Los países del G20 firmarán en la cumbre de Río de Janeiro, este lunes y martes, compromisos para luchar contra la crisis climática, pero estos esfuerzos pueden verse frenados con la llegada al poder en Estados Unidos de Donald Trump, un escéptico del tema.
La agenda climática es uno de los ejes centrales de las discusiones de la cumbre gracias al impulso de Brasil, país que preside el grupo que reúne a las mayores economías del planeta, que son también las más contaminantes, puesto que juntas responden por cerca del 80 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En las reuniones previas a la cumbre, que serán ratificadas por los jefes de Estado, se logró un consenso ministerial para ampliar los flujos financieros destinados a combatir la crisis climática, para lo que se propondrá fortalecer el papel de los bancos multilaterales.
Además, se suscribirá un compromiso para triplicar la capacidad global de energías renovables hasta 2030 y para fomentar la transformación ecológica mediante herramientas económicas como la bioeconomía, que impulsa el uso sostenible de recursos naturales.
Entre las medidas concretas, figura un compromiso de apoyar con fondos gubernamentales al Fondo de Bosques Tropicales para Siempre (TFFF, por sus siglas en inglés), una propuesta impulsada por Brasil para compensar a los países de baja y mediana renta por la preservación de sus selvas.
Asimismo, de la cumbre emanarán compromisos para preservar los océanos, implementar una convención de la ONU contra la contaminación por plásticos, crear mecanismos para pagar por servicios ecosistémicos a los países que preservan sus recursos y mejorar la gestión de los recursos para promover una economía circular.
Las discusiones climáticas han permeado discusiones en prácticamente todas las negociaciones ministeriales y también se plasmarán en acuerdos para fomentar prácticas sostenibles en la agricultura o el turismo.
El efecto Trump
Los consensos, no obstante, podrían verse debilitados con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, quien durante su candidatura prometió retirar al país del Acuerdo de París, como lo hizo en 2017.
“Retirar a Estados Unidos de las negociaciones climáticas tendrá un efecto muy negativo”, dijo a EFE Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, la principal red de la sociedad civil en Brasil en temas de agenda climática.
Estados Unidos es el segundo país más contaminante del mundo, después de China, y si se retira de las mesas de negociación climática, las emisiones aumentarán.
En cuanto al impacto directo en el G20, Astrini asegura que el país norteamericano retirará cualquier apoyo a temas relacionados con la crisis climática, “ya sea en lo financiero, diplomático, de transferencia de tecnología o en cualquier otro aspecto”.
El líder estadounidense es un negacionista de la crisis climática y un firme defensor de la explotación de hidrocarburos, los principales contaminantes, así como de cualquier actividad económica que genere riqueza para el país, sin importarle el impacto ambiental que ello represente.
Para el reconocido científico brasileño y experto en clima Carlos Nobre, el “efecto Trump” ya comenzó a manifestarse con el retiro de la delegación argentina de la cumbre climática en Bakú (COP29), y señaló que ese respaldo entre gobiernos negacionistas también se hará sentir en foros como el G20.
Para Nobre, esta situación en la coyuntura actual “es muy grave” porque las condiciones del planeta están peor que hace ocho años, cuando el republicano llegó al poder.
“Los eventos extremos se han multiplicado exponencialmente; nunca ha habido tantos como los que estamos viviendo ahora”, aseguró a EFE.
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