“Fue una pesadilla”, rememora Julia, entre el ruido de las máquinas que taladran el terreno para construir un nuevo puente. Por primera vez, esta mujer de 26 años, su marido, Oleg (27) y Emma (17 meses), la hija de ambos, se detienen en el escenario de los restos del puente que separa Irpin de Kiev. Hace un año, en los primeros compases de la invasión a gran escala de Rusia que comenzó el 24 de febrero, las autoridades de Ucrania decidieron volar esta y otras infraestructuras ante la proximidad de las columnas de militares del Kremlin. Decenas de miles de personas vadearon el río sobre los cascotes, escapando de los combates.
La foto de la huida de esta familia la mañana del 5 de marzo de 2022 ha sido varias veces publicada por . “Era muy peligroso para nosotros permanecer en Irpin”, explica durante una entrevista en la que recuerda que aquella noche no durmieron. Cogieron lo esencial y, como otros vecinos, se dirigieron a una iglesia desde donde se estaba organizando la evacuación de los ciudadanos con las explosiones de fondo.
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Ahora, con motivo del aniversario, Julia reconoce que le sigue costando aceptar que viven en un país sacudido por un conflicto armado. “He decidido levantar un muro entre la guerra y yo”, asegura. Y dice que lo hace para sobrevivir en calma y poder cuidar de la pequeña Emma. “Esto es lo que ha salvado mi salud mental”, añade.
El Ejército ruso se plantó pronto en Irpin y otras localidades a las puertas de la capital, pero no pasó de allí. Eso supuso el primer gran fracaso en los planes del presidente Vladímir Putin, cuya intención era tomar rápido Kiev para derrocar el Gobierno de Volodímir Zelenski. El mandatario no solo permanece al frente del país, sino que recibió el lunes la visita del presidente de EE UU, Joe Biden.
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