Y aunque ahora haya una pantalla de por medio, eso no ha cambiado. Tanto Stein como Ruiz Arvelo coinciden en que tutear es una forma de resultar cercano sin dejar de ser profesional. Es solo uno de los pequeños detalles que facilitan la primera toma de contacto.

Otro superviviente de la antigua normalidad laboral es la costumbre de contar anécdotas personales o pormenores cotidianos. Da igual que sea por teléfono o por videollamada, en ambos casos resulta útil para aumentar la complicidad, según un estudio de la Universidad de Harvard. Ojo, tampoco hace falta abrirse en canal, con comentar que esos cinco minutos de retraso se deben a un fallo del wifi es suficiente para no parecer distante. ¿A quién no le ha pasado?

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Lo que hay que entender es que, “al final, hacer contactos es lo mismo que seducir sutilmente”, explica Ruiz Arvelo. Y en estos casos, la imagen ayuda mucho. Activar la cámara y el micrófono en las videollamadas, tener una fotografía real en Twitter o intervenir en los eventos virtuales son pequeños detalles que ayudan a hacerse ver. “Al dejar una huella visual en los demás se genera una mayor confianza, lo que, a largo plazo, te permite conseguir aliados y prescriptores de interés”, matiza.

Pero con mesura, no hace falta bombardear a los demás con videollamadas y correos electrónicos. Como dice Fernando Botella, CEO de la consultora especializada en talento e innovación Think&Action, “es preferible una comunicación fluida a una comunicación excesiva”. Y advierte de que el spam o un entusiasmo desmedido en la red pueden desgastar una relación… incluso antes de que empiece. “En el teletrabajo debemos mantener aquellas viejas buenas costumbres y trasladarlas a los nuevos canales de comunicación, como iniciar conversaciones con los colegas del trabajo e intercambiar experiencias, pero hay que aprender las nuevas reglas sociales de las plataformas digitales”, sostiene.

Una de las más importantes está relacionada con las videollamadas. Sí, otra vez las videollamadas. Puede que antes abordases a un compañero de tu empresa por el pasillo y resultase de lo más natural pararte a hablar con él. Sin embargo, la norma dice que no se puede videollamar sin más; hay que avisar antes. Entre otras cosas, puede que esa persona sencillamente prefiera hablar por teléfono, un invento al que, por cierto, aún le queda mucha cuerda…


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