Viral ovación entre rascacielos a un desempleado que se refugia en su raro instrumento

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Dubái, Emiratos Árabes Unidos.- Todos los días a las 8 p.m. el asturiano Carlos Presno agarra su gaita y le saca un par de canciones para acompañar y hacer más llevadera la cuarentena de sus vecinos en Dubái, en Emiratos Árabes Unidos, que responden con aplausos desde su confinamiento.

Hace unos días, Carlos, de 35 años y nacido en Boal, decidió salir a esa hora al balcón y hacer sonar la gaita que le acompaña allá por donde va entre los rascacielos de Dubái, una importante capital de negocios y base regional para numerosas multinacionales.

“A mi no me gusta salir con una cacerola, vi la gaita en el sofá y me salió del alma: la gaita tiene que sonar en este momento, llevo la música asturiana en la sangre y así fue”, narró a Efe vía internet este técnico de sonido que vive en Emiratos Árabes desde hace seis años.

Los vecinos al principio no reaccionaron mucho pero después de dos canciones los aplausos arrancaron y ya se ha convertido en una sensación de la que se han hecho eco los medios locales. “La gente de aquí lo agradeció muchísimo”, explica este hombre que lleva tocando la gaita desde los 6 años y estudió música 12 años.

Sin trabajo desde que le notificaron hace un mes que todos los eventos se habían suspendido, Carlos ha encontrado ahora dos nuevas rutinas: se dedica a cocinar durante el día y a tocar la gaita por la tarde.

“No es una cosa personal, es que la gente salga, aplauda y se sienta positiva y aplaudimos a la gente que hace un esfuerzo con todo esto y también a nosotros por estar en casa”, explica.

Los edificios de cemento y cristal se han convertido en un inesperado aliado, “el sonido de la gaita viaja increíblemente (…) se escucha que parece que tengo un altavoz”, explica.

También el tocar el instrumento es un ejercicio de nostalgia para este asturiano que ve desde la distancia estos momentos difíciles que vive España por el impacto del COVID-19.

“Para mi tocar la gaita, es que echo de menos a la gente de allí, veo la cosa muy mal, es un asunto melancólico también”, explica.

Como todos los españoles que están dentro y fuera del país, Carlos sigue la noticias con preocupación y hablando con sus familiares en España.

“Me dicen que estoy mejor aquí que en ningún lado”, afirma desde un país que ha contabilizado hasta el momento 468 casos de la enfermedad y dos decesos por ella.

Con toque de queda nocturno y una prohibición de facto de salir a la calle salvo para hacer lo indispensable, los negocios cerrados y la actividad pública suspendida, Carlos sabe que por el momento tiene una cita diaria a las 8 p.m.

“Ahora voy a intentar todos los días tocar una o dos (canciones) los primeros días había muchos aplausos; ahora ya tengo que tocar un par de canciones para aplaudir”, cuenta. 


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