El fútbol no tiene memoria y en ocasiones resulta muy injusto con sus agentes. Muestra de ello es lo sufrido por Vicente Moreno, cuya etapa en el Espanyol llegará a su fin con el agrio sabor de salir por la puerta de atrás cuando en realidad ha cumplido los objetivos por los que estaba en el cargo.
Resulta innegable que el tramo final de temporada del Espanyol no está siendo bueno. También que siempre es más fácil cambiar a uno que a 25. Pero la realidad es que Vicente Moreno ha estado en el conjunto blanquiazul dos cursos, y en ambos ha acometido con éxito lo que le propusieron. Primero llegó con la exigencia de lograr el ascenso y lo consiguió. Y después continuó con el reto de asumir la permanencia sin demasiados apuros y también lo hizo.
De hecho, llaman mucho la atención las formas del adiós, un día después de asumir la permanencia de forma matemática y con dos jornadas por disputarse. Incluso muchos de los partidarios de que el Espanyol necesitaba un golpe de timón en cuanto a su banquillo estiman que las mismas no hacen justicia con lo que ha sido la figura de Vicente Moreno en el Espanyol.
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