Doce kilómetros al sur de los blancos chalets de finales de los años 20 de Heliópolis, donde se erige el estadio Benito Villamarín, el Real Betis sueña con un futuro más verde que sus propios colores en la ciudad deportiva de Dos Hermanas. Desde que llegó al club en 2016, el presidente Ángel Haro (Sevilla, 1974), ingeniero industrial, con un máster en Ciencia e Ingeniería, quiere ser un referente en la lucha contra el cambio climático y en la protección del medioambiente. Con experiencia en el sector medioambiental, Haro tiene un claro objetivo: ser el equipo más sostenible del mundo. Un 30% de los abonados del club, 14.000, son béticos infantiles y juveniles. “Tengo muy claro que ahora viene una generación muy preocupada por el medio ambiente. Antes era admisible el éxito sin tener en cuenta los valores, pero ya no”, sostiene Haro.
Así lo entiende también el equipo de trabajo del que se rodeó para acometer la tarea como el gerente de la Fundación Real Betis, Rafael Muela, un abogado laborista, experto en relaciones con organizaciones internacionales y no gubernamentales, que trabajó con la ONU en Centroamérica y en Asia, por ejemplo. O el director de Infraestructura del club, Javier Montérdez, ingeniero técnico industrial especializado en estructura e instalaciones eléctricas. Ambos son dos pilares del ambicioso proyecto Forever Green, presentado el pasado octubre por la institución, una plataforma de sostenibilidad para empresas y organizaciones que quieran utilizar el poder difusor del fútbol para proteger al planeta. ¿Cómo ha hecho el Real Betis para situarse a la vanguardia de esta causa?
En 2019, los verdiblancos fueron los primeros de las cinco grandes ligas europeas en unirse a Climate Neutral Now, una iniciativa de la ONU pensada para estados, organizaciones, empresas y diversos actores, enfocada en medir y reducir la huella de carbono para compensarla. Los únicos que lo habían hecho en el mundo del fútbol habían sido los ingleses del Forest Green Rovers, un equipo de la cuarta división del fútbol británico.
Para Ramón Alarcón, director general de Negocios bético que guía, entre otras, la estrategia de comunicación, marca e identidad de la institución, aquel fue el punto de partida más serio de esta nueva identidad de la que quiere impregnar al club. “El Betis es diferente, somos el espejo de muchas personas, el equipo menos odiado de España por las aficiones rivales. Somos una marca muy empática”, reflexiona. Y se atreve a apostar por toda una nueva filosofía. “Con Forever Green quiero abrir el club a todo el mundo”.
Lo que comenzó con detalles cotidianos como cartelas en el comedor de las oficinas verdiblancas que rogaban colocar los envases de plástico en un sitio determinado se ha convertido en uno de los proyectos sostenibles más ambiciosos del mundo del fútbol. Montérdez, el director de Infraestructura, creció en Valverde del Camino un pueblo de Huelva de 12.000 habitantes. “Desde que yo iba al colegio ya nos sacaban a reforestar, a arreglar la ribera, a sembrar encinas, alcornoques…” En su mesa de trabajo ahora hay toda una serie de planos y construcciones desde los que intenta que la nueva ciudad deportiva del Real Betis sea la más ecológica de todas. Desde fertirrigación para que durante el riego el césped reciba todos los fertilizantes y no se deban usar máquinas y consumir diésel, hasta el cultivo de bacterias que se comen la mugre de las tuberías y de los canales para no utilizar productos químicos. Todo esto sucede en un club de fútbol.
Con Forever Green el Real Betis invita a todas las organizaciones a usar el altavoz del deporte más popular para que muestren al mundo lo que están haciendo por el planeta, a estar presentes en todas las acciones sostenibles del club y a medir sus propios comportamientos para tener una referencia del impacto medioambiental que generan, pero también los alienta a reforestar, a plantar huertos urbanos, a limpiar el Guadalquivir y muchos otros proyectos. Su estadio, un enorme punto limpio, sirve para concienciar a todos los aficionados y a los empleados del club en materia de reciclaje y el fomento de los traslados ecológicos invita a creer en un primer equipo que algún día se mueva en un autocar 100% eléctrico. La meta es comportarse como un club totalmente ecológico.
Para los aficionados comprometidos con la causa, este giro de la institución supone una motivación adicional. José Antonio Fernández del Moral, cofundador de la ONG Ok Planet, que impulsa iniciativas de recogidas activas de residuos y otros proyectos sostenibles, explica: “Desde chico soy aficionado del Betis, este es el mejor de los sueños. Que seas de un equipo y que te tiendan la mano para ayudarte a tener mayor repercusión y a resolver los problemas que te preocupan es algo inigualable”. Ok Planet, que en solo dos años, cuenta con trabajadores en Centroamérica y en Asia, colabora con el club para limpiar el Guadalquivir, por ejemplo. “El apoyo de la Fundación Real Betis es fuertísimo”.
Para Muela, que está a cargo de la fundación, todas las áreas del club muestran una gran predisposición. “Ha habido pepitos grillos multiplicándose por nuestra oficina y alzando la bandera ecológica. Todos los departamentos del club se lanzan y se arremangan a echar una mano como si este fuera su propio departamento”, afirma.
Y el proyecto también trasciende fronteras porque, por un lado, el club ha decidido apoyar un proyecto de reducción de emisiones en Costa Rica, en la Granja Eólica Orosi, para compensar su huella de carbono, pero también se ha aliado con Amazon para estar involucrado en el programa The Climate Pledge y estar en contacto con las empresas privadas que se preocupan por el cuidado del planeta. “Necesitamos ser diferentes a los demás, queremos sentirnos orgullosos de cómo conseguimos el éxito. Y somos un club de fútbol, uno de los mayores vehículos de concienciación. Es algo en lo que creemos”, asegura Alarcón, el líder de las estrategias del Real Betis Balompié, que quiere ser siempre verde.
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