Tener un piso en la gran ciudad puede llegar a tener una gran cantidad de ventajas. El ocio, los museos, el trabajo, los bares… Casi todo lo que deseas está al alcance de tu mano. Sin embargo, los ruidos, la contaminación y el estrés pueden los efectos secundarios de la vida en la capital. Unos factores que afectan nuestro cerebro de forma grave. Por eso, lo mejor para mantener una buena salud cerebral es vivir cerca de la naturaleza. Te lo contamos.
El bosque de los pensamientos
Según un estudio realizado por el Intituto Max Planck para el Desarrollo Humano (Alemania), vivir en los alrededores de un bosque puede mejorar ampliamente la salud cerebral de las personas. Las personas que viven en este tipo de entornos naturales tienen más probabilidades de mostrar una estructura de amígdala fisiológicamente saludable. Por lo tanto, son capaces de controlar de mejor forma el estrés así como la menor posibilidad de caer en trastornos depresivos.
Infinidad de estudios han demostrado que los habitantes de las ciudades incluyen un mayor riesgo si hablamos de enfermedades psiquiátricas tales como la depresión o la esquizofrenia. Unas afecciones que no suelen darse en las personas que viven en entornos más sosegados. Al comparar los cerebros, según el entorno en el que viven, pueden apreciarse altos niveles de actividad en la amígdala de las personas que viven en la ciudad. Unos datos que los habitantes de las zonas residenciales cercanas a los bosques no computan.
Un experimento demostrado
Desde el Instituto alemán y con la psicóloga Simone Kühn al frente se analizaron a numerosos voluntarios con la finalidad de determinar cual era el efecto de la naturaleza sobre las viviendas. Para ello contaron con un total de 341 adultos de entre 60 y 80 años de los que examinaron sus condiciones físicas, psicológicas y sociales. Sin olvidarnos de numerosas pruebas de memoria y razonamiento, así como escáneres de imagen. Los resultados fueron asombrosos.
Desde el estudio se demostró que un amplio porcentaje las personas que viven a una zona más cercana a un bosque como por ejemplo un bloque residencial, tienen una mejor salud cerebral que los habitantes del centro. La clave está en la actividad de la amígdala un mecanismo que basa su finalidad en el control de estrés. Sin duda, unos datos que sorprendieron a todo el mundo y que demuestran que conviene pensarse dos veces el lugar en el que vivir el resto de tu vida.
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